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Editorial Miércoles 9 de Marzo de 2011

Canastas diferentes

En nuestra ciudad, las canastas que miden pobreza e indigencia tienen una sideral distancia con las del INDEC.

Redacción

Por Redacción

Canastas diferentes

En plena embestida contra la consultoras privadas por parte del área de Lealtad Comercial que depende de la Secretaría de Comercio Interior a cargo del polémico funcionario Guillermo Moreno, desde Rafaela la consultora local Develar, que desde hace más de dos años viene realizando un relevamiento de la evolución de los precios de 280 artículos comestibles y de limpieza, dando a conocer un índice mensual que publica este Diario, en esta ocasión elaboró los valores que alcanzan en esta ciudad las canastas alimentarias para medir la pobreza y la indigencia.

Las diferencias con las cifras del INDEC son realmente abismales, pues por ejemplo, mientras el organismo oficial tiene estimado que para no caer en la pobreza un matrimonio tipo -padres y dos hijos en edad escolar- necesita un mínimo de 1.264,7 pesos, aquí en Rafaela es indispensable contar con 3.069,10 pesos, advirtiéndose que es más de una vez y media. En tanto que la canasta oficial para no ser indigente es de 580,40 pesos, en Rafaela esa cantidad se eleva a 1.407,80 pesos, siendo mucho más del doble.

Sin entrar en análisis técnicos, sino acudiendo simplemente a los relevamientos de otras consultoras del país, tanto del sector privado como de áreas públicas provinciales, existen aproximaciones muy ciertas con los datos de la rafaelina Develar, razón por la cual, y además por lo que sostiene el sentido común, es que se aprecia como mucho más cercano a la realidad su estimación.

Pero aún hay muchos otros elementos de análisis, como por ejemplo la inflación anual aplicada en este tipo de canastas, ya que Develar también había efectuado las mediciones en enero de 2010, las que confrontadas con las de 2011 arrojan un aumento del 34,6% que vendría a ser la evolución de costos que se produjo en forma interanual, cabiendo la salvedad que no se trata solo de la inflación que según el INDEC fue en un año de 10,6%, en la cual entran algunas otras variantes -vestimenta, transporte, educaciòn, salud y vivienda-, sino en este caso solamente de alimentos.

De todos modos, las coincidencias son muy aproximadas, ya que Develar calcula la canasta básica alimentaria de acuerdo con similares parámetros del INDEC, tomando los hábitos de consumo de la gente, considerando requerimientos kilocalóricos y proteicos, procediéndose luego a la selección de alimentos y cantidades necesarias para una familia tipo. Es decir, un trabajo sumamente ordenado y que produce resultados absolutamente disímiles con el INDEC, dejando la salvedad de los distintos escenarios en cuanto a la recolección de datos.

Estas apreciables diferencias que se advierten sistemáticamente entre el INDEC y las demás mediciones, las que ahora están siendo hostigadas, vienen dándose desde enero de 2007 cuando se dispuso la tácita intervención del INDEC por parte del gobierno nacional, perdiendo el mismo su autarquía y comenzando a generar estadísticas e índices a gusto del propio gobierno, razón por la cual todo, absolutamente todo se encuentra bajo permanente estado de sospecha. No sólo en la inflación, que se estrella muy fuerte con la realidad, advirtiéndose cifras abismalmente distintas, sino también con todo el resto de mediciones que hacen a cuestiones muy sensibles y de uso político, como por ejemplo el crecimiento de la economía -hace unos días fue cuestionado el 9% oficial-, la sostenida baja de la desocupación, los niveles de pobreza e indigencia que con los actuales costos de vida dibujados se mantienen achatados, e incluso, aún no conociéndose los resultados del Censo 2010 efectuado desde el INDEC ya se están anticipando fuertes críticas, sostenidas en el que se califica como errónea metodología implementada en la recolección de datos.

Así las cosas, sin embargo se ha advertido la férrea decisión desde la Presidencia de la Nación no sólo de sostener el sistema de este modo, sino incluso de profundizarlo, ya que fue la misma presidenta Cristina Kirchner la que tomó el sitio de sus acostumbrados voceros para salir a respaldar en forma total al ministro Boudou sobre sus extrañas y llamativas definiciones sobre la inflación, que según su entender no sería tal sino una "dispersión de los precios", y en cuanto a su afectación, se limitaría a las clases alta y media, lo cual significó una avalancha de críticas y cuestionamientos, ya que toda la experiencia conocida coincide en que las clases más bajas son las más castigadas durante los períodos inflacionarios.

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