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Editorial Domingo 18 de Febrero de 2018

Exodo venezolano

Al momento ya han dejado Venezuela más de 3 millones de personas, huyendo de la opresión.

REDACCION

Por REDACCION

La situación en Venezuela es insostenible, tanto por la economía de guerra que se vive desde hace tiempo -y para peor cada vez más agravada, sin siquiera alguna pequeña señal positiva-, como así también la farsa electoral que se vivirá en abril, cuando haya elecciones presidenciales en las cuales Nicolás Maduro, el actual presidente, es desde el vamos el ganador ya que la oposición está proscripta y con sus principales líderes en prisión o bien exiliados en el extranjero, hace que los venezolanos hayan decidido irse del país como pueden. Muchas familias completas lo han hecho por avión o por mar, en tanto que otras menos pudientes lo hacen en automóvil o simplemente caminando, llegando a la frontera con Colombia y Brasil para pasar masivamente a esos países vecinos, que están siendo desbordados en su capacidad de recepción.

Incluso aquí en la Argentina, a pesar de la distancia, han ingresado en los últimos meses millares de venezolanos que buscan escapar del agobio y la opresión que deben soportar en su propio país, donde no sólo no existen las libertades individuales, sino también la persecución, pero además los padecimientos diarios por la falta de alimentos, de medicamentos, de artículos de limpieza, lo cual hace una verdadero odisea la sobrevivencia. Cabe recordar que la inflación actual está por encima del 2.000% y se anuncia que el presente año 2018 cerrará con 13.000%, siendo el ingreso promedio de las clases bajas de 3 dólares por día. No se debe ampliar demasiado para imaginar lo que sucede en Venezuela.

La población de Venezuela es de 31 millones de personas y ya ha emigrado un 10% de la misma, mientras que el 60% de los hogares cuentan con algún miembro en el exterior, lo que hace que la situación de los refugiados venezolanos comience a ser un problema serio y de complicada resolución en la región, ya que se está extendiendo a toda Latinoamérica.

En este momento, y desde hace rato, las fronteras de Colombia y Brasil se encuentran colapsadas y prácticamente en el umbral de la emergencia social, pudiéndose extender esa perspectiva muy pronto a Panamá, Trinidad y Tobago o Ecuador, en tanto que República Dominicana, Perú y Costa Rica ya anticiparon que están en el límite en cuanto a la recepción de inmigrantes. Un dato es que la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados ha dicho que los pedidos de asilo se han triplicado en casi todos los países, con la excepción de los Estados Unidos donde se han multiplicado por 37 veces desde 2013 en adelante.

Tal informe y descripción más que elocuente de la situación, deja muy claro que se requiere de una estrategia de apoyo internacional para asistir al tránsito, ingreso, inserción y asentamiento de los migrantes, como así también el otorgamiento de visas de carácter humanitario. Venezuela es el foco de atención de la Organización Internacional de las Migraciones y hasta ahora no ha observado una decisión con la firmeza necesaria para apresurar toda esta clase de gestiones y trámites, lo cual ha provocado este desborde y caos que se advierte en lasa fronteras con Brasil y Colombia, donde los venezolanos se vuelcan en masa, con sus pocas pertenencias, para tratar de escapar del oprobio en que deben vivir en su propio país, a esta hora devastado por los gobiernos de Chávez primero y de Maduro en estos últimos años.

Hasta ahora el éxodo venía siendo de venezolanos con nivel educativo y cierto respaldo de recursos económicos, pero la gravísima crisis ahondó la cantidad de gente que prácticamente huye de su país, alcanzando ahora a quienes carecen de recursos. Se van prácticamente con lo puesto. Todo indica que este 2018 será mucho más intenso y hasta trágico, ya que también han comenzado a aparecer los balseros, que con cualquier tipo de embarcación -o algo que simplemente flote en el mar- huyen del país, aunque con el altísimo riesgo de perder sus vidas.

Pero además, no sólo se trata de escapar de Venezuela, sino que también se llega a países vecinos sin documentación, falta de residencia ni permisos laborales, lo cual genera después problemas muy serios. Colombia, uno de los más afectados ya alberga a 800.000 venezolanos y está analizando la posibilidad de instalar un campo de refugiados, algo que nunca había sido siquiera pensado para esta parte del mundo.

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