El
acuerdo con el Club de París deja a la Argentina más cerca de
cerrar el costoso capítulo de la cesación de pagos resuelta en
diciembre de 2001, una decisión que demandó apenas unas horas
tomar, pero que al país le costó sangre, sudor y lágrimas.
El default, uno de los mayores de la historia, abrió también
para siempre interrogantes imposibles de resolver, como cuál
hubiese sido el derrotero del país de haber contado con
inversiones y financiamiento internacional en este período.
Qué habría pasado si ese alineamiento de planetas que combinó
precios récords de commodities con la producción agrícola más
alta de la historia y el fuerte incremento de la producción
industrial, se hubiese alimentado con el combustible necesario
para llevar la productividad de la economía a niveles desconocidos
en el país.
Nunca se sabrá si la Argentina podría haberse convertido a esta
altura en una nación desarrollada tras alcanzar una etapa
superior, sobre la base de un crecimiento del 6 por ciento
promedio logrado desde el 2002.
Tras negociar con el Club de París a un costo alto, ya que la
deuda reconocida subió de 6.500 a 9.700 millones de dólares, la
Argentina se garantiza achicar el grado de enemistad económica con
los países ricos y la posibilidad cierta de que grandes
multinacionales que operan en el país puedan convencer a sus casas
matrices de traer capitales a esta tierra necesitada.
El acuerdo cerrado por Axel Kicillof en París deja una hipoteca
complicada para el próximo gobierno, que deberá afrontar el grueso
de los vencimientos, en medio de la sensación de que el gobierno
priorizó el cierre de ese frente de tormenta antes que sentarse a
discutir por algunos cientos de millones de dólares más o menos.
En el razonamiento del equipo económico se está más cerca de
la meta de terminar con el hostigamiento de los fondos buitre
hacia el país.
El 12 de junio próximo, el mismo día que empieza el Mundial de
Brasil, la Corte Suprema norteamericana prevé definir el pedido de
apelación de la Argentina ante el fallo de la Cámara de
Apelaciones del 2013, que pretende obligar al país a pagarle 1.330
millones de dólares más intereses a los fondos buitre.
Ese día, cuando la pelota empiece a rodar en San Pablo, la
Corte norteamericana podría aceptar analizar el caso y así los
plazos se estirarían hasta el 2015 para una definición, lo cual
sería positivo para la Argentina.
Pero también podría rechazar el pedido, lo cual gatillará que
entre a regir el fallo que obliga a pagarle a los fondos buitre el
100% reclamado, antes de abonarle a los bonistas del canje de deuda.
Esto derivaría en que el país ingrese en "default técnico",
ante la imposibilidad de pagarles a través del mercado de Estados
Unidos, por el riesgo de incautación de fondos para derivarlos al
pago a fondos buitre.
En el mercado especulan también con la opción de que la Corte
solicite al gobierno de Estados Unidos su opinión, para decidir si
acepta o rechaza el pedido argentino, lo cual alargaría los plazos.
En ese caso, se descuenta que el gobierno de Barack Obama
manifestará una posición favorable a la Argentina, como ya lo hizo
en dos oportunidades.
También con que finalmente se llegue a algún acuerdo con los
fondos buitres que cierre en forma definitiva el capítulo negro
del default.
Mientras llega esa fecha, el gobierno celebró el acuerdo con el
Club de París tanto como un gol de Lionel Messi en una hipotética
final contra Brasil, y en especial destacó haber podido dejar al
margen al FMI, el organismo más enfrentado con la Argentina del
cual Néstor Kirchner se libró pagándole toda la deuda de un tirón. Lo destacó la presidenta Cristina Kirchner y machacó sobre el
concepto el ministro Kicillof, quien disparó: "No necesitamos al
FMI para negociar".
Según el funcionario -felicitado por la presidenta-, el
acuerdo con el Club de París es "muy ventajoso" y está alejado de
lo que reclamaban las naciones acreedoras.
Como aviso al próximo gobierno, Kicillof aclaró que si la
Argentina no logra cumplir sus compromisos en los cinco años
previstos inicialmente, tendrá un plazo de dos años más para
hacerlo sin caer en cesación de pagos.
En este escenario, de los 9.700 millones de dólares
comprometidos, la gestión de Cristina Fernández deberá ocuparse de
saldar apenas el 12%, un total de 1.150 millones.
Por eso, los precandidatos presidenciales tanto del oficialismo
como de la oposición ya empezaron a hacer números.
El gobierno que asuma en diciembre de 2015 sabrá que deberá
conseguir 8.550 millones de dólares, casi 70.000 millones de pesos
a la cotización oficial actual, sólo para cumplir con el Club de
París.
Será un esfuerzo importante, pero Kicillof aseguró que el pago
de la deuda "no dejará de rodillas" a la Argentina, porque a
cambio las naciones desarrolladas prometieron inversiones.
El tiempo dirá si el ministro tenía razón.