Por REDACCION
b/n El papa Francisco invitó a "vivir el mismo camino de conversión que vivieron los Reyes Magos, a rechazar las tentaciones que oscurecen la estrella".
Al presidir la solemnidad de la Epifanía, el papa Francisco recordó como los Reyes Magos son símbolo de las personas que buscan a Dios, que no lo encuentran en el palacio real y no se dejan engañar por la apariencia de fragilidad del Niño.
Tras destacar que guiados por el Espíritu, reconocen que Dios no se manifiesta en la potencia de este mundo, sino que nos habla en la humildad de su amor, interpeló: "¿Cuál es el misterio en el que Dios se esconde? ¿Dónde puedo encontrarlo?", interrogó en voz alta.
Francisco presidió ayer la misa en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, concelebrada con cardenales, obispos y sacerdotes, y acompañada por el coro polifónico de la Capilla Sixtina.
"Vemos a nuestro alrededor guerras, explotación de los niños, torturas, tráfico de armas, trata de personas... Jesús está en todas estas realidades, en todos estos hermanos y hermanas más pequeños que sufren tales situaciones", sostuvo.
Francisco invitó a "vivir el mismo camino de conversión que vivieron los Reyes Magos, a rechazar las tentaciones que oscurecen la estrella".
La Iglesia Católica celebró ayer la Epifanía del Señor mientras que para los más chicos significa poner los zapatitos y esperar los regalos que los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar les traerán.
Según la tradición popular los restos de los Reyes Magos se encuentran enterrados en la catedral de la ciudad alemana de Colonia y aún cuando en el Evangelio se habla "Magos", a lo largo de la historia quedó establecido que eran tres los que honraron al Divino Niño.
El Evangelio de Mateo es el que los menciona y dice que tras seguir una estrella, buscan al "rey de los judíos que ha nacido" en Jerusalén y así, guiados, llegan a Belén.
En este contexto, el arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), José María Arancedo, recordó en un mensaje que "la Epifanía es la manifestación de Jesucristo al mundo".
"La Fiesta de Reyes no es un agregado a Navidad, sino la celebración plena del sentido del nacimiento de Jesús. No hay Epifanía sin Navidad", añadió Arancedo.
Explicó que "la mirada al Niño de Belén desde la fiesta de la Epifanía, nos debe llevar a preguntarnos sobre la apertura y el compromiso misionero de nuestra fe".
Advirtió que "cuando la vida cristiana pierde el entusiasmo por la misión, por anunciar a Jesucristo, termina haciendo de él un objeto privado y no la presencia para todos".
"Epifanía es el comienzo de una Iglesia en salida, nos diría Francisco", sostuvo y recordó: "Seguimos (en estas fiestas) contemplando al Niño de Belén, pero hoy la intimidad del pesebre se abre a toda la humanidad".
Expresó que "la llegada de los Reyes Magos que vienen de lejos a saludarlo, reconocerlo y adorarlo, es el signo de la universalidad de la presencia y el mensaje de Jesucristo".
"El es el Hijo de Dios que no pertenece sólo a un pueblo, es el enviado de Dios para todos los pueblos. Epifanía es la manifestación de Jesucristo al mundo", señaló.
Arancedo recordó que en la tradición de la Iglesia las celebraciones de las fiestas del Señor tenían un significado "catequístico", que se hacía cultura en la vida del pueblo. "Con algo de nostalgia recuerdo cuando era niño y esperábamos el día de Reyes para recibir los regalos. En Navidad no había regalos. El día de Reyes, podíamos decir, era el Día del Niño. Todo niño era visto y homenajeado en ese día desde el Niño de Belén", expresó.
Para el prelado, "la fe necesita celebrarse y hacerse cultura para orientar la vida, las relaciones y la conducta de las personas: fe y cultura se necesitan y enriquecen".
Los magos, que eran sabios de Oriente, concurrieron desde lejos con sus regalos, pero no tenían las sagradas escrituras para conocer a Dios. Estos extranjeros que eran representantes de los pueblos lejanos encontraron las señales de Dios en aquello que era su ocupación habitual: mirar las estrellas.
Así el Rey que nace se muestra a todos.
Los sabios de su propio pueblo que eran los escribas no se movieron ante su llegada en Belén, pero en cambio los extranjeros paganos demostraron decisión y dinamismo. Cada uno puede preguntarse: ¿si me quedo quieto como los escribas o me pongo en camino como los Reyes Magos buscando a Dios?
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