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Editorial Lunes 21 de Enero de 2019

Crisis hídrica y deforestación

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REDACCION

Por REDACCION

Las inundaciones que afectan una buena parte del territorio argentino, provocando fuertes pérdidas en la matriz productiva agropecuaria y generando un drama humanitario cuando el agua ingresa a los pueblos y ciudades, reactualizan las discusiones sobre las causas del fenómeno. En primer lugar obedece a registros de lluvia que exceden los promedios para esta época del año, es una realidad objetiva. Ni el hombre ni los gobiernos pueden hacer nada al respecto. Después ingresan al análisis factores con cierta carga subjetiva: ¿los gobiernos planificaron e hicieron obras para atenuar el impacto de precipitaciones abundantes? ¿Si se permiten la tala de montes naturales para extender la frontera agrícola, se toman precauciones sobre el comportamiento que tendrán las aguas cuando se registren excesos de lluvias? Es decir, el suelo cubierto de montes no absorbe la misma cantidad de agua que otro dedicado a la agricultura o ganadería.

Ahora es tiempo de priorizar la asistencia tanto a los productores como a las familias damnificadas que, en algunos casos, lo perdieron todo. Y no se trata solamente de dar un plato de comida caliente para hoy, mañana y pasado sino definir un sistema de asistencias para que puedan recuperar parte de las cosas de su casa, que a veces es lo único que tienen. 

La organización ecologista Greenpeace aporta datos a los que es necesario atender en estos días. Por ejemplo la problemática de los Bajos Submeridionales debe ser resuelta en forma conjunta por la Nación y los gobiernos provinciales de Santiago del Estero, Chaco y Santa Fe. Una provincia no puede unilateralmente ejecutar o autorizar obras si es que las mismas provocarán un gran lío en un territorio vecino. Cuando se trata de media ambiente, deben coordinarse las decisiones para prevenir consecuencias negativas de las mismas. Si Chaco o Santiago del Estero desmontan sus territorios y eso hace que cambie la forma en que drenan las aguas de lluvia con saldos negativos, está mal. Todo debe ser parte de políticas integrales con el bien común como bandera. 

Recientemente, actividades de Greenpeace atravesaron pese a las dificultades tierras inundadas y deforestadas del Chaco para inmovilizar una topadora que estaba arrasando un área protegida por la Ley de Bosques. Llegaron a una zona ubicada a 50 kilómetros de la ciudad de Castelli, donde el gobierno de la provincia autorizó un desmonte de 500 hectáreas de manera ilegal. Recorrieron lugares afectados por las inundaciones y vieron el resultado de la deforestación en el Impenetrable chaqueño: la destrucción impacta.

Para la organización ecologista las inundaciones no ocurren sin motivo, son consecuencia del cambio climático y de la pérdida de bosques nativos. En este marco, nadie discute que los árboles actúan como una esponja natural que absorbe el agua de las lluvias, sin embargo el desmonte ilegal no se detiene.

Resulta que Chaco es la provincia que destruyó más bosques durante los últimos tres años. Si continúan deforestando, se agravarán las inundaciones. En un reciente informe a propósito de las actuales inundaciones, la organización ecologista afirma que los bosques nativos concentran más de la mitad de la biodiversidad terrestre del planeta y de ellos obtenemos bienes y servicios indispensables para nuestra supervivencia, como alimentos, maderas y medicinas. Al mismo tiempo, son hogar y sustento de miles de comunidades indígenas y campesinas, y juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Y advierte que, más allá de que son nuestro patrimonio natural más importante también es cierto que es el más amenazado y depredado.

Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alarmante por cierto, ubicó a Argentina entre los diez países que más desmontaron entre 1990 y 2015: se perdieron 7,6 millones de hectáreas (el tamaño de la provincia de Entre Ríos). Consigna que el 80% de la deforestación se concentra en cuatro provincias del norte: Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa. Y que la principal causa es el avance de la frontera agropecuaria y gran parte de la producción (soja transgénica y ganadería intensiva) es exportada hacia Europa y China.

Por último, Greenpeace recuerda que la sanción, a fines de 2007, de la Ley de Bosques (26.331) fue un logro sin precedentes en materia ambiental y un ejemplo de la importancia de la participación de la sociedad civil, que presionó al Congreso Nacional mediante un millón y medio de firmas. No obstante, a más de diez años de su aprobación, su efectiva implementación enfrenta dificultades que deben ser resueltas de manera urgente.

La consigna es proteger a “El Impenetrable”, una amplia zona que abarca cerca de 4 millones de hectáreas de bosques nativos de la región chaqueña semiárida, ubicadas principalmente en el noroeste de la provincia del Chaco y que comprende también una porción del este de Salta, el oeste de Formosa y el noreste de Santiago del Estero. Su nombre se debe a la dificultad de atravesarlo por lo agreste y tupida de su vegetación.





 

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