Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Editorial Sábado 28 de Julio de 2012

Cuidado de la naturaleza

Editorial

Redacción

Por Redacción


Cuidar la Naturaleza, y por supuesto todos los beneficios que produce para la existencia de la vida en el planeta, debería ser uno de los preceptos fundamentales a cumplir por el hombre, pero sin embargo, en forma constante la desafiamos con acciones que interrumpen ciclos que se vinieron dando desde el comienzo mismo de la existencia. El ecosistema es quien nos proporciona numerosas formas de respaldo natural al esfuerzo humano, tales como el filtrado del agua que bebemos -de paso, uno de los recursos que por el descuido y constante malversación que se hace del mismo, en pocas décadas se convertirá en más valioso que el petróleo-, o bien el polinizado de los cultivos que realizan las aves y las abejas, o el equilibrio que ciertas especies mantienen al imponerse sobre otras.

El descuido y la incomprensión que existe respecto al cuidado de la naturaleza y sus acciones, es realmente notable y sus efectos a largo plazo pueden resultar no sólo catastróficos, sino irreparables, modificando absolutamente las condiciones de vida en la tierra. Algo que, ya es percibido por diversos fenómenos como el recalentamiento de la corteza terrestre por los gases de efecto invernadero que provocaron enormes agujeros en la capa de ozono -que nos protege de los rayos ultravioletas del sol-, además de inundaciones y un gran avance de regiones áridas, en este último caso como consecuencia de la tala indiscriminada de bosques y selvas, que causan el lavado de la tierra, sin que la misma pueda adquirir la humedad necesaria.

El resquebrajamiento de muchas de estas facetas protectoras de condición natural es lo que provocó el origen de numerosas epidemias, pudiéndose mencionar entre ellas el sida, la fiebre del Nilo occidental, el Ebolá. La enfermedad, en casi todos sus casos, es una consecuencia de las alteraciones ambientales, pudiéndose referir por ejemplo que el 70% de las enfermedades infecciosas que afectan a los humanos tienen su origen en animales.

Se encuentra en marcha en los Estados Unidos un programa en el cual trabajan veterinarios, físicos, epidemiólogos y biólogos, cuyo objetivo es llegar a establecer la "ecología de la enfermedad", lo cual sería descubrir, sobre la base de las alteraciones que producen una nueva granja o la traza de una nueva ruta, el traspaso de nuevas enfermedades para detectarlas al momento de su aparición y poder evitar de tal forma su propagación.

El objetivo es poder evitar este tipo de desarrollo tanto de enfermedades conocidas como otras nuevas que puedan generarse, ya que tanto es la preservación de la salud de la población como el enorme gasto que significa enfrentar una epidemia. Es que, según una estimación del Banco Mundial, una pandemia grave de gripe podría llegar a costar 3 billones de dólares.

Una de las situaciones muy serias, que agigantan el problema, es la forma en que en los países pobres tiene y cría el ganado, en contacto con animales salvajes y por lo tanto multiplicando sus enfermedades. Un reciente estudio del Instituto Internacional de Investigación del Ganado llegó a la conclusión que más de 2 millones de personas mueren cada año por causas de enfermedades que se propagan a los humanos desde animales tanto domésticos como salvajes.

Pueden citarse casos muy precisos, como los virus de Nipah, en el sur de Asia, y el Hendra, en Australia, ambos una muestra de cómo la alteración de un ecosistema llega a causar enfermedades. Los virus tuvieron su origen con los "zorros voladores", también conocidos como murciélagos de la fruta, ya que se alimentan de frutas colgados cabeza abajo, dejando caer parte de pulpa, el jugo y las semillas, los que luego ingeridos por animales domésticos, dieron origen a virus que llegaron a provocar una gran epidemia en 1999 en zonas rurales de las áreas mencionadas. Digamos además, que el murciélago, evolucionó junto al virus y se hicieron inmunes a sus efectos, los que en cambio resultaron de altísima nocividad para el resto de la fauna del lugar, llegando a provocar 106 muertes de humanos, ya que no existe antídoto alguno contra esta clase de virus.

También sobre el sida se dan datos muy precisos, sosteniéndose que pasaron de los chimpancés al hombre en 1920, cuando cazadores de animales salvajes los mataban y faenaban. Aunque su gran conocimiento se comenzó a tener hacia los años 1980 bajo la identificación de "peste rosa", pues los más afectados eran de la comunidad homosexual.

Loa casos podrían continuar mencionándose, aunque ni falta hace, siendo los referidos ejemplificadores respecto a la responsabilidad humana en la generación de enfermedades y epidemias.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso