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Editorial Viernes 8 de Julio de 2011

Dólares privados

Los argentinos tienen ahorrados, es decir fuera del circuito financiero, una cantidad de dólares equivalente al 40,1% del Producto Bruto Interno. La aceleración viene dándose desde 2007.

Redacción

Por Redacción

Nunca como en este momento, aunque los argentinos siempre fueron afectos a trasladar sus ahorros al dólar, hubo tanto divisa estadounidense en poder del sector privado, guardada en lugares que la mantiene fuera de circulación, es decir, en cajas de seguridad, dentro del colchón, o bien, una alternativa que manejan en su mayoría las empresas, depositadas en el exterior. Es que en la actualidad esa cifra alcanza a 147.495 millones de dólares, lo cual se infiere a los datos que consigna el INDEC en la balanza de pagos correspondiente al primer trimestre de 2011. Una cifra que se transforma en récord y que constituye un 40,1% del Producto Bruto Interno.

Al mismo momento de conocerse este dato, las reservas del Banco Central se encontraban exactamente en 51.298 millones de dólares, por lo cual tenemos a la vista que los activos de los argentinos -incluso en la misma moneda- triplican las que tiene en existencia como reservas la entidad bancaria central, pero además, superando la deuda pública, estimada a ese momento en 130.827 millones. En otra perspectiva de comparación, tenemos que esa disponibilidad de los privados, supera cinco veces las inversiones que las empresas mantienen en el exterior, que ascendían en el mes de marzo a 29.289 millones de dólares.

Un detalle a considerar, que deja en evidencia la falta de confianza y credibilidad en nuestra economía, es que sólo en los últimos 27 meses, y aún a pesar de la volatilidad financiera internacional, los depósitos de los argentinos en el exterior registró un aumento de 26.500 millones de dólares. Un escape de divisas que se nutrió de los excedentes del comercio exterior, los cuales fueron muy buenos en mérito a los altos precios internacionales, que siguen sosteniendo muy positivamente a buena parte de nuestra economía, como así también el sistema financiero, tanto del sector privado como en especial del Estado. Aunque, de todas maneras, en virtud de la importante suba que continúan teniendo las importaciones, a pesar de las restricciones, el superávit comercial sigue reduciéndose sostenidamente, lo cual enciende una luz amarilla, la cual debe ser seriamente considerada, ya que al menor traspié de los precios de nuestras exportaciones, la situación puede empeorar mucho más aceleradamente.

Los dólares que siguen saliendo del país, lo hacen a un promedio de unos 1.000 millones mensuales, lo cual sin dudas impacta en las reservas del Central, que no sólo crecieron menos sino que además experimentaron un estancamiento, con señales de estar en retroceso, lo cual tiene prueba fehaciente con un solo detalle: en marzo de este año las reservas eran de 51.298 millones de dólares, es decir, 891 millones más bajas que el último trimestre de 2010. Aunque no debe tampoco dejar de mencionarse la fuerte compra de billetes dólar por parte de ahorristas que resguardan allí sus valores, habiendo llegado en esos tres primeros meses del año a 2.877 millones, unos mil millones más que en los últimos tres meses de 2010.

La fuga de divisas es una de las cuestiones que afecta a la economía, a la cual no se le encuentra solución para al menos atenuarla, ya que mantiene su línea en alza, ya que de acuerdo con la consultora ACM la aceleración es más que evidente, pues mientras en los tres primeros meses del año la ida de dólares al exterior fue de 1.225 millones mensuales promedio, en el pasado mes de mayo esa fuga alcanzó a 2.350 millones.

Esa misma consultora, en su análisis, sostiene que en la previa del ciclo electoral, los riesgos parecen estar más concentrados hacia la profundización del desdoblamiento del mercado de cambios, aceleración en la salida de capitales mediante. De hecho, la coyuntura internacional marcada por los problemas de la periferia europea -con Grecia a la cabeza- sumada al débil crecimiento de la actividad económica en Estados Unidos, no aportan un panorama positivo en este sentido, pudiendo ser fuentes de nuevas oleadas de volatilidad, agudizándose a nivel local la salida de capitales.

Esta tendencia de la fuga de capitales al exterior, viene registrándose desde 2001 en adelante, con apenas algunos altibajos, encontrándose en este momento en su punto cúlmine de todo el período, con una aceleración muy expuesta desde 2007 en adelante.

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