Por REDACCION
Para formular políticas públicas a medida de lo que necesita un país, una provincia o una ciudad es necesario contar un diagnóstico confiable que refleje, como un espejo, lo que sucede realmente en cada una de esas jurisdicciones. Si un relevamiento muestra que las rutas son un desastre, entonces las autoridades tienen la obligación de enfocarse en la resolución del problema. Si la tasa de delitos crece exponencialmente, se requiere un rediseño de las estrategias de seguridad, desde el presupuesto asignado hasta la definición de los operativos para intervenir en las zonas más calientes. No es distinta la cosa en lo que hace a la pobreza: al contar con un mapa social lo más cercano a lo que sucede en la realidad, más eficientes serán los planes de contención.
Los especialistas repiten una y otra vez que la construcción de información confiable es un insumo indispensable para sustentar la elaboración de las políticas públicas acordes a lo que el territorio necesita. Por eso es difícil comprender por qué un economista que además es ministro de Economía de la Nación admita sin culpas que no tiene datos sobre la cantidad de pobres que hay en la Argentina de la supuesta década ganada.
Fue el ministro, Axel Kicillof, quien reconoció no no saber cuántos pobres hay en el país y al tiempo que justificó que el INDEC no publique datos vinculados con la pobreza e indigencia desde hace un año y medio, por considerar que medir esa cuestión es "estigmatizante". Durante una entrevista y al ser consultado si tenía datos de esta problemática, el funcionario sostuvo que "es una pregunta bastante complicada, últimamente no tengo el número de pobres" aunque al menos admitió que "en la Argentina falta mucho camino por recorrer" en materia social.
El INDEC no publica cifras oficiales sobre el nivel de pobreza e indigencia en el país desde el 29 de octubre de 2013 y, por ello, la única información existente en esa cuestión es generada por estudios privados.
Pero un día después de sus afirmaciones, Kicillof acusó a los medios de "tergiversar" sus declaraciones en torno al nivel de pobreza que hay en el país, y aseguró que "en los últimos 12 años se redujo enormemente" la cantidad de personas en esa condición. "Estoy acostumbrado a que me saquen de contexto. Ayer tomaron una declaración suelta en una radio y empezaron una campaña contra mí. Los medios están en campaña y ponen en tapa una frase mía en la que me sacan de contexto. Me llama la atención cómo marca agenda un comentario anecdótico", se quejó el funcionario. Según el ministro, el Gobierno "no oculta la pobreza, es mentira, lo desmiento y es una verdadera estupidez. Los diarios están en campaña para determinados candidatos. Parecen panfletos de un partido político".
Rápidamente, el exviceministro de Desarrollo Social, hoy enrolado en el Frente Renovador, Daniel Arroyo, estimó que en el país "el 27 por ciento de los habitantes es pobre". El especialista consideró que "la actividad económica no está generando empleo y el Estado en los últimos dos años fue casi el único empleador" a la vez que recordó que su último estudio arrojó que hay 8 millones de personas que reciben planes sociales. En este sentido, concluyó que "si eso no sucediera, la pobreza subiría notablemente".
Al aportar indicadores que reflejan un preocupante contexto social, subrayó que un 34 por ciento de personas en la Argentina, es decir una de cada tres, trabajan en la informalidad, y un millón y medio de jóvenes no estudian ni tienen empleo, y son conocidos como la "generación ni-ni". Para Arroyo, la mejora social "tiene que ver con el crecimiento de la economía y como eso no sucede, el Gobierno genera una gran presión tributaria, que es la más alta de la historia, sobre el sector formal de la economía".
Desde la perspectiva de Kicillof, al Gobierno no le importa demasiado la pobreza o bien considera que no existe el problema, lo hace invisible y lo retira de la agenda. Distinta es la lectura que hace la Iglesia, que en noviembre pasado había manifestado su "preocupación" por la "pobreza estructural" y había realizado una observación sobre el alcance de los planes sociales. El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, enfatizó en ese momento que "no se sale de la pobreza estructural con planes sociales sino con trabajo en blanco".
Así las cosas, es necesario que lo antes posible se reconstruyan los indicadores de pobreza e indigencia para poder, si corresponde, adoptar las medidas que sean necesarias para asistir a aquellos sectores sociales que se encuentran desamparados. De esta forma, el promocionado discurso de la redistribución del ingreso y la igualdad estará alineado a lo que realmente sucede, dejando de ser un relato inconsistente.
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