Por REDACCION
En la Argentina se pierde la capacidad de asombro porque, para qué negarlo, a veces guarda similitudes con ese imaginario Reino del Revés que muy creativamente pintó en una canción la talentosa escritora María Elena Walsh. En la amplia escena de la política conviven buenas prácticas de gestión, burocracia, ineficiencia, corrupción, holgazanería, nobles intenciones y, claro está, los políticos.
Considerada por muchos como el arte de lo posible y quizás también de lo imposible, la política genera tensiones, consensos, disensos, coincidencias, disidencias. En ese contexto parlamentario adquiere gran relevancia el debate, el intercambio de opiniones que debería apuntar a generar mejores leyes y herramientas para que los gobiernos puedan dar respuestas a las demandas de la población y faciliten la construcción de una sociedad justa, igualitaria en la cual el bien común sea el faro tanto como la calidad de vida de las personas.
Pero a veces nos preguntamos sobre qué clase de debate legislativo observamos en un Congreso, en una Legislatura provincial o incluso en un Concejo Municipal. ¿Los legisladores se preocupan por construir juntos o bien sólo por diferenciarse en el marco de un plan de carrera política de tono individualista que apunta a acumular poder y buscar escalar en la estructura de un gobierno?.
Los políticos tienen motivaciones, eso es indudable. Pueden sustentar su acción discursiva en la búsqueda del bien común o tal vez en ejercer la defensa los intereses de determinados sectores de la economía o de grupos de la sociedad civil. Suelen tener instinto de supervivencia, ambiciones razonables o desmedidas y especializarse en el arte de la chicana en algunos casos.
Ejemplos abundan, como el que entregó el miércoles de la semana pasada el diputado nacional por Santa Fe, Agustín Rossi, durante la sesión especial convocada para debatir sobre las tarifas de los servicios públicos. Fue cuando se hizo eco de un trascendido sobre el presidente Mauricio Macri, en el que decía que iba a vetar cualquier proyecto de ley que se pueda aprobar en el Congreso que modifique el cuadro tarifario. "Estamos todos acá haciendo un gran esfuerzo para darle un alivio a los argentinos pero ustedes (por Cambiemos) parece que vinieron a otra cosa", disparó el legislador del Frente para la Victoria. "Ustedes siempre se creen que pueden dar clases de moral, que pueden anular cualquier debate hablando de honestidad cuando (alguno de sus funcionarios) están más sucios que los baños de Retiro", profundizó el ex ministro de Defensa del kirchnerismo en ese rol de permanente showman de la política. Con su habitual agresividad en términos discursivos, siguió al señalar en referencia a Cambiemos que "tienen un presidente acusado de contrabandista, no se olviden de eso, contrabandista, son el único gobierno del mundo que justifica las cuentas off shore, que tiene plata en el exterior".
La respuesta no tardó en llegar por parte del también histriónico y verborrágico diputado oficialista, Fernando Iglesias, quien en su cuenta de la red social Twitter le salió al cruce al sostener que "el de los baños de Retiro fuiste vos, barrilete cósmico, misil perdido, cheque volador". Además, sobre la referencia de Rossi a los problemas judiciales de Macri, el legislador de Cambiemos replicó con ironía al sostener que "diez años de gestión de la Ciudad, dos de la Provincia y dos de la Nación y Rossi acusa al Presidente por una causa de la que fue absuelto por la Justicia en 2002. Gracias por el reconocimiento a la transparencia, Agustín".
Otros protagonistas aportaron contenidos para esta revisión sobre los discursos que se generan en el Congreso. También en la Cámara de Diputados la semana pasada, el diputado del Frente para la Victoria, Axel Kicillof, acusó a la administración de Cambiemos de "decir mentiras" y de "llevar adelante una estafa electoral", al señalar que en campaña "el presidente Mauricio Macri decía que no iba a haber un tarifazo". El propio presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó pidió "no correr por izquierda" al oficialismo cuando en la gestión anterior el empresario Cristóbal López, al que no nombró directamente, "se llevó 8.000 palos del bolsillo de la gente" mientras "el que era ministro de Economía (Kicillof) miraba para un costado".
Es evidente que la tan mentada "grieta" que se forjó en la Argentina de los últimos años y que fue incluso capaz de romper grupos de amigos o dividir familias, mantiene posiciones tan antagónicas que da para todo, como una muy baja calidad de debate legislativo.
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