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Editorial Miércoles 13 de Mayo de 2020

No hay que retroceder

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REDACCION

Por REDACCION

Desde que el coronavirus viene afectando a nuestro país, se adoptaron infinidad de medidas sanitarias, tratando desde el principio de evitar una propagación masiva de la pandemia.

Las cuarentenas se fueron renovando para que la gente respete los protocolos y realice el aislamiento obligatorio, permaneciendo en sus hogares, salvo los responsables de efectuar tareas esenciales.

El objetivo primario se vio reflejado en cifras alentadoras, al margen que todas las muertes son lamentables, pero, medianamente la situación se controló.

Tal vez fueron demasiado optimistas algunas declaraciones, como la del propio Alberto Fernández, cuando dijo que "lo tenemos dominado al virus".

Fue una definición apresurada, tanto que no volvió a insistir con ese concepto, que tenía sus fundamentos en ese momento, aunque siempre dejó en claro el Presidente que debía aguardarse el comportamiento de la famosa curva.

En cada renovación de la cuarentena, se anunciaron flexibilizaciones de tareas, respondiendo a las sugerencias de los asesores en materia sanitaria.

No obstante, el jefe de Estado nunca perdió de vista a la salud, que hoy sigue definiendo como prioritaria, en una actitud que tiene una masiva adhesión.

Ayer lo reiteró, en una jornada donde se habilitaron nuevas actividades y donde pudo observarse un movimiento claramente más intenso en el tránsito de los vehículos, del transporte de pasajeros y también en el peatonal.

Los ruegos de los empresarios y comerciantes, después de una actividad de casi dos meses, fueron interpretados como una necesidad impostergable en este tiempo de pandemia.

Ni hablar de los empleados, que en muchos casos vieron reducidos sus salarios, que hoy no les alcanza para cubrir los gastos fijos, porque con sus menores ingresos tienen que hacer frente a los mismos compromisos de siempre.

Progresivamente, la economía comenzará a moverse, pero no resultará sencilla la gestión, porque el consumo tuvo una caída vertiginosa en casi todos los sectores.

Con el regreso de la gente a las calles, para atender sus obligaciones laborales, se plantea un nuevo desafío, que será tan importante como el que estuvimos asumiendo en buena parte de marzo, durante todo abril y lo que llevamos transcurridos de mayo.

No habrá que tirar por la borda todo el esfuerzo que se realizó hasta aquí para minimizar las consecuencias de una pandemia que hoy parece estar lejos de debilitarse, aunque en otros lugares del mundo empezó a decrecer.

La reactivación económica no podía dilatarse y si bien ya se está trabajando en determinados sectores de la producción, todavía falta bastante.

Desde el Gobierno se está monitoreando el nuevo panorama y quizás en pocos días ya se podrán extraer las primeras conclusiones.

Hasta llegó a decir Fernández que no le temblará el puso en caso de tener que dar marcha atrás y dejar sin efecto algunas flexibilizaciones.

En la medida que cada uno acepte las reglas del juego, la cuestión será bastante más simple, a pesar de los últimos datos que dieron cuenta de un número de contagios más elevado desde el inicio de esta semana.

Debe reconocerse, no obstante, que la gran mayoría de las decisiones que se tomaron y que tuvieron como imagen visible a la hora de anunciarlas al Presidente, fueron las adecuadas.

Nadie podrá decir que no se preocupó por la salud del pueblo, incluso desde antes que la Organización Mundial de la Salud declaró como pandemia al Covid-19.

Nunca renunció a esa premisa, ni lo hará en el corto plazo. El coronavirus, se dice en Europa, ya está perdiendo fuerza y no es tan mortal como hace un tiempo, cuando sembró temor y muerte en varios países.

También se asegura en Estados Unidos, que el panorama tiende a clarificarse, aunque sea la nación con más víctimas fatales e infectados.

Pero esas referencias no deben conducir a un relajamiento, porque también se conocieron otros datos preocupantes, por ejemplo en Rusia.

No es fácil realizar una lectura correcta sobre lo que hoy ocurre en las grandes potencias, ya que es inevitable incluir en esa lista a Gran Bretaña, que en su momento subestimó a la enfermedad.

Otro dato concreto y que nos toca más de cerca es el de Brasil, que por obra y gracia del polémico Jair Bolsonaro, favoreció el crecimiento exponencial de casos.

Son ejemplos muy precisos de cómo no se debe actuar en estas circunstancias, en las que está en juego nada más ni nada menos que la salud de la gente.

Argentina y sus gobernantes, desde el Presidente y sus colabores más cercanos en esta compleja gestión, pasando por los gobernadores y los intendentes, se involucraron en esta lucha contra "el enemigo invisible".

Ese que no solamente ataca en lo sanitario, sino también en lo económico. Dos temas que deben manejarse con prudencia y equilibrio, como para que los lamentos no se sigan extendiendo indefinidamente.




 

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