Por REDACCION
Sr. Director:
A dos años de habernos despedido, todos los días te recuerdo con mucho cariño. Cuando camino por la ciudad, estás presente en las casas viejas, de ladrillos de barro, que tanto te gustaban, ya que evocaban tu vida en ellas durante tu infancia. Estás presente en los acordes de un viejo tango, que solíamos escuchar juntos, y en los libros de Rafaela del ayer, que fueron tus tesoros y que tanto disfrutabas, ya que te remitían a anécdotas, personajes, imágenes y acontecimientos de una Rafaela lejana en el tiempo, Rafaela de tu infancia y juventud.
Me enseñaste muchas cosas buenas, no sólo con la palabra, sino con tu ejemplo. Me enseñaste el valor del esfuerzo, ya que desde muy joven empezaste a trabajar, en la antigua ferretería El Candado, para solventar tus gastos y ayudar a tu familia. Me enseñaste también el valor de la responsabilidad, ya que en tus cuarenta y dos años como empleado del viejo Banco Italia y Río de la Plata, no recuerdo haberte visto faltar un sólo día a tu trabajo, salvo cuando tuviste aquel accidente contra un tren, del que tanto me contabas.
Me enseñaste la importancia de administrar bien el dinero, ya que tuviste una infancia y juventud en donde éste no sobraba. Me inculcaste el amor y el respeto hacia los más grandes de la familia, padres, tíos y abuelos, de los que siempre tuviste tan lindos recuerdos, que compartías conmigo durante nuestras charlas. Me enseñaste también que en esta vida somos mortales y que, algún día, nos tenemos que separar físicamente de las personas que amamos y que, para eso, hay que estar preparados.
Hoy, me quedan tus recuerdos, algunos de tus objetos personales que siempre atesoraré, tus enseñanzas y la satisfacción de haberte sabido querer, valorar y disfrutar en vida.
Tu presencia espiritual me acompaña en cada cosa que te evoca.
Con mucho cariño. Tu hija.
Sonia Alejandra Ghione
DNI 14.338.402
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