Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Editorial Lunes 24 de Diciembre de 2012

Navidad espiritual

Que en esta Nochebuena y la cercana Navidad, tengamos una plena reconfortación con nuestro espíritu.

Redacción

Por Redacción

Esta Nochebuena será celebrado un nuevo aniversario de uno de los acontecimientos más trascendentes en la historia de la humanidad: el nacimiento de Jesús. Un hecho que, desde un humilde pesebre de Belén y a lo largo de los siglos, quedó como el de mayor espiritualidad, partiendo desde el mismo una verdadera guía para quienes, en sus instantes de desconcierto e incertidumbre, cuando suelen aparecen algunos obstáculos que entorpecen la identificación de los valores del espíritu, siendo ahí entonces donde aparece el ejemplo que nos dejó Jesucristo, ofrendando su propia vida para salvar a la humanidad.

Estamos sobre el borde mismo de la Nochebuena, el esperado momento del nacimiento de Jesús, para dar paso luego a la Navidad. Días, horas, momentos, instantes muy especiales, que deben estar destinados al gozo que nos permite llegar a la reflexión, la cual induce a recomponer situaciones, a superar malos momentos, sobretodo con el perdón desbordando nuestro pensamiento. 

Estas horas son las mejores para el reencuentro espiritual, ese que no debería abandonarnos nunca pero que a veces se doblega. Es que teniendo bien fuerte presente el ejemplo de Jesús, todo, absolutamente todo resulta mucho más sencillo de realizar, pues la paz interior a veces no del todo afianzada, es justamente en estos momentos en que alcanza su punto más alto de consolidación.

Conceptos que se reiteran año a año, pero que no por eso resignan trascendencia, sino que por el contrario, alcanzan su punto álgido. 

Un mandato del Señor fue "Ama a tu prójimo como a ti mismo", de conmovedora simplicidad, aunque justamente por eso de enorme contenido, ya que ahí, en tan pocas palabras se resume una aspiración fundamental como es el vivir sustentado en los valores esenciales, con el basamento de la fe, lo cual debe ser el elemento rector de nuestras acciones y de nuestra conducta. 

Todos estos conceptos, que pueden parecer solamente de circunstancia, es decir, con la sola finalidad de sostener un acontecimiento de tanta significación, son en realidad los que siempre deberían ser privilegiados por todos nosotros, no sólo en algunos momentos especiales como este. De ser así, de proponernos ser mejores y seguir en una mínima parte el ejemplo que nos dejó el Señor, todo, absolutamente todo sería muchísimo mejor, viviríamos más plenos, con el espíritu desbordante, que es en definitiva lo que realmente importa.

Es que en realidad, es tanto el amor y la comprensión que necesita el mundo en que vivimos, que nunca será suficiente. Es que la convulsión es demasiada, sostenidamente sacudidos por los conflictos generados por el hombre, que tantas veces dirime por la fuerza, por la agresión, por la imposición a toda costa, cuando en realidad mediante la comprensión, el diálogo y, en definitiva el amor al prójimo, todo es muchísimo más satisfactoria y simple de conseguir. Lo sabemos, no siempre lo ponemos en práctica.

Que sea esta entonces, la Nochebuena y la Navidad del espíritu, la verdadera, la del goce pleno. Muchas veces antes, frente a estas mismas circunstancias lo dijimos desde esta sección editorial, y siempre es oportuno recordarlo. Aquella, la del espíritu, es la verdadera fiesta para homenajear a Jesucristo, que no se vea entonces reemplazada simplemente por la gula, en esos excesos que solemos caer en estas ocasiones, cuando la celebración va de la mano de la gastronomía en forma casi excluyente.

Es bueno el encuentro familiar en torno a la mesa navideña, presidida por Jesús recién nacido, al que debemos poner en el centro de nuestro homenaje, de nuestras reflexiones, aunque no postergando las convicciones y la reafirmación de nuestra fe y nuestra esperanza, depositada en esta figura que le cambió el rumbo a la humanidad y que permanente continúa junto a nosotros como permanente guía.

Que sea esta noche y mañana, una instancia de plenitud total para todos los cristianos, en esta celebración de un acontecimiento que modificó el rumbo de la historia del mundo, afianzando la fe, la esperanza, la posibilidad de desarrollarnos en la comprensión y el amor, donde todos seamos iguales.

Para todos, nuestros sinceros deseos de ¡Feliz Navidad!

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso