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Editorial Jueves 12 de Marzo de 2020

El peor escenario

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REDACCION

Por REDACCION

Desde que asumió el nuevo Gobierno nacional, las cosas no fueron sencillas, pero esta semana, Alberto Fernández y compañía están instalados, por imperio de diferentes situaciones, en el peor escenario.

Ese que jamás habrán imaginado en el no tan lejano mes de diciembre, cuando se hicieron cargo de una responsabilidad demasiado compleja.

Sobre llovido, mojado, reza un dicho popular, que bien puede aplicarse a esta circunstancia no deseada que se está viviendo a nivel global y de la que, por razones obvias, no está ajena la Argentina.

La acelerada propagación del coronavirus, que ya afecta a más de un centenar de países y que obligó a Organización Mundial de la Salud a declararla como una "pandemia" a la enfermedad que tuvo su origen en China, también nos toca a quienes habitamos en este rincón de planeta.

El Gobierno lo sabe y expresó su lógica preocupación mediante la puesta en marcha de un protocolo que, de todas maneras, no se está aplicando con la rigurosidad que aconsejan los sanitaristas, aunque, justo es reconocerlo, últimamente se tomaron mayores previsiones.

Si bien el tema de la salud es el más preocupante, en especial para los sectores más vulnerables, en cuanto a edades se refiere, el flagelo también se pone de manifiesto en otro aspecto tan importante para la economía.

El cierre de fronteras a las exportaciones argentinas fue un duro golpe para los productores que venían encontrando en los mercados asiáticos una excelente opción para el fortalecimiento de las economías regionales.

Las acciones cayeron estrepitosamente en los mercados, al igual que las bolsas, que reflejaron el humor de los inversores. Es una consecuencia inevitable, que se reitera en tiempos de crisis, pero que no encendía una alarma de semejante magnitud desde el año 2008.

En nuestro país, los números tampoco son alentadores y nadie se tiene que sorprender por ese comportamiento, que es una réplica que lo que sucede en todo el mundo.

Pero si a todas esas dificultades le agregamos otras propias, el panorama es aún más complejo, no solo desde lo económico, sino también desde lo político.

La semana se inició con una medida de fuerza del sector productivo que mayor cantidad de recursos aporta al Estado, como lo es el del campo.

Los productores agrupados en las cuatro Federaciones que los representan, al margen de algunos desencuentros internos, están llevando adelante un paro desde el lunes y que se extenderá hasta mañana.

Cuatro días no son pocos en la actual situación y por ese motivo, hoy están divididas las opiniones, entre los que adhieren a la resolución y los que manifiestan su desacuerdo.

El paro, que muchos definen como prematuro, al entender que no agotaron las instancias de diálogo, sin embargo, sigue adelante.

Después, llegará el momento de sacar conclusiones, pero quedó en claro, una vez más, que el enfrentamiento hace recordar tiempos que parecían haberse incorporado definitivamente al archivo de las experiencias negativas que sucedieron cuando la presidencia era ocupada por Cristina.

Todos estos coletazos que hoy están golpeando con extrema dureza contra una gestión que no termina de arrancar, no se constituyen en un buen síntoma.

De todos modos, esta historia recién empieza. La deuda con el Fondo que no encuentra una salida por ahora, a pesar de las reiteradas gestiones que llevó adelante el ministro Martín Guzmán, es otro problema a solucionar. Y de ninguna manera se trata de una negociación sencilla.

Son varios los frentes contra los que deberán luchar Alberto Fernández y cada uno de los integrantes de su gabinete. Ninguna parece resultar accesible y de fácil resolución, aunque el Gobierno exprese un mensaje prudente, que de alguna manera pueda generar una necesaria cuota de credibilidad entre nosotros, pero también entre los que podrían invertir en el país.

Las dificultades se multiplicaron y amenazan con seguir haciéndolo, en una país con una economía inestable y que no admite épocas prolongadas de bonanza.

Cuando las hubo y el viento sopló de cola, no supieron aprovecharse en una proporción acorde a lo que debió haber ocurrido, porque hubo años donde las rosas adornaron un camino en el que las espinas prácticamente no existían.

Lo importante, en estos tiempos de excesiva complejidad, es saber mantener la calma. Por supuesto que es un desafío mayúsculo, pero como se dijo hasta el cansancio, Argentina en innumerables ocasiones le encontró la vuelta a los obstáculos que se le fueron presentando.

Esta crisis, de todos modos, es más preocupante que cualquiera de las internas, porque estamos inmersos en una dificultad global que podría extenderse por espacio de varios meses.

El tema a discernir es si realmente estamos preparados hoy para hacerle frente a una situación internacional que nadie esperaba y que nos obligar a redoblar esfuerzos para no ser arrastrados.

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