Por REDACCION
Desde febrero y con más fuerza de fuerza desde marzo, la diversidad temática de las agendas públicas era muy amplia, con una mezcla de ejes muy variados, pero luego todo mutó y se instaló un monotema: la pandemia del coronavirus y como impacta en nuestras vidas cotidianas, desde la relación con nuestras familias, nuestros trabajos, el modo con que hacemos las compras y también lo que vemos en los noticieros. Todo se centró en tratar de conocer la enfermedad y en preparar los sistemas de salud para enfrentarla sin tener todavía una vacuna para inmunizarnos. Y continúa de esta manera, viendo minuto a minuto qué dicen los médicos, qué deciden los gobernantes y cómo avanza el coronavirus, porque a mayor o menor velocidad está claro que siempre va para adelante. Nuestras acciones preventivas marcarán, en cierta medida, la velocidad de contagio.
Ahora bien, comienzan a surgir informes de consultoras especializadas u organismos de estadísticas oficiales con radiografías que reflejan cómo el coronavirus impacta (o golpea) en nuestras realidades. Cómo cae el comercio y la industria, y con ellos como aumenta el peligro sobre los puestos de trabajo, que se precarizan o peor aún se pierden. La economía mundial descenderá varios escalones y en la Argentina quizás toda la escalera porque en los últimos años se nos acumulan las crisis propias y ahora se juntan con las externas, en este caso derivada del Covid-19.
En este escenario de reconversión de las agendas, el último análisis de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el impacto de la COVID-19 en el mercado laboral aborda el efecto devastador y desproporcionado que ha tenido la pandemia en los trabajadores jóvenes y analiza las medidas que se están adoptando para crear un entorno seguro de vuelta al trabajo. En este sentido, más de uno de cada seis jóvenes ha dejado de trabajar desde el comienzo de la pandemia, mientras que quienes siguen empleados han visto reducir sus horas de trabajo en un 23 por ciento, asegura un reporte de esta organización.
Según el Observatorio de la OIT: La COVID-19 y el mundo del trabajo. 4a edición, los jóvenes están siendo afectados de manera desproporcionada por la pandemia, y el incremento rápido y sustancial del desempleo juvenil registrado a partir de febrero afecta más a las mujeres jóvenes que a los hombres jóvenes. La pandemia inflige un triple impacto sobre los jóvenes. No sólo destruye sus empleos, sino también su educación y formación, y coloca grandes obstáculos en el camino de quienes buscan entrar en el mundo del trabajo o de cambiar empleo.
En 2019, la tasa de desempleo juvenil de 13,6 por ciento era ya más alta que la de cualquier otro grupo poblacional. Había alrededor de 267 millones de jóvenes, esto es uno de cada cinco a nivel mundial, que no trabajaban, ni seguían una educación o formación profesional (los llamados "nini"). Los jóvenes de entre 15 y 24 años que estaban empleados tenían además mayores probabilidades de estar en formas de trabajo que los hacía más vulnerables, como ocupaciones mal remuneradas, en la economía informal, o como trabajadores migrantes.
El director General de la OIT, Guy Ryder, afirmó que la crisis de la Covid-19 está afectando a los jóvenes -en particular a las mujeres- con mayor gravedad y rapidez que a cualquier otro grupo y que si no se toman medidas inmediatas y significativas para mejorar su situación, el legado del virus podría acompañarnos durante décadas. El Observatorio pide respuestas políticas urgentes, concretas y a gran escala dirigidas a apoyar a los jóvenes, incluidos programas amplios de garantía de empleo/formación en los países desarrollados, programas intensivos en empleo y garantías en las economías de ingresos medios y bajos.
El Observatorio actualiza además la estimación de la disminución de las horas de trabajo en el primer y segundo trimestre de 2020, en comparación con el cuarto trimestre de 2019. Se estima que se perdieron 4,8 por ciento de horas de trabajo durante el primer trimestre (equivalente a 135 millones de empleos a tiempo completo suponiendo un trabajo de 48 horas semanales). Esto representa una ligera revisión al alza de cerca de 7 millones de empleos desde la tercera edición del Observatorio. El número estimado de empleos perdidos en el segundo trimestre permanece inalterado, en 305 millones. Desde una perspectiva regional, las Américas (13,1 por ciento), y Europa y Asia Central (12,9 por ciento) presentan las mayores pérdidas de horas trabajadas en el segundo trimestre.
El Observatorio reitera su llamado a favor de medidas inmediatas y urgentes dirigidas a apoyar a los trabajadores y a las empresas, articuladas alrededor de la estrategia de cuatro pilares de la OIT: estimular la economía y el empleo; apoyar a las empresas, los empleos y los ingresos; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y buscar soluciones mediante el diálogo social.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.