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Editorial Viernes 14 de Junio de 2019

Condenar la corrupción

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Agrandar imagen FOTO ARCHIVO NA JOSE LOPEZ.
FOTO ARCHIVO NA JOSE LOPEZ.
REDACCION

Por REDACCION

Como era previsible, la Justicia finalmente condenó al ex funcionario del gobierno nacional, José López, por apropiarse con dineros públicos. Se trata de transmitir fuerte y claro el mensaje "el que las hace, las paga", aunque de todos modos la condena si bien es aceptada por todos genera malestar por una cierta liviandad. En concreto, el Tribunal Oral Federal 1 sentenció a seis años de prisión al ex secretario de Obras Públicos durante la gestión kirchnerista, José López, por el delito de enriquecimiento ilícito, a tres años del escándalo de los bolsos con casi 9 millones de dólares que intentó esconder en un convento de General Rodríguez en 2016. El ex funcionario también fue inhabilitado de por vida para ejercer cargos públicos, al ser encontrado culpable del delito de enriquecimiento ilícito por los bolsos con dinero y dos propiedades sin justificar. 
El ex secretario declaró tiempo atrás que el dinero provenía de "la política", pero nunca aclaró de dónde salió específicamente. Las repercusiones tras este fallo reflejan sensaciones ambiguas porque si bien se elogia el castigo se cuestiona su levedad. El constitucionalista Daniel Sabsay parece condensar el pensamiento de aquellos que tienen un sabor amargo tras la sentencia judicial. Qué poco cuesta robarle al Estado, a todos nosotros, desembozadamente. Sólo 6 años de prisión y decomiso de los bienes "explícitos" de José López. Los delitos de corrupción tienen penas muy bajas en Argentina. En Brasil hubiese recibido por lo menos 12 años de prisión, sostuvo el especialista a modo de queja pública. 
Otro reconocido abogado como Alejandro Fargosi, aportó a la dualidad planteada principalmente desde el kirchnerismo, el sector que denuncia ser víctima de una persecución del "partido judicial" de la Argentina al mismo tiempo que niega una corrupción sistemática y apenas admite casos de funcionarios puntuales que cruzaron la línea. Este contraste tan marcado se expresa en que hay "políticos presos" o "presos políticos". Para Fargosi, José López es decididamente un político preso que fue condenado por enriquecimiento ilícito. 
De todos modos, los interrogantes siguen merodeando la causa en especial por el origen de la plata, es decir que no se investigó hacia arriba cuando el propio López admite que es de la política. "José López tenía varios millones de dólares que no podía justificar. Condenado. Ahora, ¿quién le dio esa plata? Queremos saber. No hay coimas sin pecado concebidas", subraya uno de los comentarios que mejor definen esta posición. 
Un periodista planteó un escenario en torno al caso López desde distintos puntos de vista. Desde la vereda del pesimista, José López fue condenado a una pena de apenas 6 años. En cambio, para el optimista se logró una condena por corrupción y 5,4 millones incautados van la Garrahan y el Hospital de Niños. Y desde la óptima del realista, por el Pacto de San José de Costa Rica el ex funcionario condenado sale antes de la cárcel y sin revelar el nombre del verdadero dueño del dinero. López actualmente se encuentra detenido y está en el programa de protección de testigos e imputados colaboradores, tras ser uno de los "arrepentidos" en la causa de los cuadernos con el pago de sobornos a funcionarios durante el kirchnerismo. Había sido arrestado la madrugada del 14 de junio de 2016, cuando intentaba esconder bolsos con dólares en un convento de General Rodríguez.
Si bien la Justicia gana un tibio aplauso por avanzar hasta una condena contra López, eso no la exime de la morosidad que suele demostrar principalmente en las causas que vinculan a los poderosos, que siempre cuentan con los recursos para aletargar los procesos judiciales y hasta gozan de ciertas complicidades de los funcionarios del Poder Judicial. Como bien apuntó el periodista de diario Clarín, Claudio Savoia, aún ante un caso lleno de pruebas y testimonios congruentes, el juicio insumió un calendario entero, al habitual ritmo de una audiencia semanal y con las no menos habituales interrupciones.
Entre las lecciones que deja este caso, Savoia señala que el dispositivo de impunidad en la Argentina tiene decenas de eslabones y mecanismos perfectamente coordinados; aún ante el improbable caso de que la justicia haga su trabajo con cierta seriedad, las leyes contra los delitos de corrupción son escandalosamente benignas, y las condenas previstas, más todavía. Y en una observación que puede hacer reír o también llorar, sostiene que la peor de las moralejas es que en la Argentina robarle al Estado es una de las mejores inversiones. Porque, según explica, la probabilidad de ser descubierto es mínima, las chances de ser condenado aún si interviene la justicia son remotas -según la auditoría de los juzgados federales que el año pasado realizó el Consejo de la Magistratura, apenas el 2% de los casos de corrupción tiene condena- y en el excepcional caso de llegar a esa instancia, el castigo apenas será más doloroso que un molesto tirón de orejas. Impecable este análisis. Las leyes las dictan los políticos... el mensaje en el caso de José López es ambiguo e insuficiente para una sociedad que necesita recuperar sus instituciones, la Justicia principalmente. 






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