Por REDACCION
Abril fue un mes perdido por la economía a nivel mundial. De pronto, las máquinas de una gran cantidad de fábricas se detuvieron mientras solo se mantuvieron en actividad aquellas que producen alimentos o insumos sanitarios esenciales para enfrentar la emergencia por la pandemia del coronavirus. Al espanto por esta enfermedad emergente con gran poder de contagio para la cual no existe todavía una vacuna y la única forma de prevención es lavarse bien las manos junto a un estricto aislamiento, se le suma ahora el temor por la caída de nuestros ingresos: no hay sector de la economía que no haya sufrido el impacto de lo que algunos denominan la coronacrisis.
La vieja normalidad que nos regía hasta hace menos de dos meses ya es historia, es más no volverá nunca más según coinciden los analistas. No hubo más remedio que incorporar a las apuradas cambios en nuestras rutinas familiares, laborales y de esparcimiento. Con el miedo en la puerta de nuestras casas tuvimos que salir de nuestra zona de confort, adaptarnos a un nuevo escenario en el que acecha un enemigo invisible pero mortal generando nuevos hábitos de cuidado de la salud que todavía no sabemos si serán permanentes o al menos hasta que una vacuna funcione como un escudo protector de la vida contra el coronavirus. También cambió el acceso a la educación y muchos optaron por reemplazar las compras presenciales entre las góndolas por la web, sin salir de casa, al igual que el teletrabajo modificó el vínculo con la empresa y con los compañeros, lo cual obligó a una nueva gestión de equipos.
Como se ha dicho esta columna editorial, el mundo cambió y aún lo está haciendo a partir de la pandemia que ya mató a cerca de 300 mil personas, un número que aterra y debería ser suficiente motivo para que seamos estrictos en el cumplimiento de las nuevas rutinas de seguridad sanitaria. De todos modos, en algún momento se debe encontrar el equilibrio entre las restricciones a la circulación de personas y la actividad económica. Es imperativo hacerlo cuanto antes porque el castillo de la economía se derrumba como si estuviera hecho de naipes.
Ahora surgen los datos de la evolución de los distintos sectores productivos durante el mes de abril, que transcurrió por completo bajo una cuarentena obligatoria. En la Argentina y en muchos países asombra la profundidad de la crisis del mercado automotriz, las estadísticas son elocuentes sobre una industria que suele ser uno de los motores de las economías.
La Asociación de Concesionarios de Automotores (ACARA) reportó que durante abril se patentaron apenas 4.385 vehículos, "producto de las ventas realizadas antes del comienzo del aislamiento, ya que el mes tuvo un movimiento comercial nulo". La cifra de abril representa un 75,4 por ciento menos que la registrada en marzo, cuando se habían patentado 17.811 unidades, y una caída del 88,3% con relación al mismo mes de 2019, con 37.321 vehículos registrados entonces. La entidad estimó que este año las ventas "a duras penas llegarán a las 200.000 unidades, mientras que nuestras estructuras están preparadas para vender 750.000".
Veamos que sucede en cuatro de los países europeos más importantes. El número de patentamientos de autos en Italia cayó 97,55% en abril en un año, con solo 4.279 unidades matriculadas en plena crisis del coronavirus, anunció el lunes el ministerio italiano de Transportes. En marzo, la caída había sido del 85,42% interanual. "Si consideramos que las matriculaciones de abril suponen en torno al 9% de las de un año entero, al proyectar estas cifras en un año entero obtenemos un volumen análogo al de 1949", dice el Centro de Estudios Promotor italiano, al tiempo que reconoce el carácter excepcional de las cifras de marzo y abril relacionadas con la paralización de las cadenas de montaje debido a la epidemia del coronavirus.
En tanto, las ventas de autos nuevos en el Reino Unido cayeron en un 97% en abril en el período interanual, con apenas 4.321 autos patentados, convirtiendo al cuarto mes del año en el más pobre desde febrero de 1946, de acuerdo con la Society of Motor Manufacturers and Traders. A Francia no le fue mucho mejor, también sometida a confinamiento y que vio como en abril las ventas se desplomaron un 88,8%, con 20.997 vehículos patentados. El mercado ya había caído un 72,25 % en marzo. Los constructores prevén una caída en el conjunto del año en torno al 20% respecto a 2019.
En España, el mes pasado se vendieron solo 4.163 vehículos, un 96,5% menos que en el mismo mes del año anterior anterior. El canal de venta más afectado es el de particulares, que solo registró 823 entregas el mes pasado en toda España. Hay que tener en cuenta que los concesionarios tenían totalmente limitada la actividad para particulares, por el estado de alarma. Respecto a la compra de vehículos realizada por empresas, también se han reducido en un 97,3%.
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