Por REDACCION
Aún cuando las ventas de armamentos están reguladas por normas internacionales, cuando de hacer negocios se trata y estando de por medio intereses, todo puede ser posible. Es decir, tanto venderle a los países que compran encuadrados dentro de las leyes internacionales, como aquellos otros que lo hacen de manera exactamente contraria, incluso a fuerzas subversivas u organizaciones terroristas. Aunque sin quedar fehacientemente comprobado, algo de eso sucedió el año pasado con Estados Unidos, que bajo la presidencia de Donald Trump tuvo una escala realmente fuerte en la venta de armas y equipamientos militares, tanto convencionales como no convencionales.
Desde el 20 de enero del año pasado en adelante, fecha en la cual asumió Trump en la Casa Blanca, la industria armamentística de Estados Unidos vive un auge inusitado, habiendo aumentado un 25% de material militar, confluyendo dos factores, por un lado el aumento de los conflictos bélicos en muchos lugares del mundo, y por el otro el total respaldo de Trump para la industria de su país, sin importarle condicionamientos ni restricciones de ninguna clase. Es muy probable que muchos de esos armamentos pueda terminar siendo utilizado contra las mismas fuerzas estadounidenses.
Ni bien iniciada su presidente, Trump dejó bien claro que tenía la intención de ceder el protagonismo en la primera línea de combate a las fuerzas de seguridad, lo cual ha incentivado la compra de armamento no convencional por parte de países como Arabia Saudita y Japón, este último preocupado por la escalada de Corea del Norte. Pero al mismo tiempo, es factible que la aparición de nuevos clientes en la cartera de la industria bélica responda a las amenazas de grupos yihadistas como el Isis, o bien del propio país norcoreano.
Un dato que es elocuente en cuanto a los montos que se manejan: Arabia Saudita deberá pagar 15.000 millones de dólares por un sistema antimisiles. Una venta de los Estados Unidos que traspuso una sanción reciente que le había impuesto a ese país y a Nigeria por no respetar los derechos humanos. Pero queda bien claro, lo reiteramos, que cuando hay dinero de por medio y más con esta clase de cantidades, que todas la sanciones, normas o restricciones quedan en el olvido. Una cosa es lo que se dice ante el mundo, otra muy distinta la que realmente ocurre. Y no sólo eso, pues ambos países sancionados, ya que Nigeria a pesar de todas sus miserias y necesidades también compró armamentos a los estadounidenses, están recibiendo dentro de su paquete de compras el entrenamiento adicional para los sistemas adquiridos. Es decir, todo bien completo.
Según los datos conocidos del propio Departamento de Estado, responsable de elaborar los informes favorables o contrarios a esta clase de ventas de armamentos -aunque como se ve luego todos quedan aprobados, incluso aquellos que recibieron dictamen adverso- Estados Unidos cerró el último ejercicio que va desde octubre de 2016 a septiembre de 2017 con ventas por 41.390 millones de dólares, lo cual supone un aumento del 24,9% respecto al ejercicio anterior, el cual había sido cerrado por el anterior presidente, Barack Obama, cuando se había llegado a 33.600 millones de dolares. Queda bastante claro, que con Trump en la Casa Blanca se han superado casi todas las barreras para la comercialización de armas en el mundo, incluso hasta con sus propios enemigos.
Una clara muestra de la nueva política comercial es el significativo aumento que han tenido las notificaciones de ventas de armas al Congreso, órgano que en última instancia es quien debe dar la aprobación a las ventas de armamentos no convencionales a otros países.
Se consigna además en el informe que entre enero y noviembre de 2016 al Congreso le notificaron ventas por 58.040 millones de dólares, significando un repunte del 39,5%, que se ajusta claramente a la estrategia de Trump bajo el lema "hacer a EE. UU. grande de nuevo". Es así que tanto el Departamento de Estado como los ministerios de Defensa y Comercio están llamados a hacer propuestas para mejorar y acelerar toda esta clase de procesos, con el objetivo de ver cómo pueden ir eliminando las regulaciones para de tal modo dar vía libre a todas estas ventas de armamentos, que no hacen otra cosa que incentivar las confrontaciones bélicas.
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