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Editorial Sábado 3 de Noviembre de 2018

El drama del trabajo infantil

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REDACCION

Por REDACCION

En un país signado por las crisis cíclicas de la economía que dejan una profunda huella en lo social se producen situaciones no deseadas, cómo que un niño tenga que salir a trabajar para ayudar a pagar la olla, la comida del día. Este tipo de escenas se producen porque no queda otra alternativa o porque los padres o las personas que están a cargo de los menores simplemente se benefician de una especie de explotación.

La Argentina de las distorsiones refleja un enorme porcentaje de trabajo informal, con más del 30 por ciento. También una tasa de desocupación que gira en torno al 10 por ciento. Y con un índice de pobreza que punto más punto menos siempre se ubica alrededor del 30 por ciento. La recesión del momento junto a la inflación licua en gran medida el poder de compra del salario o de los beneficios sociales que paga el Estado, lo que completa este cuadro social en franco deterioro que empuja a los chico a hacer lo que sea para pagar el plato de comida diario. O, como se ha dicho, lleva a sus padres o encargados de la tutela a obligarlos a lavar coches, pedir limosna a la salida de un banco o de la iglesia, o directamente a desarrollar alguna otra actividad laboral. 

Con este panorama, se conoció un informe del INDEC que afirma que uno de cada diez de los niños y niñas de 5 a 15 años realizan al menos una actividad productiva, y en el caso de los adolescentes de 16 y 17 años, esta cifra llega al 31,9% a nivel nacional. En las zonas urbanas, los trabajos más habituales son los desarrollados en talleres, oficinas o negocios, y en lugares rurales, las tareas de cultivo o cosecha y hasta el ordeñe de animales, mientras entre los adolescentes están más vinculados a la limpieza de casas y elaboración de comidas.

El organismo encargado de las estadísticas y la Secretaría de Trabajo y Empleo presentaron esta semana los resultados de la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA) que corresponden al período comprendido entre 2016 y 2017. Según el relevamiento, el 10% de los niños y niñas de 5 a 15 años de todo el país realizan al menos una actividad productiva y en el caso de los adolescentes de 16 y 17 años trepa al 31,9% a nivel nacional.

Los principales motivos que los impulsan al mercado laboral están relacionados con la ayuda familiar y la necesidad de ganar dinero para sus gastos y los de su hogar, asegura el sondeo.

La encuesta revela también que las distintas formas del trabajo infantil y adolescente están más extendidas en las consideradas zonas rurales. El trabajo mercantil entre los niños, niñas y adolescentes tiene mayor presencia relativa en las áreas urbanas de las regiones noroeste y noreste, y en áreas rurales de las regiones Pampeana, Cuyo y noreste.

Asimismo, el reporte señala que las actividades laborales más habituales entre los niños y adolescentes urbanos son el trabajo en negocios, talleres u oficinas por dinero (para el 39,9% de los niños y niñas, y el 37,9% de los adolescentes que desarrollan labores) y la construcción y reparación de viviendas (el 29,5% de los adolescentes). En tanto, en el caso de las adolescentes urbanas tienen más prevalencia el cuidado de niños y personas mayores o enfermas, la limpieza de casas y la elaboración de comidas o productos para vender.

Mientras que en las zonas rurales más de la mitad de los niños y niñas que trabajan se dedican al cultivo o cosecha de productos para vender (14,2%), el cuidado u ordeñe de animales (14,4%), la ayuda en la construcción o reparación de otras viviendas (11,9%) y la ayuda en negocios u oficinas (11,9%).

De acuerdo a la encuesta, la primera con cobertura nacional más allá del antecedente en 2004, las actividades principales entre los adolescentes rurales son el cultivo o la cosecha de productos con fines de venta (15,1%), la ayuda en negocios, comercios o almacenes (12,4%), la construcción o reparación de viviendas (9,5%), la producción de ladrillos (8,9%) y el ordeñe y cuidado de animales de granja o de campo (8,6%).

Con respecto a las actividades domésticas intensivas en el ámbito rural, son las adolescentes quienes se dedican en mayor grado a la realización de quehaceres domésticos y al cuidado de miembros del hogar (72,8%).

A la lucha contra la pobreza, que el país pierde por goleada desde hace años a pesar de que esta problemática se incorporó con fuerza a la agenda pública, se le debe agregar el desafío de reducir los indicadores de trabajo infantil para que los jóvenes puedan concentrarse en la educación. Lo cierto es que también, no pocos adolescentes tienen una mala relación con la escuela, optan por dejar sus estudios y después... 









 

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