BAGDAD, 11 (AFP-NA). - Al menos 61 personas murieron y
más de 300 resultaron heridas en una serie de atentados este
sábado en Irak durante las celebraciones del fin del ramadán, una
de las más sangrientas de los últimos años, indicaron las autoridades.
Unos 16 coches bomba estallaron en varios barrios de la
capital, tanto sunitas como chiitas, en tanto que uno explotó en
Tuz Khurmatu, a 175 km al norte de Bagdad, y otro en Nasiriya, a
300 km al sur de la capital.
Al menos 37 personas murieron y más de 300 resultaron heridas
en Bagdad; en Tuz Khumartu murieron nueve personas, entre ellas
tres policías, y en Nasiriya hubo cuatro víctimas fatales, según
fuentes policiales y médicas.
Entre los blancos en la capital iraquí se cuentan tres
mercados, dos cafés y un restaurante, atacados por grupos
sospechosos de estar relacionados con Al Qaida.
El mes del ramadán fue particularmente sangriento en el país
con más de 800 muertos, según un balance establecido por la AFP.
Según Naciones Unidas, más de mil personas murieron en julio
víctimas de la violencia, en el balance mensual más elevado de los
últimos cinco años en Irak.
Este mismo sábado más temprano cinco personas murieron en
distintos episodios de violencia en Irak, dos de ellos en Bagdad. Según expertos, los actos de violencia podrían ir en aumento
debido a la parálisis política del gobierno, mientras el país se
repone difícilmente de varios años de una guerra que dejó miles de
muertos.
Durante el mes sagrado del ramadán suele incrementarse la
violencia, dado que los yihadistas estiman que sus ataques están
más justificados, según los expertos.
Pero este ramadán fue más violento que en el pasado.
Las autoridades gubernamentales atribuyen este incremento de
los ataques al conflicto que asola la vecina Siria y acusan
habitualmente a países extranjeros de fomentar la violencia.
Pero la crisis política que opone a la mayoría chiita con los
sunitas, que dominaban bajo Sadam Husein, sirve también a los
intereses de los extremistas.
Los sunitas, que acusan a las autoridades de querer
marginalizarlos políticamente, llevan a cabo manifestaciones desde
fines del año pasado, acusando al gobierno de llevar a cabo
detenciones arbitrarias.
El gobierno hizo algunas concesiones, liberando a varios miles
de presos y aumentando el salario de los combatientes sunitas que
luchan contra la red Al Qaida.
Pero los atentados a gran escala volvieron a golpear desde
abril, luego de que las autoridades mataran a decenas de
manifestantes sunitas en Hawija.
Además, el gobierno se muestra incapaz de asegurar los
servicios básicos, en particular una inestable energía eléctrica,
y muy pocas leyes fueron adoptadas desde las elecciones
legislativas de 2010.
El gobierno iraquí es teóricamente un gobierno de coalición en
el que todos los grandes partidos están representados, pero sus
dirigentes pasan la mayor parte del tiempo intercambiando críticas
e intentando hacerse con los ministerios.
El primer ministro Nuri al Maliki (chiita) es acusado a menudo
de querer monopolizar el poder y acusa por su lado a sus
opositores de estar a sueldo del extranjero.
Se tomaron muy pocas decisiones políticas y se espera que nada
cambiará antes de las elecciones previstas para la primavera boreal.