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Editorial Domingo 18 de Agosto de 2013

Los niños hoy

Que el festejo no nos aleje de la cruda realidad que viven muchos niños, en el maltrato, los padecimientos, el trabajo infantil, y muchas veces la degradación de la prostitución.

REDACCION

Por REDACCION

Es verdad que esta clase de celebraciones, con sus fechas anuales que suelen ser movibles para ajustarlas a la conveniencia comercial -al menos así ocurre muchas veces- tienen gran parte de ese sentido, no por eso dejan de ser espirituales y constituir la fijación de un momento muy importante en todo ese andamiaje de amor, afecto y reconocimiento que deben recibir los niños, y que en circunstancias tan especiales se multiplica. Aun cuando, como lo decimos en cada ocasión de festejos de estas características, la oportunidad de un solo día debe ampliarse a los 365 capítulos del año, pues todos y cada uno deben ser el Día del Niño. Ese mismo que tenemos para este domingo, el tercero de agosto. así establecido en el calendario.

El corazón de los niños, en realidad, late al ritmo de amor de los padres, de lo que le transmiten, de lo que va recibiendo a lo largo de su formación, de esta etapa que es la más linda de la vida. Por todo eso, es una verdad muy grande aquella que dice "instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". Muchas de estas cosas, son las que afloran en días como este, cuando nuestros niños tienen absolutamente toda la atención, que va mucho más allá de la visual, siendo la del corazón y la mente, esa maravillosa combinación que es la generadora de los mejores y más puros sentimientos.

Para los padres, en este y todos los días, "rían junto a sus niños hasta que les duela el vientre y las lágrimas caigan de sus ojos mientras en secreto crean profunda amistad y recuerdos que duran toda la vida..." A tenerlo en cuenta.

Pero este día, tan dulce y agradable por este festejo con todos los chicos como protagonistas, es propio también para algunas reflexiones que giran en torno a los más pequeños, donde la desigualdad que sigue enquistada en nuestra sociedad, es generadora de muchas angustias, que trascienden también a los padres, a las familias enteras. Esas mismas que no pueden honrarlos como corresponde, con la atención básica que todos los chicos deberían tener por igual: vivienda, salud, educación, tiempo libre con esparcimientos acordes al ciclo que están viviendo. Alejarlos de la miseria, del sometimiento, de la limosna que somete la voluntad y sepulta la esperanza, del castigo en todas sus formas.

Ese, el de la igualdad que debe partir de lo elemental, es el primer objetivo que debemos tener si es que aspiramos a una Argentina que de una vez por todas pueda desarrollar todo su potencial. Hubo avances, no todo es negativo, pero con demasiados tropiezas, con demoras, y a veces con retrocesos. Una mirada sobre este tiempo que nos toca vivir nos deja muchísimas cuentas sin saldar, como el de la droga que ha tenido un avance impresionante, y también sobre los niños, muchísimos de ellos desamparados y librados a su suerte, sin ninguna contención familiar ni tampoco desde la parte pública. Incumplimientos sin barreras, sobrepasados por las declamaciones de igualdad de oportunidades, de asistencias que no son tales, de una realidad que sobrepasa las palabras.

¿Cómo podemos hablar que los niños son los privilegiados cuándo además de toda la desigualdad social descripta, nos encontramos además con el sometimiento del trabajo infantil? Pequeños en edad de educarse, de jugar, de tener una infancia con cierta felicidad, deben ganarse el sustento, algunos por estar solos en la calle, o en estado de abandono, otros siendo empujados por sus propios grupos familiares, que hacen de ellos un instrumento de recaudación diaria. Y no estamos hablando de la limosna, sino del cumplimiento de tareas que van desde el intento del lavado de autos, de abrir sus puertas, de juntar cartones, de prestar las más humillantes tareas, mientras en las zonas rurales son destinados a diversas actividades propias de los grandes.

Todo esto, sin haber hecho mención a la más degradante situación que a veces suelen ser sometidos, como lo es la prostitución. Un verdadero horror en el cual los mayores, esos que deberían protegerlos, se transforman en monstruos que los destrozan mental y físicamente.

Temas para tener presente este día, cuando junto a nuestros niños, seguramente ante una bien provista mesa y con obsequios como bien merecidos los tienen, recordemos que hay miles de niños que no tienen una infancia feliz, en muchos casos todo lo contrario, repleta de padecimientos.

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