Por REDACCION
El avance incesante de la tecnología ha redundado en innumerables beneficios en todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos como el trabajo, la educación y el entretenimiento. En el caso del comercio electrónico, observamos un boom de ventas a distancia que permite a un argentino que vive en el interior adquirir un artículo electrónico a un proveedor chino o bien realizar un amplio abanico de trámites bancarios desde la comodidad de su casa o de la oficina. El desarrollo de los canales digitales ha significado la reinvención de como disponemos nuestro dinero, que ya no necesita una billetera física de cuero sino un formato virtual con el que podemos hacer compras en cientos de comercios con el celular, transferencias e inversiones como constituir un plazo fijo.
Sin embargo, no todo es color de rosas sino que también hay espinas, cada vez más grandes y agresivas por cierto. A los damos nos remitimos. El fraude y estafa en cuentas bancarias, como el robo de claves de acceso a homebanking o de datos de tarjetas de crédito, fue uno de los delitos que más creció el año pasado al pasar de 22 casos denunciados en 2019 a 641 en 2020. Esta cifra representa un incremento de casi el 3.000 por ciento tras el vuelco masivo de usuarios a canales digitales durante la pandemia, según datos de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (Ufeci).
Así, la confianza que parecemos depositar en los medios digitales para administrar nuestro dinero debe tener una red, no debe ser total porque evidentemente hay sorpresas ingratas. Es que las estafas pueden llegar a tener formas más o menos elaboradas pero, en todos los casos, se trata de estrategias con las que los delincuentes atraen la atención de usuarios de dinero digital para hacerse de datos personales y, entonces, robarles dinero, hacer consumos con sus tarjetas o pedir préstamos de rápido otorgamiento.
Desde el comienzo de la pandemia, arreciaron casos de personas con cuentas bancarias o tarjetas de crédito asociadas contactados por delincuentes a través de redes sociales, correo electrónicos o hasta llamados telefónicos para ofrecerles supuestas promociones exclusivas, la solución a un inconveniente operativo o hasta regalos o beneficios especiales. El inoxidable 'cuento del tío', infaltable en el kit de herramientas de cualquier embaucador, sigue siendo rentable a la hora de engañar a las víctimas. Los delincuentes contactan por mensajes privados y piden los datos de una cuenta para transferir ese dinero a un tercero que, generalmente, nada tiene que ver pero al que le crearon una cuenta falsa con alguna foto de DNI y datos robados de Internet.
Si bien la Ufeci no centraliza los casos a nivel nacional, el incremento en las denuncias que recibieron en 2020 habla de un aumento que afectó a todo el ecosistema de clientes bancarios o semibancarizados, según publicó la agencia Télam. Aunque no hay un perfil definido de las víctimas, sí se vio durante la pandemia un salto muy fuerte de personas económicamente activas que comenzaron a comprar con comercio electrónico o de personas que usaron las redes sociales para contactarse con sus bancos ante la dificultad de acceder a una sucursal. Desde el organismo aseguran que el denominador común pasa por si es una persona atenta o no y cuenta con una educación digital previa.
Desde el año pasado, uno de las principales cambios que deja la pandemia es el salto en bancarización de usuarios que, por ejemplo, crearon millones de nuevas cuentas para acceder a los programas como el Ingreso Familiar de Emergencia o que comenzaron a usar billeteras digitales para pagar consumos cotidianos. El especialista en ciberseguridad, Alexis Sarghel, consideró que el problema de la educación digital y financiera explica por qué en la Argentina funcionan ataques que usan técnicas viejas que afectan, sobre todo, a quienes iniciaron su proceso de bancarización de forma reciente y son más vulnerables. La clave para frenar este avance de casos pasa más por acciones preventivas que correctivas porque, se quiera o no, el avance de la tecnología es un hecho, lo que también requiere trabajar en la educación digital.
En los últimos meses, tanto el Banco Central como las principales entidades bancarias del país trabajaron en campañas de concientización conjunta para aconsejar a los usuarios financieros de modo que eviten caer en ciberataques. Desde el sector financiero insisten en que la gente debe tener en cuenta que compartir claves o gestionar nuevas por pedido de un supuesto representante del banco es algo muy peligroso. Entre los consejos más simples pero imprescindibles están: no dar datos confidenciales por teléfono, correo o SMS; ingresar siempre al homebanking a través de la página oficial del banco y no por un buscador; nunca ir a cajeros automáticos si te lo piden por teléfono; verificar que las cuentas de redes sociales de los bancos cuenten con un tilde azul de validación.
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