Suplemento Economía

Cuando parece no haber una "prueba de amor" que alcance

FOTO ARCHIVO NA LUIS CAPUTO. El ministro de Finanzas continúa colocando deuda en el mercado.

El

Gobierno empieza a sentir una sensación amarga y hasta cierta

desilusión con el establishment financiero, al que parecen no

alcanzarle las ´pruebas de amor´ dadas por Mauricio Macri desde el

primer día que llegó al poder.

La última mala noticia la dio Morgan Stanley, al decidir

mantener otro año a la Argentina en los peldaños más bajos entre

los destinos de inversión, apenas unas horas después de que el

gobierno celebrara la colocación de un bono a "100 años". 

A las consecuencias iniciales de ese informe adverso para el

país se las bautizó "Efecto frontera", porque la Argentina quedó

en la categoría de mercado "fronterizo", cuando los agentes

bursátiles esperaban que lo subiera a "emergente", lo cual habría

disparado un supuesto aluvión de fondos hacia el país.


La mejora no llegó y dejó a muchos optimistas -gobierno

incluido- colgando de un pincel sobre una escalera a la que le

faltan varios peldaños.

El macrismo considera haber cumplido con todas las pretensiones

de los inversores para volver a poner en el radar financiero

internacional a la Argentina, pero esa expectativa no llegó a

convertirse en realidad.

Una de las primeras preocupaciones de Macri apenas asumió fue

llegar a un acuerdo con los fondos buitre, luego de años de un

litigio interminable que había convertido al país en mala palabra

para los inversores mundiales.

La política "amigable" hacia los mercados incluyó decenas de

medidas para intentar dejar atrás una década de intervencionismo

estatal.


La política del kirchnerismo destinada a perpetuarse en el

poder distorsionando cuanta variable había en la economía terminó,

por ejemplo, dejando a la Argentina sin energía y creando un

Estado elefante que aplasta la iniciativa privada mediante una

presión impositiva cada vez más asfixiante.


Esa energía debió ser importada a un alto costo, mientras se

tejía un entramado de relaciones nunca del todo claras con

Venezuela y sus cuestionables embarques de gas licuado.

Hay todavía dudas sobre las razones que llevaron al influyente

Morgan Stanley a dejar pasar la mejora en el boletín de

calificaciones de la Argentina para más adelante.

Algunos sostienen que los inversores quieren forzar un plan

económico más ortodoxo, que incluya un ajuste más poderoso al

aplicado hasta ahora, tal vez sin tener en cuenta que podría

provocar un estallido social de grandes proporciones que convierta

a la Argentina en Venezuela, pero por otro camino.


Cerca de Macri aseguran que ese reclamo de "ajuste salvaje" por

parte de los mercados nunca estuvo siquiera en consideración, y

que siempre se tuvo claro que el "reacomodamiento" de las

variables económicas debía ser "gradual".

Por ahora, los inversores están a la espera de ver si esa

estrategia funciona, mientras prefieren seguir colocando deuda en

el país a gran escala, pero no arriesgar capitales en inversiones

productivas de largo aliento.

Los mercados, se sabe, carecen de corazón y hablan con el

bolsillo, preocupados por las utilidades de las empresas

cotizantes y las probabilidades de que un Estado soberano pueda

pagar los bonos que emite. No les interesa mucho más.


Néstor Kirchner encontró ese punto débil en la lógica de la

ortodoxia económica, y lo capitalizó políticamente.

Advertía cada vez que podía que "los muertos no pagan las

deudas", en el marco de la dura negociación con los acreedores en

el primer canje, que incluyó una fuerte quita.

Su viuda, Cristina Fernández, quiso ir "por todo" y creyó que

esa estrategia pendenciera podía llevarse hasta el infinito.

Sostuvo un modelo artificial -profundizado y perfeccionado

durante su segundo mandato- donde se llegó a inventar casi

todo lo que ocurría en la economía.

Manipuló la inflación, ocultó la pobreza, disimuló el valor

del dólar -vía cepo cambiario- y repartió plata a granel en

subsidios producto de una emisión monetaria de fantasía, que le

permitió aguantar hasta el final del segundo mandato dejando una

herencia que algunos calificaron de "Plan Bomba".

Justamente, la reaparición de la ex presidenta parece ser lo

que más inquieta a los inversores que Macri pretende seducir.

Les preocupa que el país se vuelva ingobernable si se produce

un escenario adverso en las elecciones de octubre que impida

avanzar en el cambio de rumbo durante los dos últimos años de

mandato de Cambiemos.

Lo que tal vez no terminen de comprender los referentes del

establishment es que de cumplirse ese escenario, tal vez hayan

sido grandes responsables -por ejemplo remarcando precios, siendo

mezquinos a la hora de arriesgar su capital y despidiendo gente

sin miramientos- de que la Argentina no haya podido prosperar en

el ´cambio´ que ellos mismos impulsaron. 



 

Autor: José Calero

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