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Editorial Jueves 28 de Marzo de 2013

Alteración climática

El deterioro de la capa de ozono, generador por la emisión de gases, hace que las lluvias sean mucho más continuadas, alterando el clima.

Redacción

Por Redacción

Algunas conclusiones a las que están arribando estudiosos del tema relacionado con el cambio climático, son que como consecuencia de la disminución de la capa de ozono y la emisión de gases con efecto invernadero, las lluvias son cada vez más reiteradas. Se trata la conclusión de un taller internacional sobre el cambio climático que tuvo lugar recientemente en la Universidad Católica de  Buenos Aires y del cual participaron especialistas de todo el mundo, sobre lo cual proporcionó un informe la periodista Graciela Gioberchio en reciente edición del diario Clarín.

Se dejó sentado por ejemplo, que desde hace poco más de 50 años viene incrementándose en forma permanente el caudal de agua acumulado por las lluvias, de manera más notoria en zonas como la cuenca del Río de la Plata y sus afluentes, que se extienden hacia el Litoral argentino, el sur de Uruguay, Paraguay y Brasil. Y en sentido contrario, otros lugares en cambio se ven cada vez más secos, como la zona central de Chile, además de un recalentamiento importante de la Antártida y la Patagonia Austral, temas sobre el cual, además de este estudio, coinciden otros estudios realizados en igual sentido por investigadores de foros internacionales.

De todas maneras, no todo es pesimismo, pues también se dejó trascender que durante la presente década se podría comenzar a registrar la recomposición de la capa de ozono, aunque la concreción de ese objetivo dependerá en gran medida por la reducción de emisión de gases con efecto invernadero y por lo tanto una baja en su acumulación, lo cual significaría entonces una menor cantidad de precipitaciones, formulándose en tal sentido una clara advertencia. 

Se trata, esta de la reducción de emisión de gases, una cuestión que viene siendo abordada permanentemente en todos los foros y cumbres mundiales del clima que se han venido haciendo en las últimas décadas, y en cada ocasión se fueron fijando metas y objetivos escalonados para esa disminución, aunque nunca hubo resultados efectivos, quedando la sensación que en cada caso siempre fueron excusas para ir demorando la toma de decisiones. De modo especial quienes se comportaron de tal manera fueron los potencias industriales más grandes del mundo, como Estados Unidos y China, que son justamente los  que en forma conjunta son responsables de al menos el 50% del total de los gases que van hacia la atmósfera. Se privilegió el interés económico por sobre la preservación del hábitat de la raza humana, y muchas de las consecuencias se encuentran a la vista, ya que los efectos vienen pegando muy fuerte, como el deshielo de ambos polos, las grandes inundaciones y el avance de la desertificación, aunque en este último caso participe de manera importante la enorme deforestación.

Detalles técnicos que se ofrecen en la publicación aludida dicen que el ozono es un gas que forma parte de la atmósfera de manera natural, encontrándose el 10% del mismo en la tropósfera, que es la más cercana a la tierra, siendo su función esencial al absorber parte de la radiación ultravioleta del sol que es altamente perjudicial para la vida a no ser por ese filtro.

Un trabajo publicado en la revista Climate Dynamics, en el marco de un proyecto de investigación que estudia la variabilidad climática en el sudeste de Sudamérica y su impacto en la producción agropecuaria, advierte que una de las particularidades de esta región es que tuvo uno de los aumentos más notables en cantidad de lluvias de verano durante el siglo XX en comparación con el resto del mundo.

Se señala que esa mayor cantidad de precipitaciones se produjo en los 40 años que van desde 1960 a 1999, un período que coincide con la disminución del ozono debido a las actividades humanas, es decir, a la generación de gases con efecto invernadero, formando un agujero en la capa especialmente durante el invierno y parte de la primavera. Un dato que echa por tierra con investigaciones que últimamente daban cuenta que el deterioro de la capa de ozono no eran consecuencia de estos gases, tal como siempre se había sostenido.

La cuestión, sin entrar en profundizaciones, es bastante sencilla. De una vez por todas se deben adoptar las medidas preventivas que la situación requiere, ya que todo lo demás lo único que hace es sumar demoras y por lo tanto, agravar lo que luego tal vez sea imposible de corregir.

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