Por REDACCION
Sr. Director:
A tres años de la asunción del Presidente Mauricio Macri, y habiendo transcurrido tres cuartas partes de su mandato, cabe un balance para confirmar lo que bien se podía prever en Enero 2016: un fracaso estrepitoso.
Cuando culmine el presente mandato, Macri habrá incrementado exponencialmente los niveles de deuda, inflación, pobreza, cierre de empresas, como también habrá dejado una estructura impositiva mayor y asfixiante, al punto de inhibir cualquier intención de inversión actual o futura.
Decíamos en enero de 2016 que el gran problema argentino era el Gasto Público y la presión impositiva la que, a pesar de haber sido aumentada a niveles récord por el anterior gobierno, no era suficiente para financiar un Estado obeso, ineficiente y exasperadamente intervencionista.
Quizás el único flanco donde sobresalió la gestión fue en el sector externo. Argentina volvió al mundo. Se aumentaron tanto las relaciones políticas como comerciales. Pero el genio populista no pudo con su naturaleza: a falta de las reformas que se debieron hacer, terminamos 2018 con ¡más impuestos a las exportaciones! Cuesta encontrar un país que, en vez de estimularlas, las haga menos redituables para todos los que arduamente intentan competir en la selva internacional.
Poco se logró respecto a las estructuras jurásicas de la burocracia estatal. El gobierno de Macri se deshizo de pocos ñoquis anteriores, y colocó a miles de ñoquis propios, seguramente a efectos de retribuir, con extraordinarios sueldos, a su militancia. Así nos cansamos con dar con nombramientos imposibles de memorizar o imaginar su contribución a mejorarnos la vida. Tampoco se revisaron millones de subsidios injustamente otorgados durante el anterior gobierno que caen sobre las espaldas de todos los contribuyentes que hoy enfrentan una fuerte pérdida de poder adquisitivo, el fantasma del desempleo o la quiebra de su empresa.
Se agrandó la deuda en educación, en seguridad, y sólo se cumplió discrecionalmente con las obras de infraestructura. En Santa Fe, por ejemplo, en tres años no se cumplió con la conversión de la Ruta 34 en autovía o autopista de unos míseros 75km. ¡Con qué poco nos conformaríamos!
Otra vez los ciudadanos somos víctimas de la Corporación Política en todos los niveles (nacional, provincial y municipal), que no hizo ningún esfuerzo en ajustar su despilfarro, a costa de nuestro propio esfuerzo. Así terminamos el año con escalas impositivas y mínimos no imponibles ajustados insuficientemente, lejos de los números desastrosos de la inflación real, con fuerte aumentos en los impuestos, mientras los diputados no tienen empacho en ajustar su dietas generosamente y sus viáticos de acuerdo a la evolución del precio de los combustibles. Eso sí, se “alegran de anunciar” los ajustes miserables de las jubilaciones (injustamente otorgadas a millones que nunca hicieron aportes, también hay que decirlo) o se animan a decir, como del Dip. Tonelli que “los jubilados van a perder plata, no poder adquisitivo”.
Me pregunto si seremos algún día capaces de aceptar nuestra responsabilidad por haber avalado durante 12 años una cleptocracia y ahora soportar la mala praxis, mediocridad y soberbia de un gobierno que sólo ofrece como atractivo evitar volver a lo anterior, pero es incapaz de ofrecer una propuesta superadora de todos los males que nos aquejan desde hace décadas, los mismos que ellos sólo lograron profundizar, intentando confundirnos con discursos absolutamente contrarios a lo que se lleva a la acción, insultando permanentemente a nuestra inteligencia y tolerancia.
Para muchos de nosotros, que hemos vivido la mayor parte de nuestras vidas, es absolutamente desesperanzador el panorama que se avecina, que seguramente se complicará muchísimo más si finalmente se materializa el fantasma de la crisis mundial que ya se comienza a hacer sentir.
No habrá perdón de mi parte para todos aquellos que, teniendo una oportunidad de oro, tiraron por la borda toda posibilidad de encausar al país y a la sociedad por un camino de crecimiento y bienestar, aunque no sin dolor. Eligieron sacrificarnos sólo a nosotros para que ahora estemos varias casillas atrás, como en el juego de la oca, permaneciendo en un proceso de decadencia e involución pocas veces visto en la historia.
Un año nuevo está pronto a comenzar, pero la esperanza sólo sería una postura ingenua y poco responsable de mi parte, cuando desde el comienzo traté de alertar sobre las consecuencias de las acciones y omisiones de esta administración. Hoy las bombas son muchísimo peor y las potenciales consecuencias aún más dramáticas. Nada podría avalar una actitud positiva de mi parte. Sólo queda despertar conciencias para que, como ciudadanos que ejercemos nuestros derechos, empecemos a involucrarnos activamente y tratemos de torcer el rumbo a lo inevitable.
Lic. Lilián Koper
Rafaela
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