Por REDACCION
Desde hace un tiempo a esta parte, el mercado laboral argentino está en plan de ajuste en línea con lo que sucede con el nivel de actividad económica que registra sucesivas caídas. La crisis golpea con mayor o menor fuerza a prácticamente todo los sectores, aunque fundamentalmente a la industria que en los últimos cuatro años sufrió un retroceso de casi el 9 por ciento. En este escenario, generar nuevo empleo resulta un enorme desafío, puesto que lo común es el cierre de empresas con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. Conservar una ocupación es un triunfo a esta altura del partido que nos debe dejar conformes. ¿Pero qué se hace con los jóvenes que buscan un empleo y no lo encuentran? ¿Y con los que tienen algunos años, experiencia laboral y quedaron marginados del mercado pero intentan reingresar aunque sin éxito? Houston, estamos en problemas.
Un estudio de la Universidad Torcuato Di Tella divulgado esta semana señaló que sobre un total de 28 millones de personas en edad de trabajar en la Argentina, casi el 45% tiene problemas de inserción laboral. Según el informe elaborado por el Centro para la Evaluación de políticas basadas en la Evidencia (Cepe) de esa casa de altos estudios, de ese 45% de personas con problemas de inserción laboral, la mitad corresponden al sector de asalariados informales, es decir, trabajadores en relación de dependencia sin aportes al sistema jubilatorio.
Uno de los puntos destacados de la investigación, realizada en todos los casos sobre datos oficiales, es que cerca de un tercio de la población identificada como inactiva son mujeres que cumplen tareas domésticas en sus hogares y más de un 40% son estudiantes. También se aborda el rol de los cuentapropistas, que en el análisis incluye desde un albañil que hace changas hasta un profesional altamente calificado con ingresos a veces más altos que los trabajadores formales.
Con respecto al desafío de crear empleo, según la experiencia internacional las políticas de subsidios al salario registran el mayor impacto en los ingresos de los trabajadores y en la probabilidad de obtención de empleo, seguidos por los problemas de entrenamiento laboral y aquellos de asistencia a los independientes. En los últimos 10 años, los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) invirtieron más del 0,5% del PBI en políticas activas del mercado laboral, agrega la investigación liderada por el decano de la escuela de Gobierno, Eduardo Levy Yeyati, que analizó el mercado de trabajo y cuáles son los desafíos de crear empleo en función de la experiencia internacional.
De acuerdo a las últimas cifras del INDEC, publicadas en junio último, el desempleo subió en el primer trimestre del año al 10,1% de la población activa, el indicador más alto desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri y el mayor en trece años, ya que hay unas 4,5 millones de personas con problemas laborales. La desocupación creció un punto porcentual respecto de igual período del 2018 mientras que la subocupación alcanzó al 11,8% y registró una suba interanual del 2%. Si se proyectan las cifras de desocupación a la población total del país, casi 4,5 millones de habitantes tienen problemas laborales.
En Rafaela, la Municipalidad cuenta con programas destinados principalmente a los jóvenes para darle mayor capacitación y de esa manera mejorar su nivel de empleabilidad, es decir que tengan mayores habilidades a la hora de competir por un puesto en una empresa. En la Provincia, el Gobierno también cuenta con planes de formación para facilitar el acceso al primer empleo. Lamentablemente no hay demasiado trabajo conjunto entre ambas administraciones por esas cosas de la política chiquita.
Los que parecen quedar fuera de los radares de los gobiernos son aquellos trabajadores que se quedan en el camino por la crisis y tienen más de 30, 40 o 50 años entre tantos otros. Aquí falta quizás una política de contención específica. En este contexto, destaca la labor de la Asociación Civil Diagonal +45, de la Ciudad de Buenos Aires, una entidad que trabaja por la reinserción laboral de las personas mayores de cuarenta y cinco años. Cuenta con un Programa de Reinserción Laboral (PRL) conformado por siete talleres gratuitos, de cuatro horas de duración, con una frecuencia semanal y una modalidad grupal y vivencial en los que se abordan los elementos psicológicos y emocionales que intervienen en el proceso de búsqueda; en el logro de mayor claridad acerca del perfil y los objetivos laborales; y en la actualización acerca de los medios y recursos de búsqueda laboral.
Se define como un espacio de pertenencia, contención y asesoramiento que actúa como un agente de prevención frente a la problemática del desempleo en las personas mayores de 45 años, evitando así las graves consecuencias
económicas, familiares, psicológicas y emocionales que esto produce. Este modelo puede resultar un buen espejo a tener en cuenta para al menos ensayar a modo de prueba piloto una política similar en esta región.
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