Por REDACCION
Estados Unidos es reconocido, entre múltiples aspectos, de los buenos y de los otros, como la primera economía mundial.
Es una definición que nadie pone en tela de juicio, porque los distintos sensores así lo certifican.
Hoy, sin embargo, el país que también es considerado como el más poderoso del mundo en la carrera armamentista, un tema siempre cuestionado por todos los organismos pacifistas, está dando una muestra de endeblez que seguramente nadie se imaginaba.
Vulnerable como pocos ante la expansión global del Covid-19, hoy encabeza la triste estadística de fallecidos e infectados por la pandemia, que golpea con tremenda dureza a todo el país y de una manera especial a su ciudad más emblemática: Nueva York.
En la "Gran Manzana" no se encuentran soluciones para frenar el avance del coronavirus y las víctimas fatales se contabilizan por miles. Se atribuye el desolador panorama, a las medidas que adoptó tardíamente el gobierno conducido por Donald Trump.
Nueva York, la ciudad que nunca descansa, hoy transmite una imagen casi fantasmagórica, con sus calles desiertas y sus luces sin el brillo que las distingue.
Sin haber resuelto el problema generado por la pandemia, Estados Unidos ya comenzó a evaluar de qué manera afrontará el día después, con la economía deteriorada como en la depresión de 1929 y que demandó una prolongada recuperación, que permitió el regreso a la normalidad 10 años después.
En el inicio de esta semana, un informe de la Reserva Federal, advirtió que las empresas sin demasiado sustento monetario, no podrán sobrevivir a la crisis financiera.
Pero no solo ese detalle es el que preocupa a los estadounidenses, sino que a raíz del aislamiento social, la actividad económica se contraerá durante un tiempo prolongada y casi imposible de precisar.
Los empresarios coinciden en señalar que las condiciones van a empeorar en los próximos meses, incluso en el hipotético caso que empiecen a flexibilizarse determinadas actividades.
Además de lo expresado por la Reserva Federal, se conocieron otros datos, también desalentadores para el corto plazo, como los aportados por el Departamento de Comercio.
Un relevamiento efectuado por el organismo demuestra que las contracciones no tienen precedentes en las últimas décadas.
Incluso, se animan a señalar que no existenprecedentes en algunos sectores, en particular en las ventas minoristas, pero también en la producción industrial, crucial en la economía más poderosa del mundo.
Se reconoció además que el turismo -transporte, hotelería y gastronomía- es otro de los sectores más golpeados, fundamentalmente en aquellas ciudades o regiones que reciben a millones de visitantes cada año.
Todos los datos que se están dando a conocer son preocupantes y reflejan con absoluta claridad una crisis imposible de ocultar, como los pronósticos, que también coinciden en asegurar que "lo peor todavía no llegó", tanto en lo sanitario como en lo económico.
Justamente, la ciudad más afectada es Nueva York, considerada por los agentes de turismo como la más cosmopolita del mundo. Es lógico que así ocurra por tratarse del centro de mayor densidad poblacional, que se están tomando un descanso por tiempo indeterminado.
Hoy no se ven personas caminando por el Central Park; visitando la Estatua de la Libertad; los Museos; el Rockefeller Center; el Empire State; el Puente de Brooklyn o la catedral St. Patrick. Ni siquiera se ve gente fascinada por las luces en la noche de Times Square o por los teatros de Broadway.
"La Gran Manzana" sigue padeciendo los embates de un enemigo invisible, que no fue combatido en su momento con las armas que un país del primer mundo dispone como para hacerlo.
Cuando se minimizan las posibles consecuencias de este tipo de situaciones, hasta el más poderoso las termina lamentando.
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