
Conmemorar el 7 de marzo como el “Día Mundial del Campo” engloba una causa noble y muy necesaria en tiempos actuales: destacar la importancia que tiene el medio rural para el buen desarrollo de la vida social, ambiental y económica de cualquier sociedad.
Esta idea surgió en nuestro país en el siglo XX y poco a poco fue extendiéndose alrededor de toda Latinoamérica, Europa y el mundo, hasta convertirse en una fecha internacional.
La palabra “campo” proviene del latín y posee un amplio significado. Engloba de forma general el espacio físico que alberga las distintas tierras, ecosistemas y agroecosistemas, poblaciones rurales y formas de vida agrarias en contraposición con lo urbano.
Vinculado con amplios volúmenes de producción de alimentos y materias primas, el campo es peligrosamente tratado bajo una visión meramente productiva y reduccionista, lo cual pone en riesgo el equilibrio de los sistemas rurales y demás servicios que presta a la sociedad, como la regulación del ciclo hidrológico, el mantenimiento de la composición de gases de la atmósfera, la conservación de la biodiversidad o la protección del suelo, que frecuentemente son obviados debido a que no poseen un valor monetario relevante.
Por ello, celebrar el Día Mundial del Campo no sólo enfatiza el rol fundamental del sector agropecuario y de los distintos actores que lo trabajan en la vida social, sino que además genera conciencia para generar una reversión de la grave degradación de recursos y ecosistemas, la erosión cultural y la pérdida de valores fundamentales que comprometen la identidad y las oportunidades de las futuras generaciones.
LOS CEREALES TAMBIÉN FESTEJAN
Cada 7 de marzo es celebrado el Día Mundial de los Cereales, una fecha que busca resaltar su importancia en el consumo humano, así como en su utilización en la fabricación industrial de diversos productos.
Los cereales comprenden a todos los granos provenientes de las plantas de la familia de las pomáceas, con un alto contenido de vitaminas, minerales e hidratos de carbono. Entre aquellos alimentos de este tipo que más se consumen en el mundo están el arroz, el trigo, el maíz, la cebada, la avena, el centeno, y el mijo, entre otros.
Dentro de todas las opciones de cereales que existen en el mercado, los especialistas recomiendan elegir los que sean reducidos en azúcar, sin colorantes ni saborizantes artificiales y fortificados con vitaminas y minerales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aporte energético de una alimentación equilibrada debe provenir en un 55% de los hidratos de carbono, nutriente principal de los cereales, en un 30% de las grasas y el 15%, de las proteínas.
Además, el consumo de cereales demostró contribuye a reducir el desarrollo de enfermedades tales como la diabetes tipo 2, cardiovasculares, presión arterial alta y obesidad, por mencionar algunas.
Además son empleados la fabricación industrial de varios productos, como alcohol etílico, bebidas alcohólicas, productos farmacéuticos y suplementos vitamínicos entre otros.