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Editorial Domingo 11 de Enero de 2015

Atentado a Charlie Hebdo

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REDACCION

Por REDACCION

A lo largo de la historia hubo muchos hechos de violencia asociados a la intolerancia. No es casualidad que el periodismo haya sido en tantas ocasiones el blanco de los ataques. El autoritarismo, el fanatismo y el odio son incompatibles con la búsqueda de la verdad y con la libertad de expresión, contemplada en las constituciones nacionales y pactos internacionales. No es casual que el reciente atentado terrorista que conmueve al mundo haya tenido lugar en Francia, cuna de pensadores que cultivaron las ideas liberales.

El brutal ataque producido contra la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, con un trágico saldo de 12 vidas, constituye un intento por silenciar a la prensa y por sembrar miedo en todos aquellos que han optado o aún luchan por los beneficios de la libertad. Ninguna acción terrorista ni ningún fundamentalismo es compatible con la pluralidad de voces o con la posibilidad de disenso, tampoco con la interpretación de la realidad y ofrecer diferentes miradas sobre un hecho que puede ofrecer el periodismo libre.

Resultó conmovedor que una multitud de personas se volcara a las calles de París y otras ciudades francesas, al igual que en otras grandes urbes del mundo, para condenar el atentado y defender enfáticamente la libertad de expresión. Hasta es probable que muchos de los que así se manifestaron disintieran en el modo irreverente con que los dibujantes y editores de Charlie Hebdo caricaturizaban la realidad con su particular enfoque anticlerical y tan crítico del fundamentalismo islámico. ¿Justifica la venganza con la matanza perpetrada? Esa disidencia impidió que la gente ocupara la vía pública con carteles que llevaban la leyenda "Yo soy Charlie". Es que la libertad de expresión, madre de todas las libertades, no puede reconocer fronteras, ni políticas, ni culturales, ni religiosas.

Un testimonio de esta dimensión de la libertad la dio el propio director de Charlie Hebdo, Stéphane Charbonnier, cuando, tras un ataque incendiario sufrido por su semanario en 2011, expresó: "Prefiero morir de pie a vivir de rodillas". Hace unos días murió de pie...

Esta coyuntura en que se produjo el más grave atentado registrado en Francia en los últimos 40 años coincide con una ola de ataques de la organización terrorista Estado Islámico, que con la decapitación de periodistas estadounidenses, europeos y de los países árabes ha dado suficientes muestras de que su mira se halla la libertad de pensar y de opinar distinto.

El repudio de los mandatarios del mundo democrático frente a lo sucedido en París ha sido unánime. El gobierno argentino no ha sido la excepción. En un comunicado difundido por la Cancillería señaló que "la Presidenta, el gobierno y el pueblo argentino condenan enérgicamente el bárbaro ataque terrorista", afirmando el "compromiso con la paz y la lucha contra el terrorismo en todas sus formas, así como la voluntad y decisión políticas de continuar fortaleciendo los mecanismos de cooperación, observando las leyes y respetando los derechos humanos, como único camino de las sociedades democráticas para afrontar este flagelo".

La condena al acto terrorista emitida por el gobierno nacional no mencionó una dimensión del hecho como es la agresión a la libertad de prensa. Coincidió con las expresiones del presidente ruso Vladimir Putin y del venezolano Nicolás Maduro: ambos condenaron el terrorismo y expresaron sus condolencias, pero no pronunciaron una sola palabra sobre la importancia de la libertad de prensa.

Por el contrario, este aspecto no estuvo ausente en las palabras de los principales líderes mundiales de Barack Obama, Angela Merkel, Mariano Rajoy, Dilma Rousseff, entre otros. 

Es demasiado pedirle a un gobierno como el de Cristina Fernández que ha procurado de distintas maneras asfixiar a los medios independientes que no dudaron en poner en duda el relato oficial y en denunciar los escándalos de corrupción protagonizados por algunos de sus funcionarios.

Volviendo al tema central que nos ocupa, las fuerzas especiales de la Policía francesa abatieron a los hermanos Cherif y Said Kouachi (autores materiales del asesinato a los caricaturistas de Charlie Hebdo) en una imprenta de Dammartin-en-Goele-, a 40 kilómetros al nordeste de París, y a un tercer terrorista, Amedy Coulibbaly (su cómplice), quien mantenía de rehenes a 15 personas en el supermercado judío de Porte de Vincennes, al este de París. 

Frente a este momento crucial para el mundo, especialmente para Francia, es hora de hacer frente al avance del fundamentalismo religioso que en nombre de Dios busca matar a cualquier precio, pero al mismo tiempo potenciar una cultura del encuentro entre las principales comunidades de cristianos, judíos y musulmanes en orden de profundizar la paz en el mundo.

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