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Editorial Martes 29 de Enero de 2019

Honestidad y función pública

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REDACCION

Por REDACCION

¿Cuál es el modelo ideal de funcionario público? Una persona con solvencia técnica, hacedora, comprometida, con alta sensibilidad y honesta que se muestre alejada de aquel postulado incómodo pero que guarda ciertos aires de viveza criolla y que echó raíces en la Argentina del tipo "roba pero hace". En un país donde la corrupción se transformó en un mal endémico, el debate en torno a la calidad de la función pública debe formar parte de la agenda social, lo cual incluye la necesidad de consolidar los organismos de control respecto a los actos de gobierno y, al mismo tiempo, fomentar la transparencia a partir de la publicación de todas las actividades que realizan los distintos niveles del estado, ya sea municipal, provincial o nacional. 

La cuestión se actualizó otra vez a partir de las declaraciones del Papa Francisco en su reciente visita a Panamá para encabezar una nueva edición de las Jornada Mundial de la Juventud. Entre tantos mensajes de Su Santidad, se destaca el intento por mostrar a la juventud que los servidores públicos son sinónimo de honestidad y no de corrupción. En tal sentido, expresó durante una reunión con funcionarios gubernamentales y representantes de la sociedad civil que las nuevas generaciones, desde su alegría y entusiasmo, desde su libertad, sensibilidad y capacidad crítica reclaman de los adultos, pero especialmente de todos aquellos que tienen una función de liderazgo en la vida pública, llevar una vida conforme a la dignidad y autoridad que revisten y que les ha sido confiada. Según un informe de la agencia Aciprensa, el Papa argentino efectuó durante el encuentro una invitación a vivir con austeridad y transparencia, en la responsabilidad concreta por los demás y por el mundo; llevar una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de cualquier forma de corrupción.

La manifestación pública del Papa no fue por casualidad, pues exigió honestidad y justicia en los actos de gobierno en una región, precisamente, muy salpicada por la corrupción y que en estos días asiste a una profundización de la prolongada crisis política en la cercana Venezuela, aunque no hizo demasiadas referencias a este conflicto lo cual le valió numerosas críticas.

El mensaje papal tiene lugar en momentos en que la clase política y gobernante de Panamá y de varios de países de América Latina ha sido manchada por el peor escándalo de corrupción, luego de que la constructora brasileña Odebrecht admitió que pagó multimillonarias sumas en sobornos para hacerse de jugosas obras públicas. En el caso de Panamá, los sobornos alcanzaron los 60 millones de dólares durante la pasada administración del presidente Ricardo Martinelli (2009-2014), según la admisión de la propia Odebrecht. Existe desde hace mucho tiempo una alta percepción de corrupción en Panamá, según la organización Transparencia Internacional.

En su mensaje a los jóvenes, Francisco resaltó que ellos reclaman un compromiso, en el que todos, comenzando por quienes nos llamamos cristianos, tengamos la osadía de construir una política auténticamente humana que ponga a la persona en el centro como corazón de todo; lo cual impulsa a crear una cultura de mayor transparencia entre los gobiernos, el sector privado y la población toda.

De alguna forma, el presidente panameño Juan Carlos Varela -quien se formó en un colegio de jesuitas- destacó la importancia de la palabra del Papa para los jóvenes de la región al sostener, en una alarmante enumeración de problemas orientada a crear más pesimismo que optimismo, que "su visita a Panamá llega en medio de importantes retos globales, en donde su mensaje trae una voz de aliento, de fe y esperanza a los jóvenes de los países que enfrentan conflictos políticos y sociales, crisis humanitarias, desastres naturales, violencia, desigualdad, problemas relacionados con el crimen organizado y la alternativa de una complicada y dolorosa migración".

Al reclamar honestidad y transparencia a los funcionarios públicos en su visita a Ciudad de Panamá, el Papa Francisco pareciera extender el mensaje especialmente a quienes cumplen tareas directivas en ámbitos de gobierno en los países latinoamericanos donde las redes de la corrupción están enquistadas en los distintas estructuras gubernamentales, sin que por momentos se advierta decisión política de investigar y condenar a los delincuentes. En la Argentina, hay causas abiertas por las coimas que pagó la constructora brasileña Odebrecht pero también está la archiconocida causa de los cuadernos de la corrupción que surgió a partir de las anotaciones en una suerte de diario personal de un chofer de ex funcionarios durante el gobierno kirchnerista que reveló el pago de millonarios retornos por parte de empresarios beneficiados con la adjudicación de la obra pública.

Investigar rápido, enjuiciar y condenar es el mejor mensaje que las instituciones de la democracia pueden dar a la población para corregir esta clase de delitos. El debate incluye, además, el sistema de designaciones para la cobertura de cargos en la administración pública, donde siempre se presenta el dilema entre "mérito profesional y confianza política", que a veces van de la mano y otras, no.

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