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Editorial Sábado 27 de Noviembre de 2010

Caída en alimentos

En octubre pasado se produjo una caída de 6,6% en la venta de alimentos, aunque subieron las ventas generales de los súper. Clara muestra del deterioro del poder adquisitivo.

Redacción

Por Redacción

Las ventas de alimentos tuvieron una caída en el mes de octubre, lo cual sucede por primera vez en mucho tiempo, frenándose uno de los resortes que siempre movilizó el Gobierno como forma de sostener el crecimiento de la economía. Tal dato lo deslizó la Cámara de Industriales de Productos Alimenticios, luego de un análisis de situación realizado por su consejo directivo. El dato no es menor, ya que marca un hecho muy significativo, como es el negativo impacto que tiene la inflación sobre el poder adquisitivo, especialmente de los asalariados.
Lo curioso del caso, es que mientras se coincide en que las ventas en los supermercados crecieron, en cambio bajaron las de los alimentos, lo cual está marcando muy claramente una situación que profundiza cada vez más la distancia entre ricos y pobres, ya que aquellos sostienen el nivel de compras suntuosas, en tanto que todos aquellos sectores de menores ingresos que deben destinar la mayor parte del mismo a la compra de alimentos, están resignando parte de los mismos. Así se entiende la caída registrada.
Aun cuando en algunos determinados casos puede darse la sustitución de marcas y calidad, con lo cual se mantendría el mismo volumen pero con menor dinero invertido, en lineamientos generales se coincide en la baja de las ventas, y hasta le pusieron un número preciso: el descenso en octubre fue de 6,6 por ciento, que constituye una cifra muy significativa, la cual debe encender una luz amarilla de advertencia, para que esto no continúe avanzando como tendencia.
Desde el Gobierno, al fin se produjeron algunas señales en dirección de comenzar a implementar algunas medidas contra el efecto inflacionario, habiendo sido el disparador la insólita reflexión del ministro Amado Boudou en el sentido que la inflación no era preocupación de la gente y que en el peor de los casos sólo afectaba a las clases altas. Resultó algo tan absurdo, más aún en boca de un Ministro de economía, que desde distintos despachos del Gobierno debieron salir a tratar de bajarle el tono, aunque admitiendo la existencia de la suba de precios. Incluso la misma presidenta Cristina Fernández, tan reacia a admitir la inflación, les recomendó a la UIA y la CGT que traten de alcanzar un acuerdo para evitar estas oscilaciones en los precios.
El precio de los alimentos, desde octubre de 2009 a octubre de 2010 tuvieron una suba de 42%, prácticamente el doble que los salarios, por lo cual queda muy claro que cada vez sea menor su venta. No es por ninguna otra situación que no sea la pérdida de poder adquisitivo.
Además, también hay una leve disminución en la producción de alimentos, que es del 0,8% en los primeros nueve meses del año, constituyéndose en otra señal para tener en cuenta. Una de las razones para esta caída en el promedio, fue la falta de hacienda para la faena, una de las consecuencias de la política oficial de carnes, por la cual ahora se están pagando los costos, al haberse desmantelado el stock ganadero.
Una de las conclusiones a las cuales se llega por este desbalance que hay entre precios y salarios, es que en los años anteriores los ingresos de la gente le ganaban por algunos puntos a los aumentos, pero ahora apenas están empatados, y en algunos determinados casos, han quedado rezagados.
En cuanto a lo que resta de aquí a fin de año, que es por cierto un pequeño tramo, las estimaciones privadas difieren sustancialmente con la proyección de los datos oficiales, que parecen haberse establecido ahora en el 11%, pues aún sin precisar cada una de ellas, todas oscilan entre 24 y 27 puntos en lo que hace a la suba de los precios.
Tanto por la suba de los alimentos, como por la debilidad del dólar y la fuerte suba de los precios de los comodities, son tres factores que empujan sostenidamente el nivel inflacionario, debiéndose también considerar que aun cuando se trate de procurar soluciones ahora, esa proyección tendrá incidencia en los primeros meses del año que viene.
La perspectiva, aunque manejable, es preocupante, y de tal modo lo vienen admitiendo ahora en el Gobierno nacional. Algo a tener presente, es que nos acercamos a un año electoral, donde se pondrán en juego la Presidencia, las gobernaciones y las intendencias, lo cual presagia un exceso en materia de gastos. Y eso, no tiene otro impacto que en el centro de la inflación misma.

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