Por REDACCION
Las negociaciones paritarias en curso conforman el marco institucional instalado, en lo que fue una medida acertada, por el Gobierno nacional para que gremios que representan a trabajadores y cámaras o federaciones que representan a empresas discutan los aumentos salariales cada año. Pero la maldita inflación que se acrecentó en los últimos años sin siquiera ser reconocida por la Presidenta como un problema medular de la economía nacional hoy se convirtió en el gran obstáculo para lograr consensos. El descrédito de las estadísticas oficiales a partir de una manipulación descarada efectuada por el propio Ejecutivo Nacional impide confiar en la inflación que mide el INDEC como una referencia para discutir el nivel de recomposición salarial.
Entonces las distancias entre gremialistas y empresarios en las paritarias son tan amplias que, en algunos casos, dinamitan cualquier posibilidad de llegar a acuerdos. A este complicado panorama se suma que este año el Ministerio de Economía fijó un techo para los aumentos salariales, aunque no lo hizo en forma oficial. No importó demasiado ya que diversos líderes sindicales expusieron a Axel Kicillof, el titular de la cartera económica, como el responsable de hacer llamados para sugerir un tope a los aumentos. Lo presentaron como a una suerte de titiritero que operaba en las sombras procurando mantenerse oculto pero buscando influir en las paritarias, que supuestamente son libres.
Y otra vez sale a escena el "relato", esa forma de decir las cosas y de interpretar la realidad en forma forzada para que aparezca favorable a una posición determinada, en este caso del Gobierno. El ejemplo clásico es que por años, a través del relato, se negó la inflación en forma contundente. También la inseguridad y el problema del narcotráfico. Ahora se proclama que las paritarias son negociaciones libres entre las partes, gremios y empresarios, sin que el Gobierno intervenga en el proceso y que sólo se reserve la tarea de homologar los convenios. Está claro que en esta oportunidad la injerencia se ha modificado y es mucho mayor, al punto de frenar acuerdos, como el caso del alcanzado por el sindicato de empleados de estaciones de servicio.
Esta semana se autorizó, con mala gana, un incremento del 27 por ciento para los empleados mercantiles. Sin embargo, se consideran las sumas especiales que se pagará a los trabajadores en algunos meses del año, el incremento se acerca al 30 por ciento que el Gobierno quiso evitar. Así las cosas, el Ministerio de Economía sale a decir que el acuerdo fue del 27 por ciento cuando, en la práctica, es casi el 30. Se enarbola la bandera de una victoria cuando fue una derrota por obra y gracia del todopoderoso relato.
La consultora Ecolatina, en su análisis semana, destacó que en los últimos meses la inflación descendió un escalón y que la estabilidad cambiaria es un factor clave a la hora de explicar la moderación en los aumentos de los precios. En el reporte se advierte que "si bien el proceso de desaceleración es claro, existe un factor que puede agregar algo de presión sobre los precios en los próximos meses: los salarios. Una vez que las demoradas negociaciones paritarias estén cerradas, el nivel de precios tenderá a acomodarse a los nuevos costos laborales. No obstante, detrás de la actual dilación también está el hecho de que las paritarias eventualmente se cerrarán y el pico en el poder de compra de los trabajadores coincidirá con el proceso electoral".
Para la consultora, es probable que en los próximos meses, a medida que los salarios comiencen a tener incrementos,
existan mayores presiones sobre los precios. "Si los principales sindicatos logran aumentos levemente inferiores a los logrados por el sector público (alrededor de 35%) es de esperar que el nivel de precios se adecue a los nuevos salarios, acelerando la inflación en el proceso. Es en este marco que las actuales negociaciones salariales toman importancia a la hora de estimar la inflación del año", destaca.
Al comienzo del año, las necesidades de los distintos actores hacían prever paritarias menos arduas que las anteriores. Pero pese al alineamiento de los objetivos, la actual negociación tripartita lejos está de poder considerarse tranquila. La razón detrás del estancamiento de las paritarias gira hoy en torno a las metas que persiguen los sindicatos y la moderación que, en apariencia, persigue el gobierno en pos de acotar la nominalidad, analiza Ecolatina.
La cuestión es que en el 2014 el salario real cayó casi 5 puntos. Ahora los gremios quieren recuperar esa capacidad de compra y reclaman al menos 30 por ciento de aumentos siempre y cuando la inflación estimada en 25 por ciento no se dispare en el segundo semestre. Con paros anunciados para junio, que suma el impuesto a las Ganancias en el conflicto, el fin de la historia aún no está escrito.
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