Por REDACCION
La economía de la nocturnidad fue una de las más golpeadas por la pandemia de coronavirus en todo el mundo. Bares, restaurantes, boliches, cines, manifestaciones culturales y salones de eventos han sufrido una crisis insoportable para muchos que han cerrado sus puertas en forma definitiva. En este contexto, un informe del Banco Interamericano de Desarrollo puso el foco en lo que se conoce como 'Gestión urbana nocturna', un concepto que tiene que ver con la planificación de la nocturnidad y sus protagonistas que no solo comprende al negocio del entretenimiento y el ocio.
En ese reporte, asegura que previo a la llegada de la pandemia, la economía nocturna era un sector en auge a nivel mundial. Este fenómeno reciente corresponde a las actividades productivas y de consumo que tienen lugar entre las 6 pm y las 6 am, las cuales no sólo se refieren al ocio y entretenimiento, sino también a call centers, servicios de salud y emergencias, aeropuertos, logística y distribución de mercancías, entre otros.
De acuerdo al estudio, cada vez son más las ciudades que reconocen la noche como un espacio de oportunidad, tal es el caso de Londres donde 1.6 millones de personas trabajan regularmente de noche, o la ciudad de Nueva York donde la vida nocturna genera casi 300.000 empleos. En el caso de América Latina, la economía nocturna empezó a crecer a partir de la cultura. A principios del 2000, las capitales de la región empezaron a llevar a cabo grandes festivales culturales nocturnos inspirados por eventos tales como la Nuit Blanche y la Noche de los Museos en Europa.
Para hablar de economía nocturna, hay que entenderla en todas sus dimensiones sociales y urbanas. No se trata sólo de la vida nocturna, sino también de la gestión urbana nocturna para encontrar nuevas formas de mejora de nuestras ciudades, puntualiza el informe del BID. En este sentido, es muy importante contar con la participación del sector privado y el sector público para reactivar la vida nocturna. Desafortunadamente, las ciudades fueron planificadas y organizadas solo para el día, dejando de lado la otra mitad: la noche. Este es un espacio de socialización clave para el ocio y cultura; y para la formación de identidades principalmente para los más jóvenes. Por ello, es necesario pensar en la noche como una oportunidad ampliada para mejorar la vida de las ciudades, potenciar el desarrollo urbano y ser más resilientes, sostenibles e inclusivos.
Según Andreina Seijas, consultora de la División de Vivienda y Desarrollo Urbano del BID y experta en gestión nocturna, la gobernanza nocturna se refiere al grupo creciente de actores públicos y privados responsables por gestionar las ciudades durante la noche. Asociado a este concepto, hay tres elementos esenciales a considerar: el hardware, el software y las instituciones.
El hardware se refiere a la infraestructura tal como sistemas de transporte, iluminación y de vigilancia que facilitan los flujos y vida urbana durante la noche. El software corresponde a las regulaciones para gestionar la vida nocturna de la ciudad, las cuales suelen ser de dos tipos: por un lado, están aquellas regulaciones que buscan mejorar la convivencia y
seguridad nocturna a partir de una reducción de los horarios. Por otro lado, existen políticas públicas que consideran que expandir las horas de actividad urbana es una solución más eficiente para gestionar “externalidades negativas” tales como el ruido y la violencia.
En este marco, surge la pregunta “¿qué pueden hacer las ciudades para pensar de forma proactiva en su reactivación nocturna?” De acuerdo con Andreina Seijas, es posible identificar tres fases en lo que se refiere a la gestión nocturna de las ciudades durante la pandemia: resolver, reactivar y reimaginar.
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