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Editorial Sábado 6 de Abril de 2019

Crisis económica y niñez

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REDACCION

Por REDACCION

Los reportes de las consultoras especializadas en analizar la coyuntura económica dan cuenta regularmente sobre la crisis, incluso con datos sobre las sucesivas caídas de la actividad industrial, del ajuste en empresas o el cierre de las mismas y del aumento incesante de los precios y las tarifas. Entre las consecuencias de este cóctel explosivo se advierte, tal como lo registraron los relevamientos del INDEC, un incremento en la tasa de desocupación -acompañado por el temor a perder el empleo de muchos trabajadores-, el derrumbe de la capacidad de compra del salario y por supuesto el ascenso de la pobreza. 

Se trata, por tanto, de radiografías de la crisis en la que los argentinos vivimos desde hace meses y que nos ha modificado el estado de ánimo. Así, surgen los informes de los especialistas en salud que advierten sobre el aumento del stress y de enfermedades asociadas a la crisis, como la depresión. De hecho cambian nuestra conductas: ya no tenemos la dosis de paciencia ni siquiera ante una inocente pregunta de un niño, reaccionamos negativamente debido a la presión de la crisis y ponemos en riesgo las relaciones interpersonales en el trabajo, con los amigos e incluso en el seno de la familia. 

Nos enojamos porque la inflación convierte en papel sin valor los billetes que tenemos en el bolsillo. ¿Y qué sucede con los niños que captan esa energía negativa que nos envuelve y nos arrastra? Los chicos no parecen entender la causa de nuestros cambios adversos, quizás solo entiendan que "la plata no alcanza" y que papá o mamá se quedaron sin trabajo. 

Un estudio efectuado por UNICEF Argentina en octubre pasado da cuenta como pobreza afecta en términos preocupantes a niñas, niños y adolescentes. Los últimos datos analizados por este organismo reflejan que un 42% de los niños, niñas y adolescentes viven bajo la línea de pobreza (5,5 millones de chicos y chicas) y un 8,6% vive en hogares

que no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos. Por su parte, el 48% de los niños, niñas y adolescentes sufren al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales, lo cual no es algo nuevo. Estamos hablando de la mitad de las "futuras generaciones" de la Argentina que en un par de décadas deberán trabajar y ocupar cargos de decisión en empresas, instituciones o gobiernos. 

En particular, el estudio indagó sobre los cambios que el contexto económico está generando en los ámbitos de salud, alimentación, educación, bienestar económico, acceso a seguridad social y empleo, condiciones del hogar, dinámicas de convivencia social, relaciones familiares, asignación de tiempo, estrategias para enfrentar la coyuntura y el funcionamiento de los programas sociales. El trabajo buscó profundizar en los cambios en la vida de la población infantil y adolescente en el último año, temporalidad que se determinó a partir del análisis de las tendencias de los principales indicadores de económicos y sociales.

En general, se observó que en relación con el año anterior (2017) las principales problemáticas que enfrentan las familias en situación de vulnerabilidad son el desempleo y la precarización del mercado trabajo, aunado a un déficit habitacional y una pérdida del poder adquisitivo. Estas situaciones están impactando en la calidad de vida de las

familias con niños, niñas y adolescentes pues restringen su consumo, ponen en riesgo su supervivencia y las someten a una mayor estigmatización y a situaciones de discriminación.

Según el reporte, los niños, niñas y adolescentes son los últimos responsables de la situación económica y, sin embargo, están sufriendo sus consecuencias de una forma tanto o más grave que otros grupos etarios. Enfrentan situaciones de empeoramiento en la calidad de su dieta y menor acceso a alimentos, dificultades en el acceso a medicamentos, mayor exposición a situaciones de violencia (familiar e institucional), maltrato, consumo problemático. Deben insertarse más tempranamente en el mercado de trabajo y asumir mayores responsabilidades de cuidado, con consecuencias en sus posibilidades de ejercer su derecho a la educación y al ocio. El problema del desempleo y las preocupaciones de los jefes y jefas del hogar, incrementan el riesgo de abusos y maltrato hacia los niños, niñas y adolescentes y el clima anímico en los hogares tiende a ser negativo, lo que requiere prestar particular atención a las intervenciones de protección integral y acompañamiento a las familias.

Así las cosas, frente al aumento en la necesidad de prestaciones y apoyos sociales en salud, nutrición, educación, cuidado y protección es indispensable mantener y expandir el gasto público destinado a niños, niñas y adolescentes para amortiguar los shocks económicos en los hogares más vulnerables.

Por último, desde UNICEF plantearon que contar instrumentos de monitoreo, análisis y planificación de la inversión dirigida a la niñez tanto a nivel nacional como provincial es central para contribuir a una mejor asignación presupuestaria y orientación de las políticas públicas para que cada niña, niño y adolescente de Argentina pueda ejercer plenamente sus derechos.




 

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