Por REDACCION
Al final de cada año, surge la necesidad de hacer una mirada retrospectiva sobre lo que sucedió y nos sucedió en ese período de tiempo de 365 días. Es necesario para evaluar si cumplimos los objetivos trazados o estamos en deuda y también para definir qué esperamos para el nuevo año que comienza.
El 2014 concluye hoy con sus luces y con sus sombras. Como casi siempre, el año deja ganadores y perdedores en un contexto de crisis económica signada por el fenómeno macroeconómico de la inflación y la caída de la producción industrial, el consumo, el nivel de empleo, las sospechas de corrupción y el retroceso en los indicadores sociales (pobreza e indigencia), lo que aumenta la incertidumbre sobre lo que pueda suceder en el 2015. De todas formas, más allá de las perspectivas más o menos pesimistas, ante la llegada del año nuevo, se renuevan las esperanzas para que las cosas cambien para mejor.
Lo que también es cierto es que la Argentina, más allá de sus indicadores, no es el único país que está en problemas más allá de la bonanza que benefició a los países de la región en los últimos años, un poco por virtudes de las políticas aplicadas por los gobiernos y otro por un escenario internacional favorable, con buenos precios para commodities.
Dos ejemplos. China, que en cierta forma patentó el concepto de "crecer a tasas chinas" que hacer referencia a un aumento de la actividad económica en torno al 10 por ciento anual, tiene un lado b. Es que en el imperio del sol naciente crece la cantidad de jóvenes "diaosi", como llaman a
millones de perdedores que no subieron al tren del impresionante
desarrollo económico. Trabajan muchas horas, ganan poco dinero y viven mal y están lejos de "seguir al partido, realizar el sueño chino", el eslogan de propaganda que repite una y otra vez el presidente Xi Jinping.
En esto de comparar la situación de Argentina con otros países, un dato más. ¿Alguien se imagina no poder acceder a las redes sociales? El gobierno chino acaba de bloquear el acceso a la mensajería electrónica de Google, Gmail, en lo que parece una etapa más en
la voluntad de Pekín de establecer su propia "soberanía" en internet. Twitter, Youtube y Facebook están bloqueados en el país, así
como numerosas webs informativas.
El segundo ejemplo. Alemania comenzará a partir del primer día del 2015 a implementar el salario mínimo en nombre de la justicia social y ante el aumento del número de trabajadores con ingresos bajos. La canciller conservadora Angela Merkel no está de acuerdo con aplicar esta medida,
preocupada por sus supuestos efectos nefastos sobre el empleo y
por la ruptura con una larga tradición social de no injerencia del
poder público en las relaciones salariales. Sin embargo, sus aliados socialdemócratas
le han impuesto la decisión.
Tras estas dos fotos sobre lo que sucede en dos países de moda, uno por ser la locomotora del mundo en los últimos años y el otro al ser la principal economía de la vieja Europa -en ambos casos se puede apreciar que las espinas no sólo en están en la Argentina- volvamos a nuestro país y a la cuestión de la esperanza, al que se podría definir como el "estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos".
En un mundo donde nada es seguro, es saludable confiar en que las cosas sucederán de una forma positiva para nosotros. Así, la esperanza y el optimismo ayudan a ver el lado positivo de las cosas y las situaciones que nos rodean. En el cristianismo, la esperanza es el nombre de una de las tres virtudes teologales (las otras son la fe y la caridad".
El Papa Francisco propuso su definición del concepto. "La esperanza no es un optimismo, no es la capacidad de mirar las cosas con buen ánimo e ir hacia delante. No, esto es optimismo, no esperanza. La esperanza no es una actitud positiva ante las cosas. No es fácil entender lo que es la esperanza. Se dice que es la más humilde de las virtudes, porque se esconde en la vida. La fe se ve, se siente, se sabe qué es. La caridad se hace, se sabe qué es. Pero ¿qué es la esperanza? ¿Qué es una actitud de esperanza? Para acercarnos un poco podemos decir en primer lugar que la esperanza es un riesgo, es una virtud arriesgada, es una virtud, como dice San Pablo, ‘de una ardiente expectación hacia la revelación del Hijo de Dios’. No es una ilusión". De todas formas, dijo también que "nunca hay motivos para perder la esperanza". Por eso tengamos la "esperanza" de que 2015 pueda ser un año mejor.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.