Por REDACCION
Ni siquiera el miedo a una crisis que se profundiza cada día, con efectos lamentables que se pueden observar en tiempo real pero que aún pueden empeorar más con impredecibles consecuencias, ha podido sensibilizar a los principales candidatos presidenciales para que opten por el camino del diálogo y el consenso que derive en una gobernabilidad aceptable mientras se desarrolla el proceso electoral.
Al contrario, el presidente en ejercicio y el principal adversario en las urnas han ensayado un diálogo que apenas se mantuvo una semana y luego ese frágil pacto estalló por los aires, generando una crisis política seguida de una desaprobación de los mercados que expandieron el temor a través de la fuga de capitales y de los inversores institucionales. En este estado de incertidumbre y de desconfianza absoluta, le sigue el espanto de los ahorristas que ya no le creen a nadie por lo que van a los bancos a sacar la plata, principalmente sus depósitos en dólares. Como olvidar el corralito, el cepo o la pesificación asimétrica que significó perder parte del fruto del trabajo de toda una vida.
En la Argentina no hemos aprendido a gestionar el Estado, no hemos logrado a pesar de mil intentos o al menos mil propuestas iniciar por consenso el recorrido hacia un modelo de país con bases firmes sobre las cuales crecer en forma sostenida que permita compartir los beneficios entre todos. Los políticos - candidatos de la actualidad no quieren o no pueden despojarse de sus miserias y no renuncian al apotegma "el fin justifica los medios". Retener o conquistar el poder por encima de todo, incluso del país y de su gente, que pierde su empleo y sufre por el deterioro de sus condiciones de vida.
Si la campaña refleja lo más oscuro de las personas que se disputan el poder, que significa entre otras cosas el acceso a negocios, quizás el control de la justicia y por tanto la administración de la impunidad, ¿qué podemos esperar para después del 10 de diciembre? No hay evidencias de un sinceramiento del discurso político, todo lo que se dice suena como canto de sirenas que busca engañar a las víctimas para atraparlas. ¿Cómo será el día después al traspaso del poder? La grieta tendrá un nuevo capítulo, el revanchismo tal como percibe con tantos mensajes de odio en las redes sociales, o el candidato más votado finalmente cumplirá con su enunciado de campaña de poner fin a esa división tan estúpida como inútil que impide avanzar.
Debió pasar el descontrol de la semana pasada para que el Gobierno reaccione, adopte nuevas medidas para contener el alza del dólar a través de un cepo parcial para el control de cambios. Obligado por las circunstancias altamente incómodas, el domingo hubo una nueva comunicación entre el Presidente-candidato y el adversario electoral más votado. No los unió la defensa de los argentinos sino el espanto.
Hace una par de semanas, el ministro de la Corte Suprema de Justicia Horacio Rosatti ofreció un discurso en la cena organizada por la Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina (Adepa) para celebrar los 25 años de la reforma de la Constitución y, rememorando aquellos tiempos, afirmó "si hace 25 años se pudo superar la grieta, cómo no vamos a poder hacerlo ahora". Las palabras del ministro Rosatti adquieren valor dado que él fue convencional constituyente por la provincia de Santa Fe y participó de los intensos debates, donde, además de permitir la reelección presidencial, se incorporaron derechos e instituciones para la sociedad.
El jurista santafesino afirmó que "lo que no pensaba en ese momento es que en realidad la Convención Constituyente de 1994 iba a pasar a la historia por algo que estamos viendo hoy, que es la búsqueda de los acuerdos, de consensos y de la concordia política". En tal sentido, consideró imprescindible la cultura política porque de poco vale la norma si no se verbaliza la costumbre, una cultura que se expresó en 1994 y lamentablemente después no siguió por el mismo camino.
Rosatti apeló a la memoria para recordar a los presentes que antes de 1994 en la Argentina habían pasado cosas muy graves en el país y sin embargo pudimos conformar un núcleo de asambleístas que privilegió el interés permanente del país. El ministro del máximo tribunal de Justicia resaltó que con la reforma se incorporaron derechos humanos, derechos específicos, muy ponderados hoy como en el medio ambiente o derecho de usuarios y consumidores. También el rol de los partidos políticos, los derechos educativos, la consulta popular y el secreto de las fuentes periodísticas.
Han pasado 25 años de aquella reforma constitucional que se ha recordado en estos días a través de distintos actos institucionales. La clase política no parece haber madurado demasiado. Y tampoco desde abajo aportamos demasiado, basta solo chequear las redes sociales para encontrar tantos matones de las ideas y la libertad de expresión. Incomprensible.
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