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Editorial Viernes 30 de Diciembre de 2011

Iglesia preocupada

La pobreza, la droga, el juego y la necesidad de reconciliación, son temas centrales en la Iglesia.

Redacción

Por Redacción

La situación social es vista por la Iglesia con preocupación, aún admitiendo que se han registrado algunos avances positivos en tal sentido, pero restando todavía muchos otros de concretar y que todavía no se advierten en vías de concreción, ya que si bien hay mucha gente que consume, no ha conseguido todavía salir de la estructura de la pobreza, como por ejemplo acceder a una vivienda digna o bien disponer de agua potable, un elemento elemental para aspirar a una vida dentro de un marco de cierto decoro. Necesidades estas que no pueden remediarse de la noche a la mañana, pues deben ser encaradas con políticas de largo plazo, y que tengan continuidad en el tiempo.

El párrafo mencionado es una apretada síntesis de las expresiones del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo, en un reportaje realizado por el periodista Sergio Rubin, donde además y entre otros muchos temas desarrollados, en los cuales fijó muy claras y precisas posiciones, sostuvo que "la Iglesia seguirá hablando de los pobres porque debe ser fiel al mensaje de Jesucristo. Una Iglesia que no esté cerca del que sufre no es una Iglesia coherente con el Evangelio que predica. Hablaría mal de ella que no ejercitara su libertad de decirle a este u otro gobierno que en esto o aquello no estamos de acuerdo. Todos deben tener claro que nosotros no somos opositores ni oficialistas", dejando bien en claro durante sus declaraciones que todos estos puntos habían sido expuestos de tal manera ante la Presidenta de la Nación, en ocasión de recibirlo en la Casa Rosada al día siguiente de haber solicitado la audiencia, lo cual sin dudas debe interpretarse como una muy positiva señal respecto a las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia en este nuevo período, cuando Arancedo reemplazó en la conducción del máximo organismo eclesiástico a monseñor Jorge Bergoglio, con quien se produjeron continuos roces y distanciamientos, de modo especial por las críticas y cuestionamientos por la situación social.

Si bien esa situación se sostiene, otros son los modos y los protagonistas, quienes tuvieron además un buen comienzo de relaciones entre sus dos principales interlocutores, dejando vislumbrar la posibilidad que aún dentro de un marco en el cual pueden convivir coincidencias y diferencias, exista un diálogo que antes estuvo ausente.

Arancedo tuvo conceptos laudatorios sobre la Presidenta, a quien definió "con una personalidad decidida y con ideas muy claras", celebrando su posición contraria respecto al aborto y en muy fuerte defensa de la vida. Un tema que se encuentra en plena efervescencia, por su tratamiento en el marco legislativo.

Además de la pobreza y de las carencias sociales, que son muchísimas más que las que muestran las estadísticas oficiales, el nuevo conductor de la Iglesia se pronunció muy preocupado por otro gran flagelo, como es la droga, reclamando mucha mayor firmeza para enfrentarla, realizando en tal sentido una comparación respecto de la manera que se manejan otros temas. Por caso, pidió que como hay una AFIP que controla el pago de impuestos y de lo cual no se escapa nadie, sería muy positivo que exista un organismo similar que controle a los que manejan la droga, y de lo cual tampoco se escape nadie. 

Tampoco quedó de lado el juego dentro de sus reflexiones, que provoca un enorme daño en la población, el cual ha tenido una enorme proliferación en los últimos tiempos. Y tanto aquí como en la droga, o incluso en la lucha contra la pobreza, se formula el planteo en cuanto a la necesidad de una fuerte presencia del Estado, que además de asistencia y presencia, debería establecer su participación para marcar los indispensables límites, muchas veces sobrepasados por las circunstancias.

Pero ciertamente, el enfoque mayor de la Iglesia está hoy en la situación social, sentenciándose que "si no apostamos a la inclusión no se puede pensar en el futuro", aunque también quedó remarcado el valor de la amistad y de la reconciliación, la cual -según sostuvo Arancedo en sus declaraciones- "una reconciliación sin justicia no es una reconciliación cristiana", haciendo también referencia a la gran necesidad de la verdad, aunque añadió que "hace falta, además, un gesto de cercanía", apartando la creencia de que el otro es mi enemigo.

Los conceptos vertidos son muy precisos y direccionados, que no necesitan interpretaciones. Se exhorta a solucionar problemas, pero también a ir afianzando un futuro de reconciliación y encuentro, que es visiblemente lo que ha faltado en estos últimos tiempos entre los argentinos.

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