

En los últimos días la soja se llevó la atención al marcar una baja desde niveles que ya preocupaban. Por eso, el experto Dante Romano analizó los fundamentos que motivaron este escenario y lo que se puede prever hacia adelante.
Desde mitad de año, tanto Chicago viene tropezando en materia de precios, mostrando mínimos que hace años no se observaban. El punto cúlmine fue la semana pasada y el escenario tiene algunas particularidades: con una oferta que sigue subiendo, en el contexto de una demanda estable a levemente bajista, los precios vienen ajustando a la baja.
ESCENARIO EN BRASIL Y EE.UU
Las primeras semanas de diciembre el clima en Brasil fue excelente, y viendo pronósticos para el resto del mes, creció el convencimiento de que no sólo tendrían buena cosecha, sino que podría ser incluso mayor a lo proyectado inicialmente.
Sobre esto, la devaluación del real llevó a que los productores cariocas vieran subir el precio en reales, y como siguen el mercado en su moneda, desató fuertes ventas que debilitaron los precios regionales, tanto como el mercado global, ante el pico de oferta.
Al triunfo de Trump siguieron los primeros anuncios, y efectivamente entre ellos estaba el aumento de aranceles de 10 puntos a China. Pero la actitud china fue más dialoguista, las compras de soja se habían anticipado, ni China depende tanto de EEUU, ni EEUU depende tanto de China en el comercio de oleaginosas como en 2018, y el ritmo de exportaciones acelerado que vimos los últimos meses se detuvo.
Adicionalmente, el mercado espera que Trump acelere la economía norteamericana, con lo que la baja de tasas que siguió sucediendo pasó a segundo plano, ahora el dólar se fortalece. Pero, además, no sólo recrudecieron los conflictos entre Rusia-Ucrania, Israel-Palestina, sino que se sumó Siria y ahora problemas políticos serios en Corea del Sur. Los capitales volaron a refugiarse en el dólar, y esto es negativo para los commodities.
FACTORES QUE EMPUJAN
Uno de los puntos de sostén que todavía tenía la soja, era la firmeza de los aceites. Al respecto se vieron caídas fuertes en las últimas semanas. En Indonesia se dispuso pasar de un corte de 35% a 40% de biodiesel, pero la poca disponibilidad de mercadería generó planteos de esperar. El gobierno luego aumentó derechos de exportación para que quedara más oferta local, pero esto tiene final abierto.
En EEUU el aumento de aranceles de Trump encareció el aceite de cocina usado (UCO) que se importa de China. A su vez, el país asiático bajó un subsidio a la exportación del 15%. Esto hacía pensar que, para cubrir el mandato de biodiesel norteamericano, el uso de aceite de soja norteamericano iba a subir. Pero la ley que brinda apoyo al biodiesel se cae este año, y hay dudas sobre si Biden la renovará antes de su salida. A su vez, Trump anunció que nombrará al frente de la EPA a un senador que se opone a los biocombustibles. Pero esta semana se presentó un proyecto de ley que algunos interpretaron que iría por el camino de reducir incentivos al biodiesel.
Adicionalmente en Argentina, al sembrarse bien la soja y tener buen clima en el desarrollo temprano, crece el convencimiento de una buena cosecha y, si bien los precios resultaron más bajos, finalmente muchos productores comenzaron a convencerse de que los fundamentos no los acompañaban. A eso hay que sumarle que ya a esta altura del año, las ventas de soja disponibles con recompra de mayo empiezan a bajar, y la demanda “artificial” de soja mayo desciende. Quedan sólo compradores genuinos que no están dispuestos a convalidar precios de quebranto para el nuevo ciclo.
RETENCIONES
Hace unas semanas, Milei se presentó en la Sociedad Rural y dijo que en la medida en que la recaudación impositiva suba en forma sustentable, se eliminarían impuestos y los derechos de exportación serían de los primeros.
Bajar entre 5 y 8 puntos a la soja aportaría de 20 a 30 U$S/tn a la oleaginosa, devolviéndola a terreno positivo. El problema es que el plan de gobierno es claro: el superávit fiscal es clave, y se bajarán impuestos distorsivos si la recaudación sube. En ese sentido primero se terminaría de eliminar el impuesto PAIS, y quizás luego se trabaje en impuestos también distorsivos que aplican a toda la economía, como débitos y créditos (impuesto al cheque).
La apuesta del sector es que los tiempos se aceleren, y el orden de prioridades se cambie para evitar que el agro tenga un problema serio. Lo cierto es que se ve poco probable que este cambio pueda darse en el primer semestre. Sin embargo, en un año electoral, todo puede pasar.
QUÉ HACER EN ESTE CONTEXTO
Romano reconoció que no habría que convalidar estos niveles de precio. De hecho, las últimas dos ruedas de la semana pasada mostraron ya una recuperación.
"Si ya se tiene una base de ventas hechas que permitan afrontar los gastos variables de la soja, y con algo más de venta de maíz el flujo financiero en cosecha se resuelve, apagar la radio hasta que encontremos nuevos fundamentos, y sólo encenderla a precios por encima de los actuales.
Si bien el maíz muestra fundamentos más sólidos, tiene margen positivo y sería razonable comenzar por ahí. De todas formas, para reducir el riesgo sería bueno vender algo de soja, apuntando al mes de julio, cuyo precio más alto permite mejorar un poco el negocio. Si quedaron remanentes de trigo, lo peor ya pasó y antes que convalidar quebrantos en soja, buscaríamos ventas alrededor de los 210 para mayo, reemplazando el flujo de soja.
"Trataremos de dilatar la decisión de venta para aguardar la quita de derechos de exportación, pensando también que hay muchos factores negativos descontados. Pero si vemos mejoras de corto plazo, iríamos por el lado de capturarlos y comprar CALL de soja noviembre invirtiendo 2% del producido de las ventas para seguir en el juego por si más adelante hay quita en derechos de exportación", concluyó.