Por REDACCION
Uno de los efectos no deseados de las crisis en la Argentina es el impacto negativo en el nivel de empleo. De tanto en tanto el INDEC publica sus estadísticas sobre la evolución del mercado laboral, y desde hace un tiempo se advierte un proceso de destrucción de fuentes de trabajo, es decir el cierre o achicamiento de empresas, lo que se traduce obreros que se quedan sin ocupación.
Detrás de las cifras del desempleo hay personas que sufren por quedarse en la calle porque deriva en una crisis personal que puede ser familiar: no tener más a fin de es un salario con el que pagar las cuentas, los alimentos, la indumentaria, la educación de los hijos. Muchas veces implica reformular los gastos del hogar ante la caída de un ingreso o en ocasiones del único.
De acuerdo a los datos difundidos esta semana por el organismos a cargo de las estadísticas oficiales, la desocupación subió al 10,6% en el segundo trimestre del año, la tasa más alta del actual Gobierno nacional, y afecta a 2,5 millones de personas que quieren trabajar pero no encuentran donde hacerlo. El desempleo subió un punto porcentual con relación al mismo período del 2018, cuando se ubicó en 9,6% mientras que aumentó 0,5 puntos en comparación con el primer trimestre del año, cuando se ubicó en 10,1%. La subocupación, que refleja a quienes están empleados pero aspiran a trabajar más horas tuvo una fuerte alza y llegó al 13,1%. Si se extrapolan los números a la población total, los datos indican que alrededor de 5 millones de personas tienen problemas de empleo en la Argentina. La subocupación demandante, personas que quieren trabajar más horas o mejorar su empleo, llegó al 9,2%, mientras que la no demandante, que agrupa a personas con problemas de empleo pero que no buscan otro, se ubicó en el 3,9%.
Los analistas consideran que que el desempleo se inscribe en una etapa de precarización laboral. Es que en el último año se destruyeron cerca de 200 mil puestos de trabajo registrados, de calidad,y se crearon no registrados o cuentapropistas: ésto habla de una precarización laboral muy marcada. Otro aspecto que se debe tener en cuenta en el análisis que el desempleo aumenta no porque se destruyan puestos de trabajo registrados, sino porque hay más gente buscando trabajo, al haber menos ingresos y más miedo a no llegar a fin de mes. Está claro que si el país no crece, el panorama social y laboral que de por sí ya es muy preocupante puede empeorar en el futuro de corto y mediano plazo.
Los últimos informes de actualidad laboral reflejan, llamativamente, un aumento tanto del empleo como del desempleo.
En este escenario, el PBI logró una suba del 0,6% en la comparación interanual. en el segundo trimestre de 2019, por lo que estuvo lejos de compensar la caída de la primera parte del año del orden del 5,6%, concluyendo el primer semestre con una contracción del 2,5% interanual.
En línea con este deterioro, según la Encuesta Permanentes de Hogares (EPH) la tasa de desocupación llegó a 10,6% de durante el segundo trimestre del año. Sin embargo, la tasa de ocupación también creció y se ubicó en 42,6% (+0,7 interanual) de acuerdo a un reporte de la consultora Ecolatina. Esto implica un aumento de 2,7% en el nivel de empleo, lo que muestra una dinámica, que a priori podría parecer incongruente, pero que se debe a que al mismo tiempo se dio una expansión de la Población Económicamente Activa (PEA): los participantes del mercado laboral se incrementaron 3,9% en la comparación interanual.
¿Por qué la economía se achica y el empleo crece? se preguntaron en el informe. La contracción de la economía durante la primera mitad del año induce a pensar que el nivel de empleo se debería haber movido en la misma dirección. No obstante, si bien la tasa de desocupación creció en el primer semestre, esto no se correspondió a una caída en el empleo sino a una expansión de la población considerada económicamente activa. Significa que entraron más personas al mercado laboral y no todas lograron conseguir un empleo. Esto ocurre cuando el miembro de un hogar cuyos sus ingresos reales familiares caen, puesto que durante la primera mitad del año el poder adquisitivo cedió más de 10%, y que en pos de recuperar al menos parte del ingreso perdido, tiene incentivos para salir a buscar empleo. De hecho, esto es lo que parece haber sucedido: en un contexto de estancamiento del empleo de calidad, el crecimiento de la cantidad de ocupados se debe al avance de la informalidad y el cuentapropismo.
La situación empeora aún más con las perspectivas para el segundo semestre del año. En tanto no se observe una reactivación económica que permita un aumento del empleo de calidad, no habrá cambios de composición en el mercado de trabajo en el corto plazo. En este tercer trimestre no hay ningún elemento para entusiasmarse con una recuperación, todo lo contrario.
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