Varias preguntas nos surgen al momento de cuestionarnos nuestras perspectivas profesionales en el trabajo. ¿Estoy dichoso de pertenecer a esta empresa? ¿Me satisface el rol que desempeño? ¿Estoy identificado con la ideología, cultura y valores de la misma?
Los trabajadores pasan largas horas y gran parte de sus vidas en organizaciones aportando sus esfuerzos para intentar un desempeño óptimo y, de esa manera, contribuir al logro de la productividad de la empresa y la rentabilidad de sus accionistas con el fin de maximizar sus beneficios.
¿Qué esperan de las organizaciones a cambio de ese desempeño deseado?
· trabajo profesionalizado y motivador.
· trato personal.
· retribución justa, equitativa y competitiva.
· buen clima laboral.
· ser reconocido por su aporte, talento y compromiso.
· oportunidades de crecimiento y desarrollo.
· crecimiento personal y profesional.
· integrar grupos y equipos de trabajo.
· tener acceso a información oportuna.
· actividades que estimulen la creatividad e innovación.
· generar relaciones de confianza.
Las empresas desarrollan sus actividades inmersas en un mercado altamente competitivo y globalizado y es por ello que deben reconocer a sus funcionarios como el recurso que marca la diferencia y genera una ventaja competitiva tendiente a agregar valor.
Los recursos humanos son el activo más valioso y las empresas deben actuar en consecuencia, atendiendo a sus necesidades y motivaciones tanto de manera individual como grupal.
Contar con personas que se identifiquen con la empresa no es una tarea sencilla. Atender a las inquietudes y objetivos individuales y hacerlas concordar con las metas y fines organizacionales es un gran desafío.
Será entonces de vital importancia generar entre ambas partes una interrelación sumergida en un marco de ética, moral, responsabilidad y buena que facilite las buenas relaciones laborales y fomente la fidelidad y el sentido de pertenencia en una organización, todo ello en pos de un beneficio mutuo y el logro de objetivos e intereses comunes.