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Editorial Viernes 31 de Octubre de 2014

Brasil que viene

El reciente balotaje confirmó la continuidad de Rousseff hasta 2018, y aun cuando se descuenta la continuidad de los grandes lineamientos de su gobierno, se avecinan algunos cambios.

REDACCION

Por REDACCION

La reñida elección del domingo pasado en Brasil, en la cual la presidenta Dilma Rousseff logró una diferencia de 3 puntos sobre Aécio Neves, de la Social Democracia Brasileña, lo cual le posibilitará continuar su gobierno por un nuevo período, deja varias conclusiones, que de todos modos aún no fueron dilucidadas pero que sí son en cambio las que elaboran los analistas políticos. Es que por un lado se especula que esta victoria del Partido de los Trabajadores, cuya continuidad viene estando a cargo de Lula da Silva primero y ahora Rousseff, es la ratificación de un sistema que aunque por escaso margen, salió airoso de la compulsa popular, aunque desde otra visión por el contrario se sostiene que el estrecho margen que dejó el país partido en dos, es un claro llamado a introducir cambios para corregir una economía que no deja a todos conformes. O bien, una tercera alternativa que surge de la mezcla de ambas posiciones, que será justamente la que deberá definir Rousseff, quien si bien deslizó algunos indicios aún no tuvo manifestaciones públicas en tal sentido. Aunque, los analistas políticos coinciden en que la presidenta reelecta no desaprovechará la oportunidad para reafirmar los grandes lineamientos de su política, especialmente económica y exterior, pero que introducirá modificaciones que le fueron marcadas por las urnas.

Existen sí algunos indicadores que no pueden evitar de mencionarse al momento del repaso, como por ejemplo que entre enero y septiembre de este 2014 Brasil recibió 78.000 millones de dólares de inversiones extranjeras, siendo no sólo uno de los más favorecidos de la región en tal sentido, sino además una fuerte muestra de confianza en el mediano y largo plazo, aspecto que resulta esencial para el desarrollo de objetivos de importancia. Además, justo al momento de las elecciones se encontraban en alza los indicadores de la expectativa de consumo y la confianza de la industria.

Por otra parte, el tembladeral del primer momento en que bajaron las acciones y se elevó el precio del dólar paralelo, fue rápidamente superado regresando todo a la normalidad y afianzando el margen que tendrá la presidenta Rousseff para ir delineando no sólo su equipo de gobierno sino también aquellas medidas esenciales en materia económica. Por caso, en algunos breves anticipos sostuvo que "es una prioridad para los próximos cuatro años mantener la inflación baja, crear las condiciones para un alza sostenida de la inversión, estimular el mercado de capitales y preservar un sistema financiero sólido".

En realidad, tales definiciones, aunque marcadas con simplicidad, tienen una importancia fundamental para ir previendo el rumbo de Brasil de aquí a 2018, debiéndose notar que la primera mención fue la referida a la inflación baja, pudiéndose inferir por lo tanto que lo considera esencial para poder luego aplicar todo el resto de variables que hacen al conjunto de una economía estable y sustentada, que en estos años alcanzó el séptimo lugar en el mundo.

Precisamente esta reflexión del párrafo anterior, debería ser tomada como premisa para la economía de nuestro país, que viene abrumado por problemas que fueron profundizándose en los últimos tiempos, consecuencia del enorme daño provocado por el alto nivel inflacionario, que erosionó el sistema productivo, el poder adquisitivo de los salarios y el valor de nuestra moneda, hoy prácticamente inexistente al volcarse todo el interés hacia el dólar.

El consumo se mantendrá en alto en Brasil y se los seguirá estimulando con todas las herramientas que el gobierno tenga a su alcance, desechándose un ajuste en ese sentido, aunque se anticiparon que si bien se mantendrá la asistencia de aquellos sectores más desprotegidos y muchos de ellos sumidos en la pobreza -que es justamente desde donde provinieron la mayor cantidad de votantes de Rousseff-, en cambio se aplicará un muy rígido control sobre los fondos destinados a ese objetivo, ya que existirían derivaciones con otros fines. Y como todo lo que suene a corrupción deberá enfrentarse con la firme decisión de la mandataria, se aguarda por allí una muy intensa puja.

Donde sí habrá ajuste es en el sistema fiscal, el cual se anticipa que será realmente importante, para permitir recuperar las inversiones en la producción y por lo tanto en la creación de fuentes de trabajo.

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