Por Ana Paula Rosillo
En parte la vida de alguien es historia de amor, en parte es historia de búsqueda, de amigos, de frustraciones, de encuentros y desencuentros, todo teñido de la impronta de Acuña, todo al ritmo de la música. Y es también ese recorte en una línea biográfica de una banda de rock, su nacimiento, su crecimiento y también, por añadidura, la vida que la atraviesa con sus miles de sentimientos, de discordancias, y por qué no, con acordes oportunos y bellos que hacen que todo valga la pena.
Ezequiel Acuña construye una historia sensible, de melancolía visual, nuevamente en Mar del Plata -como en su anterior Nadar solo-, inundada de hermosas y delicadas canciones. Santiago Pedrero y Ailín Sala llevan la voz cantante perfecta para este relato bello, con indiscutido sello de autor.
Llega el director por primera vez al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, esta vez presentando su cuarto largo. En el Auditorio, Ezequiel Acuña y el protagonista, Santiago Pedrero, respondieron algunas preguntas.
¿Cómo llegaste a realizar ésta película?
Acuña: “Me parece que un momento necesité hacer una película sobre una banda de música, ya que en todas mis películas, había una banda de rock o recitales. Santi tiene su banda, toca, me parecía lo más coherente, yo también tuve una banda muy mala por cierto. Es una película en homenaje a la música de Santi que toca y canta muy bien, La foca es una banda muy desconocida en Uruguay y bueno fue el sueño mío de fantasear con estar en esa banda”.
¿Cómo lograste llegar a crear dentro del filme una banda creíble?
“Todos los actores son músicos. Son canciones de La foca, excepto una, hay varias facetas de una banda que se corresponden con distintas épocas”.
¿En esta película notás diferencias con las anteriores?
“De todas mis películas creo que es la más arriesgada en cuestiones del azar y del encuentro final, verdades, sueños o cosas que pasaron. El nombre de la banda vinculada con el casino y la ruleta se vincula con el final y esa ambigüedad que tiene la película. Hay momentos más narrativos que otros, pero para mí todo tenía que ver con el azar y la anécdota misma de la banda. Hay cosas que aparecen que para mí es imposible explicarlas, algunas otras son pura intuición”.
“La vida de alguien”, se circunscribe entre el esfuerzo del líder de una banda y la nostalgia por recrear una nueva agrupación. Si bien, Santiago –interpretado por Pedrero- se dedica a conseguir lo que cualquier banda quisiera, un manager que conduzca el posible lanzamiento del disco junto a varios recitales y, aunque todo parece encaminado, nada resulta serlo. Las relaciones entre los músicos se resquebrajan y el empresario termina por ofrecerles cancelar el trato anterior a cambio de uno nuevo, donde sólo participe el protagonista junto a la voz femenina. Es así como Acuña se introduce en el universo musical y el filme termina siendo un compilado de canciones, tocadas, ensayadas y por tocar, que se aglutinan en una película donde excepto la nostalgia evocada, mucho no deja resonando.
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