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Editorial Miércoles 2 de Noviembre de 2011

Grandes centros urbanos

El traslado de la gente hacia las grandes ciudades es cada vez mayor. En la Argentina de hoy el 92% vive en esos centros urbanos.

Redacción

Por Redacción

Hace solamente unos días, simbólicamente la población mundial llegó a los 7.000 millones de personas, motivo por el cual las Naciones Unidas difundieron un informe muy completo respecto a las nuevas características que presenta el desarrollo demográfico, de modo especial el gran crecimiento que van teniendo las grandes ciudades, en desmedro de las pequeñas localidades y las regiones rurales. Y justamente, dentro de estas condiciones la Argentina aparece como la de mayor proporcionalidad, ya que 9 de cada 10 habitantes están en esas condiciones.

De acuerdo con los porcentajes y para hacer una comparación con lo que sucede en otros países, veamos que mientras aquí el 92% de los habitantes vive en ciudades, en Francia el 85%, en Estados Unidos el 82% y en Alemania el 74%, destacándose en ese informe que "el equilibrio entre poblaciones rurales y poblaciones urbanas ha cambiado irreversiblemente hacia la preponderancia de las ciudades", haciéndose mención que en la actualidad uno de cada dos habitantes vive en una ciudad, en tanto que las proyecciones dan cuenta que en apenas 35 años la proporción subirá a dos de cada tres.

Estos mismos datos, revelan que en Latinoamérica en la actualidad el 79% de la población vive en ciudades, estimándose que en el año 2050 esa proporcionalidad alcanzará el 90%, esperándose que dentro de algunas décadas -tiempo realmente irrelevante en la dimensión de la cual hablamos- se incremente notablemente el corrimiento de la gente hacia los grandes centros urbanos, tanto aquí en la Argentina como ya viene sucediendo marcadamente, como en el resto de toda la región latinoamericana.

Este fenómeno comenzó, en lo que hace a nuestro país, en la década del 50, consecuencia de la industrialización, lo cual promovió la fuerte migración hacia las ciudades en búsqueda de empleos, contribuyendo además a acentuar ese fenómeno, la tecnificación muy rápida que tuvo el campo, expulsando entonces desde allí a familias enteras hacia los grandes centros urbanos.

Un caso preciso puede citarse en el área metropolitana, ya que la ciudad de Buenos Aires luego de largos períodos de estancamiento, e incluso de pérdida poblacional, en las últimas cuatro décadas comenzó a sumar habitantes, que alcanzan ahora a los 13,5 millones de personas, incidiendo también la inmigración desde países latinoamericanos, especialmente Bolivia, Paraguay y Perú -entre otros menos significativos en volumen-, ya que la capital argentina constituye una especie de irresistible imán para quienes llegan en búsqueda de mejores perspectivas de desarrollo humano.

Simultáneamente, el campo continúa expulsando gente, ya que la cada vez mayor siembra de soja provoca esta situación en las zonas rurales, aun cuando genere otra clase de empleos en plantas elaboradoras, aunque las mismas generalmente instaladas en la periferia de las grandes zonas urbanas. 

Si sumamos a los factores mencionados que en las tres últimas décadas las ciudades también fueron cambiando sus condiciones y características, siendo centros de acumulación de información y servicios, con enorme crecimiento cultural, y por sobre todo la adaptación a condiciones modernas que se han vuelto casi indispensables para la gente, tenemos entonces otro poderoso imán que atrae a la gente.

Un riesgo que existe, y que viene siendo analizado por los especialistas, es la posibilidad que con el tiempo se produzca un colapso por la acumulación de habitantes y sus derivaciones hacia las alteraciones medioambientales, ya que aumentan en forma alarmante las alteraciones en ese sentido, con grandes niveles de contaminación, además de los inconvenientes del transporte, la energía y otros tipos de combustibles. Un aspecto que deberá resolverse en base al concepto de ciudades sustentables, en las cuales deberá irse abandonando la construcción de enormes torres reemplazadas por edificios bajos, evitar los ascensores y masificar la existencia de terrazas verdes.

Hay también algunos contrasentidos, que deberán resolverse en el futuro, pues tomando el caso de la ciudad de Buenos Aires como ejemplo, allí se tiene un déficit de 130.000 viviendas cuando hay más de trescientas mil vacías, quedando allí claramente expuesto el desequilibrio social que existe, cuando un sector tiene gran poder de acumulación en desmedro de otro que no puede resolver su problema si no es con la intervención del Estado.

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