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Deportes Viernes 26 de Julio de 2024

Di María, un camino de grandeza

Tras representar al país durante 16 años, Ángel "Fideo" Di María se retiró de la Selección en medio de una abundante cosecha de títulos y, justamente, levantando la Copa América como uno de los capitanes de la albiceleste.

Agrandar imagen FIDEO DI MARÍA. En Miami, levanta la Copa América tras la victoria sobre Colombia, con Otamendi y Messi entre otros.
FIDEO DI MARÍA. En Miami, levanta la Copa América tras la victoria sobre Colombia, con Otamendi y Messi entre otros. Crédito: FOTO ARCHIVO

Por Néstor Clivati

Hay lugares a los que muy pocos pueden acceder en esa búsqueda de la excelencia y la superación personal; todas las disciplinas lo permiten, pero solo los abrazados por esa magia difícil de describir, lo cristalizan.

Los deportes, por su popularidad y su exposición mediática, ofrecen con frecuencia la imagen de esos privilegiados hombres y mujeres a los que el mundo idolatra, pero también se los puede localizar en otros ámbitos menos visibles. En definitiva, solo la condición humana permite tal evolución y esos incentivos que se convierten en el combustible para perseguirlos, nos atraviesan de forma horizontal, hagamos lo que hagamos en este mundo.

Por su carácter lúdico y altamente competitivo en todo el planeta, el fútbol desde hace más de un siglo, presenta estos modelos cíclicamente y sus hazañas, constatadas en los archivos con una facilidad asombrosa, lo que los convierten en indiscutibles, etéreos.

A Ángel Di María, un día le llegó el final y disputó su último partido con la camiseta de la Selección Argentina. Terminó, con alegría un camino sinuoso, pero repleto de puntos altos. Rompió la pared, como él mismo afirmó hace algunos años tras ganar la Copa América 2021 en el mítico estadio Maracaná ante Brasil con un gol suyo -como casi siempre en las grandes definiciones-, para cortar con una racha negativa de 28 años sin consagraciones para el seleccionado albiceleste. Aquel fue el primero de sus cuatro títulos con la mayor. Y el tercero, si también se tienen en cuenta la coronación en el Mundial Sub 20 del 2007 y la medalla dorada de los Juegos Olímpicos Pekín 2008.

Un Ángel de momentos inolvidables. De proezas. Tocado con una varita mágica para dejar su huella en cada partido importante. Dueño de una gambeta endiablada, capaz de convertir goles o de asistir a sus compañeros como pocos. Y determinante, por sobre todas las cosas. Decidió irse en plenitud física y futbolística, porque se ganó el derecho a elegir, como bien dijo Javier Mascherano, uno de los integrantes de aquella vieja camada cuestionada por las finales perdidas (Mundial Brasil 2014, Copa América Chile 2015 y Copa América Estados Unidos 2016) y de la cual ‘Fideo’ fue parte, como Lionel Messi: “Se ganó el derecho de poder tomar la decisión que él crea conveniente en el momento que lo desee (...) Ha sido un jugador determinante en los logros que ha tenido la Selección argentina, y toda su carrera lo avala”, comentó el ‘Jefecito’ en la previa de la final del domingo que terminó el lunes.

Ante Colombia, el destino lo puso en un lugar aún más importante. Messi, su compañero de mil batallas, se lesionó y tuvo que ser reemplazado en el complemento. Y la cinta de capitán quedó en el brazo izquierdo de ‘Fideo’. Quizá el destino así lo exigía. Esta vez, a diferencia de las finales anteriores con la mayor, no convirtió, pero quedó como máximo referente del plantel. Como un Ángel de la guarda, quizá. Y jugó los 120′, con los 30′ del suplementario incluidos, algo pocas veces visto. Con ‘Leo’ en el banco, entre medio de un mar de lágrimas, él tenía que permanecer adentro del campo de juego. El equipo lo necesitaba. Y el DT, Lionel Scaloni, lo entendió. Una despedida por todo lo alto.

Se merecía retirarse -de la Selección- así. Como pocos. Se le dio todo al que emigró a Benfica y con ello salvó al club de sus amores, Rosario Central, de una quiebra económica. Se le dio todo al que brilló en Real Madrid. Al que sufrió en Manchester United y al que se convirtió en ídolo de París Saint Germain (PSG). También, por supuesto, al que dejó destellos de magia en Juventus para luego regresar a Benfica, donde permanecerá por una temporada más a pesar del deseo de los hinchas del Canalla por su vuelta, y seguir siendo figura.

De chico, mucho antes de brillar en la Selección, ya la rompía en las calles empedradas de la Perdriel de Rosario, en el humilde barrio ‘El Churrasco’. Inquieto desde entonces, como cuando agarra la pelota aún con 36 años sobre la espalda, motivo por el cual un médico le recomendó a sus padres, Miguel y Diana, llevarlo a hacer deporte para “calmarlo”. Así comenzó a jugar en el club Torito, donde a veces llegaba con las piernas llamativamente sucias por la ayuda que le brindaba a su familia para embolsar y vender carbón. Luego se fue a Rosario Central por 20 pelotas que incluso dicen, nunca llegaron a su club de barrio. De ahí sin escalas, a Europa, pero esta vez por 8 millones de euros, cifra de venta récord para el Canalla hasta que Giovani Lo Celso, compañero y amigo de ‘Angelito’ en la Selección, se fue a PSG por 10 millones en 2017.

Hoy, 16 años después de su debut en el seleccionado mayor tras haberse consagrado como Campeón del Mundo Sub 20 y Campeón Olímpico, ‘Fide’ tuvo su last dance con la camiseta que más ama. Un último baile perfectamente guionado. Él así lo quiso y no hay vuelta atrás, por más que el deseo de todo un país sea otro. “Scaloni me dijo que juegue un partido más para la ovación, pero ya está. Fue el último. No puedo pedir más”, afirmó ya como bicampeón de América. Con las cartas echadas, ahora, más que nunca, dejará un legado eterno y será un Ángel para todos los argentinos.

Es probable que ante Chile, en la ventana de setiembre de eliminatorias, acepte una convocatoria que, aunque oficial, sería testimonial para jugar algunos minutos, acaso 11 como su eterno número en el dorsal albiceleste, y coronar ante una multitud, una carrera que lo ha dejado en ese pináculo inasible para los mortales.

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