Por Víctor Hugo Fux
Necesitó solamente cuatro Grandes Premios para ganarse un lugar en la mesa de los elegidos
En realidad, dos carreras ya habían resultado suficientes, porque su exhibición en el callejero de Baku fue sencillamente magistral. En su segunda competencia, Franco Colapinto, con su octavo puesto sumó sus primeros cuatro puntos en la máxima categoría y a partir de ese notable resultado en uno de los trazados más exigentes del calendario, su nombre ya comenzaría a ser respetado en el paddock.
Franco no solo recibiría los elogios de los popes de la escudería Williams, con su director general James Vowles a la cabeza, sino también de algunos de sus rivales en pista, como el siete veces campeón Lewis Hamilton-nada menos- y Sergio Pérez.
El fenómeno Colapinto ya estaba en marcha. Claro que todos éramos cautelosos a la hora de emitir una opinión, por tratarse de un piloto sin experiencia previa en la Fórmula 1, más allá de una prueba en el circuito de Silverstone y su primer examen aprobado en Monza.
Sin embargo, después de volver a dejar la vara bien alta en su tercer compromiso en el demandante escenario de Yas Marina, si quedaban algunas dudas, se empezaron a disipar..Ya no hubo espacio para nuevos interrogantes, aunque se haya quedado en los umbrales de la zona de puntos en la cita de Singapur.
Después de un receso, que dejo atrás todas las vivencias de Monza -el mítico autodromo italiano que fue testigo de su debut- y sus excepcionales performances en el continente asiático, la Fórmula 1 desembarcó en el Nuevo Mundo.
El "sueño americano" no fue sencillo al comienzo, porque si bien volvió a sorprender con una clasificación fantástica, en su primera carrera Sprint terminó 12° y su complicación mayor llegó más tarde, cuando no pudo superar el primer corte y quedó relegado a un incómodo décimo séptimo lugar en la grilla para el Gran Premio de Estados Unidos.
Fue luego de esa jornada complicada para Franco, cuando afloró otra de sus virtudes: la confianza en dar vuelta la página y escribir un nuevo capítulo de una historia de ensueño.
Convencido sobre la estrategia a utilizar, que le transmitió con fundamentos contundentes a su equipo, el chico de 21 años y con apenas cuatro fines de semanas de carreras en la Fórmula 1, dejó en claro que no se había equivocado cuando después de 56 vueltas logró terminar décimo y rescató otro punto, tan valioso en lo personal como para los intereses del equipo.
Incluso, pudieron haber sido 2 de no haber mediado un intento "in extremis' de Esteban Ocon, que von neumáticos blandos en su Alpine, le arrebató el récord de vuelta apenas unos segundos antes de la caída de la bandera a cuadros.
Es verdad que Franco Colapinto recién está comenzando a descubrir el apasionante mundo de la Fórmula 1, pero que nadie tenga dudas, aunque puedar ser muy prematuro elaborar un juicio de valor, que ya está compartiendo, por méritos propios, un lugar en la selecta mesa de los grandes de la Fórmula 1.