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Editorial Sábado 25 de Febrero de 2012

Distinción y partida

EDITORIAL

Redacción

Por Redacción

El mundo del cine, como bien puede englobarse toda la importante y nutrida actividad que en torno a este industria-arte se desarrolla en nuestro país, la semana anterior nos produjo dos novedades trascendentes. Una de ellas, muy positiva, como lo fue la conquista del premio Goya por parte de la película argentina "Un cuento chino", consagrada en el festival de Madrid como el mejor film latinoamericano, lo cual no es poco decir, sumándose a las muchas premiaciones obtenidas por la cinematografía nacional en el concierto internacional. La otra, la lamentable aunque inevitable, y mucho más en este caso por su tan prolífica como larga existencia, la muerte de Lydia Lamaison, quien tenía 97 años y había desarrollado una carrera actoral de marcada trascendencia, habiendo actuado hasta hace muy poco, completando la triple actividad más preciada: cine, teatro y televisión. Dúctil para todas ellas, reconocida aquí y en el mundo.

Una vez más Ricardo Darín, sin dudas el actor argentino más representativo de nuestra cinematografía, fue el protagonista central de esta ahora laureada "Un cuento chino", obra de Sebastian Boresztein, uno de los hijos del recordado Tato Bores -el otro es Alejandro, arquitecto y columnista humorístico de la realidad política en Clarín-, quien cabe mencionarlo, estuvo ausente en la ceremonia de premiación en la capital española por encontrarse filmando en Buenos Aires, posiblemente una obra que en la próxima temporada se encuentre entre las destacadas y aspirantes a premios en esta clase de festivales.

Fue justamente Darín, el encargado del anuncio sobre la notable distinción lograda por este obra de Boresztein, quien no sólo la dirigió sino fue también quien la escribió, es decir, todo fue producto de su imaginación y creatividad. Es la historia de un ferretero argentino y un joven chino que se encuentra en la búsqueda de un pariente en Buenos Aires.

Boresztein ya había lucido al escribir el guión y dirigir "La suerte está echada" hace cuatro años, teniendo también algunas apariciones actorales "Futuro perfecto", "El delantal de Lili", "La mitad negada" y "Chicos ricos". Lo que se dice, un verdadero artista, por sobre todas las cosas, muy creativo. En cuanto a Darín, el responsable de sostener el filme actoralmente, su carrera no sólo es conocida por tratarse de una figura de gran popularidad, sino que además, y esencialmente, poseedor de un amplísimo reconocimiento en el mundo del cine, tanto aquí como en el mundo.

En cuanto a la desaparición de Lydia Lamaison, a los 97 años estuvo hasta el final lúcida, activa e inteligente como lo fue a lo largo de toda su existencia. Protagonista de un hecho que la pinta de cuerpo entero en su fuerte, enérgica y decidida personalidad, ocurrió cuando en 2006 y con 92 años, actuando en una obra teatral sufrió la fractura del húmero, y aún cuando los médicos le recomendaron total reposo, ella decidió cumplirlo a su modo, haciendo ubicar un sofá sobre el escenario, y desde allí, cumplir su rol en la obra. Inmóvil, pero presente, cumpliendo tal como lo había comprometido.

Había nacido el 5 de agosto de 1914 en Mendoza como Lidia Guastavino Lamaison, pero se crió en Buenos Aires, donde a los 17 años se recibió de maestra, aunque la veta artística sobresalía en ella, comenzando como concertista de guitarra y actuando en teatro independiente, aunque a los 24 años ya estaba incorporada al teatro profesional integrando la compañía de Blanca Podestá. Su ductilidad, a lo largo de su extensísima carrera, le permitieron hacer de todo, clásicos, populares, unipersonales, music hall, y hasta espectáculos para niños en aquella recordada "Doña Disparate y Bambuco" junto a Osvaldo Pacheco. Además, mucha televisión y también cine, en el cual debutó en 1939 en "Alas de mi Patria" de Carlos Borcosque, siendo dirigida después por maestros como Mario Soffici, René Mugica, Manuel Antín, Luis Puenzo, Luis Sandrini y Fernando Ayala, entre otros.

A la TV, una de sus preferencias, se incorporó en 1952, cuando todo recién empezaba en el país y ella arriesgó para trabar en ese nuevo medio por entonces naciente, siempre en vivo, porque las grabaciones no existían. Difícil y complicada tarea, reservada para pocos, la Lamaison entre ellos. Pero al tiempo integró la lista negra de ese tiempo, prohibida, por ser identificada como antiperonista, aunque con los años le llegó el tiempo de revancha, con decenas de personajes, algunos de ellos magistralmente creados, como la "doña Mercedes" de "Rosa de lejos", por citar uno de ellos.

Sin dudas, se fue una de las grandes actrices del espectáculo argentino.

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