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Editorial Lunes 22 de Septiembre de 2014

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REDACCION

Por REDACCION

Es un monstruo grande


Por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz. Se trata de una declaración que pretende reforzar los ideales de la paz en todas las naciones y pueblos del mundo, aunque a juzgar por los hechos y los conflictos, en algunos casos sanguinarios y muy crueles que se esparcen por el planeta, el efecto buscado aún está lejos de convertirse en realidad. 

Como afirma la ya universal canción de León Gieco, la guerra es un monstruo grande que pisa fuerte. En los diarios del mundo y en los portales informativos de internet se dedican grandes espacios para reflejar lo que sucede en lo que comúnmente se denominan zonas calientes del planeta. Así, hasta hace pocos días el contraataque de Israel a los territorios palestinos de Gaza en represalia al sistemático lanzamiento de cohetes de la organización Hamas ocupaban la primera plana de los medios de comunicación. No es nuevo este conflicto, pero desde hace más de 60 años que esa región asiste al estallido de continuos enfrentamientos siempre con Israel en el medio, en una lucha que tiene motivos religiosos y geopolíticos. 

La reciente operación israelí dejó más de dos mil muertos en Gaza, familias destruidas por las ausencias y un dolor que será eterno. El diálogo al menos produjo acuerdos precarios para hacer callar las armas y otra vez destinar esfuerzos para reconstruir lo que las bombas hicieron escombros. 

En Afganistán, con los talibanes y Al Qaeda operando en grandes extensiones, la paz parece una utopía inalcanzable. Todos los días se reiteran sangrientos ataques y atentados que corroen las esperanzas de sus habitantes de vivir, alguna vez, en paz y armonía. Quizás una foto retrate ese deseo de miles de afganos anónimos. Ayer cientos de ciclistas de ese país participaron de una carrera durante la Jornada Mundial de la Paz en Mazar-i-Sharif. Es una muestra pequeña pero simbólicamente gigante de la necesidad de pacificar una región conmovida siempre por las guerras.  

En Ucrania la decisión de su gobierno de acercarse a la Unión Europea también desató un infierno y alarmó al este europeo. Es que en el este de ese país los habitantes conservan vínculos históricos con Rusia, por lo que rechazan la decisión del Gobierno de Ucrania, con el recuerdo aún fresco de aquel mundo en el que estadounidenses y rusos se disputaban la hegemonía mundial. 

Gaza, Afganistán y Ucrania son escenarios de una larga lista de conflictos que incluyen zonas de Africa y la violencia del Estado Islámico en territorios de Irak y Siria. Constituyen la deuda pendiente, millonaria por cierto, porque lograr la pacificación no parece probable en el corto plazo. 

Lamentablemente el doble discurso impera entre las naciones. Es que las organizaciones terroristas adquieren armas a los países más importantes, que por un lado enfatizan la necesidad de lograr la paz y por otro comercializan la muerte a través de la venta de armamento. 

La celebración de este año se dedica a la conmemoración del 30º aniversario de la Declaración de la Asamblea General sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, en la cual se reconoce que la promoción de la paz es esencial para el pleno disfrute de todos los derechos humanos. Cada 21 de septiembre brinda la oportunidad de reafirmar el compromiso de las Naciones Unidas con los propósitos y principios sobre los que se fundó la Organización.

El Día Internacional de la Paz fue establecido en 1981 por la resolución 36/67 de la Asamblea General para que coincidiera con la sesión de apertura de la misma, que se celebra anualmente el tercer martes de septiembre. El Día de la Paz se conmemoró por primera vez en septiembre de 1982.

En 2001, la Asamblea General aprobó por unanimidad la resolución 55/282, que estableció el 21 de septiembre como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial. Por eso, la ONU invita a todas las naciones y pueblos a que cumplan una cesación de hostilidades durante todo ese Día y a que también lo celebren mediante la educación y la sensibilización del público sobre todos los temas relacionados con la paz.

Así, en la sede la ONU en Nueva York se suceden discursos de líderes mundiales sobre la necesidad de bregar por la paz en el mundo. Sin embargo, desde una perspectiva pesimista podría decirse que los mensajes en ese ámbito van por un lado y las acciones por otro totalmente diferente. Es decir, se dice una cosa y se hace otra. Con lo cual modificar el estado de las cosas demandará un sinceramiento pleno y avanzar contra la poderosa industria del armamento. Hoy este objetivo se presenta poco menos que imposible.  

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