Por REDACCION
El 11 de septiembre de 2012, y por un plazo de 45 días, fue clausurado el Salón que el Club de Abuelos de calle Palmieri posee en la calle homónima a la altura del 867 del barrio Juan de Garay, para realizar fiestas y eventos. La clausura obedeció a un fallo del Juzgado en lo Civil y Comercial a cargo de la Dra. María José Alvarez Tremea, a raíz de la denuncia de una vecina por “ruidos molestos” en el marco de la Ordenanza 4.141 y la Ley provincial Nº 10.000 de Protección de los Intereses Difusos. La formalización de esta medida se concretó a comienzos de diciembre.
Más que 45 días, ya pasaron más de nueve meses de la primera notificación informal realizada en una asamblea de socios por parte del Municipio, los peritos ya hicieron todas las mediciones de niveles sonoros requeridos -incluso en la casa de la vecina querellante- y todavía los abuelos siguen sin novedades sobre el tema.
Lo que es peor aún: se ven obligados a alquilar salones para poder reunirse y tener un momento semanal de alegría y vida social. Hasta ahora era en la Parroquia Santa Rosa, pero el sábado próximo la cita será, ¡en el Salón de Usos Múltiples de Bella Italia!, con el lógico peligro que entraña que personas de la tercera edad tengan que viajar unos ocho kilómetros por ruta, de noche, sólo para poder sonreír un rato. Pareciera que el tema ya está tomando un cariz casi inhumano, eterno, sin soluciones a la vista, y mucho más allá de la indiferencia. Será quizás una nueva especie de penitencia impuesta a unos viejos que sólo buscan mantenerse vivos, sanos, optimistas… y con algún que otro sueño que los anime. No olvidemos que el famoso derecho humano también a ellos los asiste, más aún si ahora las mediciones están en regla.
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