Por Redacción
El calentamiento global de la tierra volvió a ser récord durante 2016, lo que constituye por cierto una muy mala noticia, ya que la situación continúa empeorando sin que se hayan adoptado aún las medidas necesarias, que al menos podrían significar un alivio sino la solución definitiva al grave problema. Cómo será la magnitud de los daños por este sostenido aumento de la temperatura, teniéndose a la vista el deshielo de los dos casquetes polares con la consabida suba de los niveles del mar, las olas de calor, la mayor voracidad de los incendios forestales, la transformación en tierras áridas y semidesérticas que hasta hace poco eran productivas, y la reducción cuando no extinción de especies de flora y fauna, entre los más notables que pueden mencionarse.
Desde que se llevan los registros, el año pasado fue el más caluroso de la historia, lo que ya se conocía cuando la cumbre del clima realizada en el pasado mes de noviembre en Marruecos, ocasión en que la Organización Meteorológica Mundial en base a estudios y proyecciones fijó una suba de temperatura de 1,2 grados sobre el valor preindustrial. Es que hasta ese momento, de enero a noviembre, la temperatura global media había sido de 1,69 grados por sobre el promedio de todo el siglo XX, superando el nivel récord que se había registrado en 2013 por 0,13 grados. Todo hace presumir que el calor ha llegado para quedarse, y que seguirá subiendo cada año, para convertirse en una nueva norma de habitualidad en el planeta.
Sobre el tema la Fundación Ambiente y Recursos Naturales de nuestro país, sostuvo que "el notable ascenso de la temperatura media global y los consecuentes cambios climáticos que hubo durante el año, dejan bien claro que haber logrado el acuerdo de París de cambio climático no es suficiente", para ampliar que "la implementación de lo acordado y el aumento de fijación es sumamente urgente", para recordar que el acuerdo de París estableció que la suba de la temperatura "no podía ser superior a 1,5 o 2 grados para final del siglo, pero los incrementos que hubo en 2016 dan cuenta contundente de la necesidad de acelerar la acción para reducir emisiones y prepararnos para impactos venideros".
Esta casi vertiginosa suba de la temperatura de la tierra viene haciendo sentir sus efectos de manera muy clara y precisa, advirtiéndose en los polos, donde en el mes de septiembre pasado por ejemplo, se alcanzó la extensión mínima de superficie helada en el Artico, con sólo 4,14 millones de kilómetros cuadrados.
En cambio hubo algunas excepciones en ciertos lugares del planeta, siendo uno de ellos el norte y centro de nuestro país, explicándose que tal situación se dio porque "en otoño toda esa zona tuvo temperaturas medias y máximas por debajo de la normal. En la Patagonia predominaron las altas presiones durante mucho tiempo, luego ingresaron por Cuyo y por eso no hizo tanto calor. Esas masas llevaron humedad y generaron lluvias que impidieron la elevación de las temperaturas".
Lo que queda claro es que el cambio climático, producto del recalentamiento de la corteza terrestre, se encuentra entre nosotros y está haciendo notar sus efectos de manera muy fuerte, haciendo bastante tiempo que dejó de ser una amenaza al acecho. Aunque sobran los ejemplos en el mundo, tenemos en la Argentina uno bastante cercano y comprobable: la bahía Samborombón en la provincia de Buenos Aires, donde el nivel del mar subió bastante, se registran sequías y a la vez inundaciones. Lo concreto es que se están modificando, y mucho, las reglas de juego del planeta, afectando a miles de millones de seres vivos.
Hubo además récord de temperaturas en las aguas del mar de Bering, tanto del sureste como al oeste del Pacífico, también del Atlántico cercano al Golfo de México y del sureste del océano Indico que rodea los países insulares de Asia y Oceanía, pudiendo advertirse la enorme extensión de esta masa cálida de las aguas en gran parte del mundo, lo que es prácticamente ingobernable al momento de buscar soluciones. Además, lo aún más grave el deshielo de los polos Norte y Sur, pues quedan seriamente afectados los patrones climáticos y los niveles del mar en casi todo el planeta.
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