Por REDACCION
La unión aduanera del Mercado Común del Sur, integrada por Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela, transita por estos días una tormenta de cierta intensidad que no hace otra cosa que sumar incertidumbre sobre su futuro, en el marco de un escenario donde la mayoría de sus integrantes atraviesa coyunturas adversas. En los últimos aumentó el debate sobre la calidad de la integración plasmada en los hechos por los cinco estados miembros desde su conformación en 1991 e incluso se considera que hubo más buenas intenciones que concreciones.
El presidente saliente de Uruguay, José Pepe Mujica, instaló la cuestión en la agenda pocos días antes de dejar el cargo, el domingo pasado, en manos de su sucesor Tabaré Vázquez. En una entrevista con el diario Perfil, consideró que "la integración precisa un liderazgo y ese liderazgo se llama Brasil, pero la Argentina tendría que acompañar, y no acompaña un carajo, más bien lo contrario, es como si la Argentina se hubiera retrotraído a una visión de 1960". Las críticas también fueron para Brasil, una de las economías grandes del planeta. En tal sentido, Mujica sostuvo que "en cuanto tiene el viento de cola, Argentina se olvida de la integración, cuando le van bien las cosas agarra para otro lado: también Brasil".
Para que el tema no se enfríe, el flamante ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa afirmó que "los procesos de integración en América Latina no han alcanzado el desarrollo esperado y exigen sinceramientos impostergables".
Las divergencias en el bloque comercial sudamericano crecieron, en los últimos años, a partir de la política proteccionista argentina. En este marco, el canciller uruguayo instó al Mercosur a "que se sincere y que deje atrás la retórica vacía, que apueste a las concreciones y no a los discursos que luego no se cumplen". Además se pronunció a favor de una "decidida vocación regionalista con integración comercial pero también productiva fundada en las necesidades de nuestros pueblos hermanos y no en visiones presuntamente ideológicas".
Al evaluar la situación del Mercosur, desde el Centro de Estudios Nacionales (CEN) pusieron el foco en el fuerte descenso del intercambio comercial entre Brasil y la Argentina, los principales socios del bloque. "Quien no está al tanto de la situación por la que viene atravesando la relación entre Brasil y Argentina podría pensar que el 2014 nos dejó una buena noticia: tras 14 años de déficit, la balanza comercial bilateral arrojó un resultado de 450 millones de dólares a favor de nuestro país. Sin embargo, hay pocas razones para festejar. La explicación no debe buscarse en el incremento de nuestras exportaciones hacia el país del carnaval, por el contrario, las mismas cayeron un 14% durante el año pasado, sino en el desplome del 25% de las importaciones de aquel origen. Datos que exponen concreta y crudamente la lenta agonía que viene sufriendo el proyecto de integración económica continental más ambicioso que gestó Sudamérica hasta nuestros días, el Mercado Común del Sur", sostiene un documento firmado por Francisco Uranga, coordinador del Equipo de Desarrollo Económico del CEN.
Además, consigna que los acuerdos celebrados con China durante el último viaje de Cristina Fernández fueron el principal tema que sobrevoló la visita del canciller brasileño, Mauro Vieira, quien estuvo en Buenos Aires hace dos semanas.
Sin embargo, apunta que el traumático presente del bloque regional no tiene como responsables a Brasilia o a Pekín sino, en gran parte, a la misma Argentina. "Nuestros desmanejos en materia macroeconómica han sido la principal causa de la curva descendente en la que entraron las relaciones con nuestros vecinos. El prolongado proceso inflacionario que viene experimentándose en Argentina, el cual no vino acompañado de los correspondientes ajustes en el tipo de cambio y, por lo tanto, implicaron un incremento de los precios y los costos locales en dólares, generó una erosión paulatina de nuestra competitividad que llevó a la administración nacional a adoptar medidas restrictivas, como el cepo cambiario y las trabas a las importaciones", sostiene el CEN.
Por su parte, la consultora Ecolatina indicó que si bien Brasil sigue siendo nuestro mayor socio comercial, el intercambio bilateral con China está ganando peso -la importación de sus productos ya representa 16% de nuestras compras al exterior- y amenaza con desplazar al país carioca como principal proveedor. Para dimensionar el crecimiento de la influencia china en la región cita a un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en el que se asegura que entre el año 2000 y el 2013, el comercio de bienes entre América Latina y China pasó de US$ 12.000 millones a US$ 275.000 millones anuales. Quizás esta realidad también explique, en parte, el debilitamiento de la relación entre los estados miembros del Mercosur.
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