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Editorial Miércoles 27 de Julio de 2011

Efectos negativos

La asignación universal por hijo que hoy adjudica 220 pesos, sufre un deterioro del 28% debido a los efectos inflacionarios. Hay unos 4 millones de chicos que la perciben, beneficiando a 2 millones de grupos familiares.

Redacción

Por Redacción

Efectos negativos


La Asignación Universal por Hijo fue uno de los subsidios más justificados de todos los que dispuso efectivizar el gobierno nacional, con un alcance e impactos muy importantes, considerando que ayudaron a aliviar la situación de muchísimas familias. Eso es así y de tal manera es reconocido desde todos los sectores de la sociedad, pero también está siendo afectado -como todo el resto de ingresos- por la inflación que se ha instalado en el país desde hace mucho tiempo, y que hasta ahora salvo negarla a través de las mediciones oficiales del INDEC, poco se ha hecho para enfrentarla con la decisión y energía suficiente para combatirla.

Cuando a fines de 2009 se implementó este subsidio por hijo tenía un monto de 180 pesos, pero luego en septiembre de 2010 se lo aumentó a 220 pesos tratando de paliar en parte el deterioro producido por la inflación. Desde entonces se encuentra en ese valor, si bien en este momento ya debería estar en el orden de los 300 pesos, para conservar el poder adquisitivo que tenía al momento de ser instrumentado, ya que su poder de compra ha experimentado una merma del 28%, comprendiendo el período que va desde fines de 2009 a mediados de 2011.

En el presente, y de acuerdo con informaciones oficiales, hay unos 4 millones de niños que reciben este subsidio mensual de 220 pesos, viéndose beneficiadas 2 millones de familias, aunque en realidad y como consecuencia de la sostenida onda inflacionaria, actualmente compra un tercio menos de las mercaderías que podía hacerlo en aquellos primeros meses de la vigencia del subsidio.

Queda aquí fehacientemente comprobado, como se ha dicho siempre -excepción hecha del ministro Amado Boudou, que llegó a asegurar que la inflación sólo afectaba a las clases media y alta-, que cuando hay esta permanente evolución alcista de los precios, siempre los más desfavorecidos son los que menos tienen, tanto los que dependen del asistencialismo como los que perciben los haberes mensuales más bajos, ya que no tienen forma de defenderse frente a la inflación, considerando que todos sus ingresos están inevitablemente destinados a la alimentación.

A este deterioro del 28% se llega merced a mediciones de consultoras privadas, ya que según el INDEC, como los precios en todo ese lapso apenas subieron 22%, el incremento dado a la Asignación conserva su valor adquisitivo original. Queda claro entonces, porque el INDEC perjudica a todos.

Divisas en fuga

La fuga de divisas, o bien las que salen del circuito de circulación -que al fin de cuentas es lo mismo- fue cambiando de perspectiva, ya que antes alrededor del 60% de las compras de dólares correspondían a grandes inversores, pero en cambio en estas últimas semanas la salida de divisas está concentrada en al menos el 80% de pequeños ahorristas, dando cuenta de ello que un tercio de las compras recientes de dólares fueron de 1.000  por persona, siendo una de las alternativas que encuentran quienes disponen de pequeñas sumas y buscan resguardarse en moneda extranjera. Aún cuando existe conocimiento que el dólar siempre pierde frente a la inflación y la tasa de interés, no se dispone de otra alternativa, porque lo exigua de las sumas impiden realizar otra clase de inversiones.

Según una consultora privada que realizó un relevamiento sobre el tema, en la primera mitad del año los compradores de 1.000 dólares fueron el 35%, de hasta 7.000 un 10%, hasta 15.000 otro 10% de compradores, hasta 40.000 también un 10%, y hasta 70.000 dólares otro 10%, mientras que en cambio el restante 25% efectuó operaciones de compra de sumas que oscilaron entre 200.000 y 500.000 dólares, teniéndose aquí una elocuente radiografía de la movilidad del sistema, dando cuenta que la mayor cantidad de ahorristas son aquellos que van juntando pequeñas sumas sobrantes de sus presupuestos familiares para llegar a comprar un millar de dólares.

Si bien es frecuente que esto suceda antes de cada elección presidencial, por el clima de desconfianza que se genera en cuanto a las nuevas medidas que pueden aplicarse, en el presente caso y aún cuando la mayor posibilidad está en la continuidad del mismo gobierno, es por trascendidos que dan cuenta de algunas correcciones que se dispondrían luego de las elecciones. La gente, muy precavida por antecedentes del pasado en este sentido, corre al dólar.

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